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Reseñas

Carlos García-Bedoya Maguiña (2016). El capital simbólico de San Marcos. Estudios literarios: Figuras representativas. Lima. Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marco s, Pakarina Ediciones

José Gabriel Valdivia Álvarez1
http://orcid.org/0000-0003-1670-6377

1Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, Arequipa, Perú Contacto: jvaldivia10@unsa.edu.pe


Carlos García-Bedoya Maguiña (Lima, 1955) es en la actualidad uno de los más prestigiados docentes del letrado claustro sanmarquino limeño. Este aprecio le ha permitido ser elegido como decano de la tradicional Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Aunque duró muy poco tiempo en el cargo, al que renunció el presente año por imperiosas necesidades de salud, continúa ejerciendo su magisterio en las aulas de la decana de América.

La importancia de su labor académica se erige a partir de sus dos textos que pueden ser considerados clásicos en los estudios literarios peruanos. El primero, Para una periodización de la literatura peruana (1990, 2004), es no solo la más viable propuesta para organizar el corpus de la literatura peruana, sino una visión panorámica de la producción literaria de la época de la dependencia externa, que supera las graves deficiencias de los estudios historiográfi cos anteriores, convirtiéndose en una propuesta aún no superada de la periodización de la literatura peruana.

El segundo, La literatura peruana en el periodo de estabilización colonial (2000), es una de las más novedosas contribuciones críticas de las últimas décadas, no solo por su modelo organizativo sino por la relación antagónica y complementaria que establece en su análisis de la producción literaria colonial, entre el discurso criollo y el andino. También no se puede dejar de citar esa colección selecta de sus artículos, Indagaciones heterogéneas (2012) y su constante participación como ponente en foros académicos o su inclusión como jurado en concursos literarios peruanos y latinoamericanos.

El año pasado publicó un libro muy especial, dedicado a su alma máter, El capital simbólico de San Marcos. Estudios literarios: fi guras representativas. En este sentido y lúcido homenaje recorre con sensatez y prolijo acierto el cami-no de las ideas literarias que sembraron en las aulas, durante la segunda mitad del siglo XX, preclaros maestros como: Estuardo Núñez, Alberto Escobar, Antonio Cornejo Polar, Francisco Carrillo, Wáshington Delgado, Carlos Eduardo Zavaleta, Tomás G. Escajadillo y Raúl Bueno. De todos ellos, García-Bedoya recoge su legado innovador, vinculado a la literatura peruana, en los campos de la historiografía, la teoría y crítica literarias.

En este sucinto reconocimiento figuran dos ilustres arequipeños: Antonio Cornejo Polar y Raúl Bueno Chávez. Ambos se formaron en las décadas de 1950 y 1960, respectivamente, en los antiguos claustros agustinos de la Facultad de Letras, y migraron a la ciudad de Lima, donde se incorporaron a la vida académica sanmarquina y produjeron una obra que Carlos García-Bedoya rescata y valora en el moderno y posmoderno marco heterogéneo de las relaciones entre literatura, sociedad y cultura peruanas.

La historización de las ideas literarias recorrida por García-Bedoya permite, de un lado, seguir los intereses particulares de los autores estudiados y, de otro, ubicarlos y relacionarlos con el saber literario europeo y latinoamericano. El discurrir propuesto ofrece una mirada global del proceso y también de los momentos generacionales que contribuyeron de paso a la comprensión de la peruanidad y al desarrollo de nuestro país desde la reflexión literaria.

La metáfora del "giro" que utiliza en sus artículos, acompañados de breves semblanzas y sutiles reseñas vitales, le sirve para observar la acumulación del pensamiento literario de tres generaciones posteriores y separarlas en el tiempo, pero vinculadas por la búsqueda de una tradición académica y la enseñanza de la literatura peruana.

Ante el pensamiento crítico fundacional de José de la Riva-Agüero, José Carlos Mariátegui y Luis Alberto Sánchez, caracterizado por una visión de la literatura peruana de ribetes contradictorios, se postula una complementaria necesidad entre el positivismo de Riva-Agüero y Sánchez y la reflexión peculiar e innovadora de Mariátegui.

Los tres grandes momentos (giros) posteriores, representados por los grandes catedráticos sanmarquinos: Estuardo Núñez, Alberto Escobar y Antonio Cornejo Polar, anunciados por el escritor Carlos Eduardo Zavaleta, son retomados y corroborados en el derrotero teórico-crítico de Carlos García-Bedoya, como una suerte de rupturas paulatinas —en la segunda mitad del siglo XX— con el paradigma hegemónico positivista y un continuum pionero de construcción de un pensamiento moderno —desde la peruanidad mariateguiana "sin calco ni copia"— que responda a las manifestaciones de la propia literatura peruana y el desarrollo de los estudios literarios patentizados en el extranjero.

El esfuerzo auroral de Estuardo Núñez por dotar a los estudios literarios de cientificidad (teoría-método), a partir de sus acercamientos a la poesía peruana de inicios del siglo XX, provocó, aunque en silencio y soledad, el abandono de la crítica impresionista, intuitiva y subjetiva.

La posibilidad interpretativa de la literatura a partir de la crítica literaria se evidencia en las antologías, estudios estilísticos e investigaciones lingüísticas de Alberto Escobar, quien, con audacia y sensibilidad, fue creando la seria y disciplinada labor de interpretar los textos literarios peruanos.

El recorrido de los vastos aportes de Antonio Cornejo Polar, tanto en la crítica, la historia y la teoría, a través de sus libros más importantes, así como su pertinaz tarea de dirigir la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, nos muestra el legado de uno de los forjadores de un pensamiento nuevo en la literatura y cultura latinoamericanas.

A estos tres pilares fundamentales del desarrollo de las ideas literarias en el Perú desde la cátedra sanmarquina se suman, en primer lugar, al gran difusor de la poesía peruana a través de la revista Haraui (1963-1999), Francisco Carrillo Espejo, apasionado por las crónicas y los textos coloniales, destacando su acercamiento al Inca Garcilaso con un trabajo que linda con la novela, la poesía, la historia y la biografía para tratar de explicar el drama de la identidad de nuestro celebérrimo cronista.

En segundo lugar, continúa la figura del poeta Wáshington Delgado, con sus brillantes aportes en el campo de la historiografía literaria. Dicha labor, aunque sintética, contribuyó a renovar el paradigma positivista con sugerentes propuestas acerca de la obra de diversos autores a partir de un método que contrapone Lima/Provincias y un sugerente esquema de periodización.

En tercer lugar, revisa las contribuciones del gran responsable de las innovaciones técnicas en la narrativa peruana, como integrante de la generación del cincuenta, el escritor Carlos Eduardo Zavaleta. Aparte de la importancia de sus novelas y cuentos en los que García-Bedoya percibe lo vasto y diverso de los mundos representados, Zavaleta ha examinado, como testigo y protagonista, ese momento narrativo, abordando la obra de sus compañeros de generación y contribuyendo a una mejor comprensión del cuento y la novela producidos en ese momento.

En cuarto lugar, se refiere a Tomás G. Escajadillo, quien, junto a sus grandes contribuciones al estudio de la narrativa indigenista, ha centrado —con ferviente pasión— sus reflexiones en el pensamiento literario y cultural de Mariátegui. Finalmente, se ocupa del poeta Raúl Bueno, recorriendo desde sus libros la coherencia de su acendrada vocación teórica, ubicando sus mejores aportes en la noción de sistema literario.

La búsqueda y desentrañamiento de la tradición literaria en el derrotero histórico, así como la forma de interpretarla en relación con la realidad peruana, es una empresa intelectual no fortalecida en nuestro ámbito académico. Por ello, el estudio de Carlos García-Bedoya es un acercamiento pionero en la revisión de las múltiples y disímiles representaciones elaboradas por los mejores exponentes de la comunidad letrada sanmarquina y, por ende, peruana, a la luz del conflicto (ruptura y continuum) entre proyectos, actores y discursos.

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