10.30920/letras.88.128.6

Estudios

Observaciones etimológicas acerca del nombre de la ciudad antigua de Chan Chan y sus estructuras arquitectónicas

Etymological observations concerning the name of the ancient city of Chan Chan and its architectonic structures

Matthias Urban1
https://orcid.org/0000-0001-7633-7433

1Universität Tübingen, Tübingen, Alemania Contacto: matthias.urban@uni-tuebingen.de


Resumen

Este artículo facilita comentarios onomásticos y etimológicos acerca de la ciudad prehispánica de Chan Chan en la costa norte peruana. El escrito se centra específicamente en los nombres propios Chan Chan y Chimú, que de modo parcial compiten uno con el otro. Se discute ambas denominaciones desde sus aspectos formales, semánticos y etimológicos. Luego, el artículo también considera un nombre posible de una de las estructuras arquitectónicas dentro del complejo urbano.

Palabras clave: Chan Chan, Chimú, toponimia, nomenclatura indígena, etimología.


Abstract

This article provides onomastic and etymological comments regarding the prehispanic city of Chan Chan on the north coast of Peru. The article focusses specifically on the partially competing names of Chan Chan and Chimor, which are discussed under formal, semantic, and etymological aspects. Then, to the extent possible, the article also considers a possible name for an architectonic structure found within the urban complex.

Keywords: Chan Chan, Chimú, toponymy, indigenous nomenclature, etymology.


Introducción

Chan Chan y sus estructuras arquitectónicas

Entre los monumentos arquitectónicos del Perú antiguo, la ciudad de Chan Chan ocupa un lugar sobresaliente. Ubicada en el valle de Moche, cerca de la urbe moderna de Trujillo, Chan Chan se fundó después de desaparecer en la zona la cultura arqueológica moche, entre 900 y 1000 A. D. (Moore y Mackey 2008, p.783). Constituyó la capital del estado Chimú, que se engrandeció en los siglos siguientes e incorporó en su dominio (o a lo menos ejerció su infl uencia) partes amplias de la costa norte antes de la expansión inca en el siglo XIV (véase Moore y Mackey, 2008 para más detalles).

Chan Chan cubre una superficie de grandeza impresionante y alberga varios tipos de estructuras arquitectónicas. Entre ellas destacan diez ciudadelas o, como suele llamárselas en publicaciones más recientes, conjuntos amurallados. Como ya sugieren las designaciones, se trata de estructuras largas de forma rectangular que están separadas del resto de la zona urbana por largas murallas. Se piensa que funcionaron como cortes y luego mausoleos de los gobernantes del Estado chimú. Otro tipo de arquitectura en el interior de la ciudad de Chan Chan son las denominadas "elite compounds", recintos de la élite urbana, de las que se cuenta 34 o 35. Aunque son más pequeñas que las ciudadelas, dentro de ambas se hallan instalaciones, como depósitos y las llamadas audiencias, estructuras en forma de U, cuya función permanece discutida1. Otras estructuras típicas encontradas en Chan Chan, que probablemente estuvieron vinculadas a una clase social aún más inferior, se las designa SIAR en la literatura arqueológica, acrónimo ingles por "small, irregularly agglutinated rooms", es decir, cuartos pequeños e irregularmente aglutinados. De manera global, la planificación urbana de Chan Chan deja entrever una fuerte estratificación de la sociedad, pues el acceso a determinadas zonas de la ciudad estaba restringido por pasajes estrechos.

La alta diversidad de estructuras arquitectónicas dentro de la zona urbana de Chan Chan, explotada por los primeros españoles o los arqueólogos de hoy, motivaron designaciones como ciudadela o SIAR. Solo conocemos el nombre general de la ciudad, y, como se discute en la sección dos, también en este caso no hay seguridad acerca de la referencia de los términos selectos en tiempos prehispánicos. Así, no sabemos ninguno de los nombres originales de las estructuras arquitectónicas. Vocablos como ciudadela o SIAR conforman diversas estrategias de denominación de las que se puede distinguir tres prototipos relevantes (sin pretender que haya delimitaciones nítidas entre ellos). En el primero, que sigue a un patrón antiguo, observadores españoles encontraron ignoradas entidades en el nuevo mundo y las compararon con cosas que sí conocieron en su patria ibérica. Según este patrón, Francisco de Jerez ([1534] 1853, p. 336), uno de los principales cronistas de la conquista del Perú, habla repetidamente de una "mezquita" hallada en el camino entre Cajamarca y Cuzco —que sirvió como edificio o lugar de veneración de divinidades andinas y que en este aspecto solo se parecía a una mezquita musulmana—. Un segundo patrón será el nombramiento de estructuras individuales según prominentes personas, quienes son ajenas a la cultura de la que provienen dichas estructuras. Por ejemplo, en vista de la ignorancia de las denominaciones originales e indígenas, a muchas de las ciudadelas se les ha dado nombres de arqueólogos y exploradores pioneros, como Max Uhle, Johann Jakob von Tschudi o Julio César Tello. Este patrón parecido al primero se sirve de elementos (conceptos o individuos) que proceden de otra cultura que los desea nombrar. El tercer patrón, al que pertenece la sigla SIAR —cuyos ejemplos más recientes, de manera exacta, buscan evitar tales asociaciones culturales— pretende hallar nombres neutrales y descriptivos. Todos los tipos de denominación tienen en común que descubren su raison d’ être en la ignorancia de (o el desinterés en) las designaciones indígenas.

La problemática ante la diversidad lingüística de la costa norte prehispánica

Con respeto a Chan Chan, específicamente, se ve los nombres tradicionales de las ciudadelas con preocupaciones crecientes, ya que "es muy poco lo que ello tiene que ver con el objetivo de encontrar referentes para la construcción y/o fortalecimiento de la identidad" (Paredes Núñez, 2010, p. 53). Así, se ha decidido darles nombres indígenas inventados que se basan en la lengua mochica o muchik, pero que carecen de fundamento histórico (Paredes Núñez 2010). Cabe apuntalar que la lengua mochica solo era una de las lenguas de la costa norte prehispánica. El mochica estuvo asociado con la costa al norte de la Pampa de Paiján, en Lambayeque, y la parte norteña de La Libertad. Es posible que incluso en el valle de moche no solo hubiera hablantes del mochica en los tempranos tiempos coloniales (véase Salas García 2010 y críticamente Urban, en prensa), sino que existiera otra lengua que tuvo el mismo nivel de importancia pero era más dominante en el valle de moche prehispánico. Me refiero a la lengua conocida como quingnam o pescadora, de la que únicamente quedan poquísimos datos que incluyen una lista corta de números (Quilter et ál, 2010) y palabras regionales del área de Trujillo que pueden provenir de dicha lengua (Zevallos Quiñones, 1975; Urban, en prensa). Estas fuentes escasísimas, por su naturaleza, no incluyen términos relevantes para esclarecer la naturaleza y los orígenes de la toponimia de Chan Chan.

Cualquier consideración onomástica o etimológica debe tener en cuenta la situación lingüística en la costa norte a vísperas de la conquista española o corre el riesgo de fallar. Se puede vislumbrar la diversidad lingüística del Perú prehispánico y colonial en gramáticas dedicadas a las lenguas individuales, y en palabras aisladas que se hallan en documentos de la administración colonial. Tal evidencia puede ser valiosa especialmente en el caso de lenguas que no fueron documentadas de otra manera.

Propósito

No conocemos la terminología usada en el valle del moche prehispánico para referirse a estructuras arquitectónicas. Ante tal trasfondo tanto como el uso de nombres ingeniados "pseudo-mochicas" para las ciudadelas que se usa hoy, en el presente artículo busco hacer algunas observaciones onomásticas y etimológicas acerca del nombre de Chan Chan y sus estructuras arquitectónicas. En cuanto mi objetivo principal es de naturaleza científica, tales consideraciones también podrían servir para devolver, aunque de manera muy incompleta, contornos a la identidad lingüística y cultural que rodea la ciudad de Chan Chan y el reino prehispánico, cuyo capital formó.

Específicamente, en la sección dos, me ocupo del nombre de la ciudad misma. Las formas atestadas (véase también Ravines, 1980, p. 105; Mayer, 1982, p. 3) se las puede agrupar en dos conjuntos: Chan Chan y Chimú. Uno tras otro, discuto las diferentes formas ortográficas de ambos nombres de la ciudad antigua y/o sus alrededores que se hallan en los documentos tempranos. También confronto cuestiones de la referencia de ambos nombres (como ya apuntaló Zevallos Quiñones, [1995] 2010, es todo menos claro que denotó Chan Chan en tiempos prehispánicos), trato sus etimologías, y el acertijo de otros lugares del nombre Chan Chan en los Andes Centrales. Luego, en la sección tres, me ocupo de un análisis nuevo de los escasísimos datos disponibles para aclarar la terminología prehispánica de las estructuras arquitectónicas específicas. En contraste con sugerencias anteriores, sostengo que no hay fundamento suficiente para afi rmar que la palabra mochica <an>, ‘casa’, esté involucrada en los nombres de estructuras arquitectónicas de Chan Chan. En lugar de eso, sugiero que <guam> o <guan> puede ser el nombre antiguo de plataformas de enterramiento en el complejo urbano de Chan Chan. Por fin, el artículo se cierra con un resumen breve de los conocimientos sustanciales y metodológicas que resultan.

Chan Chan, Chimú y sus variantes: dos nombres, ¿cuántos denotativos?

El nombre Chan Chan y sus variantes

Variación formal

En primer lugar, tenemos formas que pertenecen al mismo conjunto etimológico como el nombre actual Chan Chan. Este conjunto se manifiesta de manera clara la primera vez ya en 1536, cuando aparece la forma <Cauchan> en el acta de la fundación del cabildo de Trujillo por Francisco Pizarro (publicado por Cabero 1906, pp. 372-373). El acta empieza por hablar del "pueblo de Cauchan del Cacique Chimú". Mas luego en el texto se refiere al lugar como "la dicha cibdad" y entonces como "la dicha villa de Truxillo". Esta identificación incidental de la ciudad antigua de Chan Chan con la nueva fundación española, garantizada por el típico uso excesivo catafórico de "dicho/a" en documentos legales del tiempo, es un patrón que, como veremos más adelante, se repite a través del tiempo. La forma <Cauchan> que menciona el acta, de todos modos, resulta claramente emparentada con el nombre actual, aunque difiere en (i) la ausencia de la calidad africada de la primera consonante y (ii) la presencia de una <u> en lugar de una <n> en la coda de la primera silaba.

La forma <Chanchau> de Lecuanda ([1793] 1861, p. 113) deja ver la misma alternancia entre <u> y <n> que acabamos de observar en <Cauchan>. Bien puede ser un error tipográfico, como opinó Ravines (1980, p. 105). Mutatis mutandis, puede argumentarse algo semejante acerca de <Cauchan>, o sea que se trate de un error de lectura por parte del paleógrafo. Sin embargo, también otros aspectos divergentes de la forma <Cauchan> se ven repetidos de manera independiente en otros documentos. Específicamente la presencia de una <c> en lugar de <ch> en la posición inicial del nombre resulta sumamente interesante cuando observamos que otro escritor temprano, Oviedo y Valdés ([~1535] 1855, p. 225), menciona <Canda> como el nombre indígena de la ciudad de Trujillo. Dada la identificación clara entre <Canda> y la ciudad española de Trujillo que hace Oviedo y que repite el mismo patrón de identificación entre ciudad indígena y española que ya hemos visto en el acta de Pizarro, parece probable que <Canda> es una válida representación alternativa del mismo nombre que hoy conocemos como Chan Chan2. Es posible que Oviedo y Valdés además haya sido influenciado en su manera de representar el nombre ortográficamente por otro nombre geográfi co seguramente conocido por él: Candia, el nombre antiguo de la isla greca de Creta. Sabemos de otras partes del mundo que individuos sin formación lingüística suelen emplear la ortografía de palabras conocidas a las de otra lengua si hay un nivel sufi ciente de semejanza fonética (Dench, 1995). La razón porque podemos estar seguros de la familiaridad de Oviedo con el nombre resulta de la presencia entre los conquistadores españoles de Pedro de Candia, quien, en efecto, era cretense y quien varias veces hace acto de presencia en la obra monumental de Oviedo y Valdés.

De todos modos, las representaciones tempranas <Canda> y <Cauchan> podrían apuntalar una posible pronunciación más cercana a la indígena del siglo XVI. Tal pronunciación tendría una consonante oclusiva no africada en posición inicial, que, por asimilación regresiva, luego se habría cambiado en la africada a la que hoy estamos acostumbrados. Sin saltar a conclusiones de ninguna manera, la variación entre <d> y <ch> respecto a la consonante hace pensar en una africada sonora [dʒ] o una consonante alveolar con palatalización como [dj].

Otro topónimo que ha de discutirse en este contexto es Tan Tan, el nombre de una huaca (Delibes Mateos, 2012, p. 330) de la cual no conocemos detalles sobre tamaño, carácter y ubicación salvo que debe ser dentro del complejo urbano de Chan Chan o cerca de él. Ya la discusión precedente ha registrado un con-junto de variantes que, en lugar de la africada de la forma usada hoy, tienen una oclusiva simple. Para Tan Tan vale lo mismo. Además, tiene la misma estructura reduplicada como Chan Chan. ¿Podría entonces tratarse de una representación del mismo nombre?3

En cuanto las atestaciones mencionadas, no permiten conclusiones fi jas; resulta probable que la pronunciación del topónimo en los días históricos tempranos difiera en algunos aspectos de la de hoy. Al otro lado, menos de cien años después de la primera ocurrencia de formas con la oclusiva no africada en posición inicial, Vázquez de Espinosa ([1620] 1948, p. 540) ya trae la forma presente <Chanchan>, aun cuando como nombre de una de las provincias conquistadas por Tupaq Inka Yupanki4.

Variación semántica

Como ya señala Horkheimer (1944, p. 60), no es cierto que Chan Chan (y sus variantes) sea el nombre antiguo de la ciudad prehispánica que hoy solemos denominar con este nombre. Según Zevallos Quiñones ([1995] 2010, pp. 12-15), en realidad Chan Chan originalmente fue un nombre de un sitio específico o un paraje salitral dentro del conjunto urbano de la ciudad de Chan Chan y asumió la referencia a toda la ciudad solo a fines del siglo XVIII. Aquella inferencia la hace el ilustre etnohistoriador con base en una supuesta ausencia del nombre para referirse a la ciudad capital del reino chimú antes del fin del siglo XVIII. Sin embargo, parece que o ignoró el acta de la fundación del cabildo de Pizarro o al menos no reconoció que <Cauchan> no puede ser otra cosa que una variación del nombre Chan Chan. En ese documento tempranísimo, el nombre claramente alude a la ciudad entera y también se identifica luego en el documento con Trujillo —la misma identificación que hace Oviedo y Valdés es acerca del lugar que él llama <Canda>—. Por otro lado, las observaciones de Zevallos Quiñones quedan valiosas ya que muestran la asociación estrecha entre el nombre de Chan Chan y unos salitrales dentro de Chan Chan de manera específica. Solo cabe concluir que la historia del nombre y su referencia son aún más complejas de lo que sugiere Zevallos Quiñones.

Esta historia, de la que aún solo puedo presentar elementos aislados, también incluiría una explicación satisfactoria para otras denominaciones con el mismo nombre de Chan Chan. Así, en la sierra de Cajamarca se podía encontrar en el siglo XVI un pueblo llamado San Joseph de Chan Chan (Rostworowski, 1985, p. 403). Rostworowski deja este hecho singular sin comentar. En su lugar, demuestra que los habitantes de la región serrana involucrada tenían nombres asociados con la lengua mochica de la costa norte. En cuanto hemos visto en la introducción, esta era dominante en otra zona de la costa, si hay conexiones onomásticas en la región relevante con la costa norte, así que San Joseph de Chan Chan se podría explicar por el origen costeño de los habitantes de la región o al menos su afiliación general con la costa. Sin embargo, "[c]on este mismo nombre de ‘Chanchán’ existen unos terrenos en el distrito de Yungay de la provincia de Huaraz" y "[t] ambién en el distrito de San Buenaventura de la provincia de Canta, existen otros lugares con el mismo nombre" como anota un observador desconocido (Anónimo, 1948). La referencia a un lugar en la sierra ancashina resulta especialmente interesante, porque cerca de Anta en el valle del río Santa aún hoy día puede encontrarse un lugar llamado Cancha. Este puede ser otro doblete que se habría ocultado hasta ahora por su fonetismo. Sin embargo, dadas las observaciones acerca de las representaciones tempranas del nombre, no sería extraño agregar Cancha al conjunto de topónimos relevantes, en tal caso quedaría más cerca a la realidad fonética que sugieren transcripciones como <Cauchan> o <Canda>.

Etimología

Hasta ahora se ha propuesto tres distintas etimologías del nombre Chan Chan (véase también Pinillos, 1980, p. 35): de acuerdo con Kimmich (1917, p. 354), Chan Chan significaría ‘ciudad de la luna’; según Baumann (1966, p. 107), denotaría ‘ciudad de las serpientes’, y por último, para Middendorf (1894, p. 371), sería una reduplicación de la palabra mochica <xllang>, ‘sol’ (de la Carrera, 1644). Como todas las etimologías, pero especialmente la de Middendorf, siguen sin ser mencionadas a través del tiempo tanto en la literatura alemana como peruana (p. ej. von Bayern, 1908, p. 35; Seeler, 2001, p. 201), por lo que vale la pena sujetarlas a un examen crítico.

Basta un vistazo corto a los fundamentos de las primeras propuestas para juzgar que carecen de valor científico. La etimología de Baumann, a saber, se fundamenta en una comparación inmotivada con lenguas centroamericanas. Por razones semejantes, la propuesta de Kimmich resulta fantasiosa, ya que incluso se sustenta en comparaciones con lenguas caribes: Chanchan, según Kimmich (1917, p. 354) se derivaría de una forma caribe que él escribe <tian> y que significaría ‘luna’. Chan Chan, según este autor, representaría ‘ciudad de la luna’, dejando oscuro de dónde sale el componente semántico ‘ciudad’. Además, Kimmich (1917, p. 354) añade que "[s]in embargo suenan más genuinamente indochino todos esos topónimos que caribe", poniendo en duda su propia propuesta a favor de otra aún más quimérica.

La tercera propuesta, la de Middendorf, merece más atención ya que involucra la palabra de una lengua de la costa norte que tiene como su significado un objeto celeste de importancia obvia para cualquier cultura. Dicho esto, ya se perciben las debilidades de la propuesta: empieza con lo fonético. El sonido de la palabra mochica para ‘sol’ es algo misterioso. Se trata de un sonido que de la Carrera (1644) y su antecesor Ore (1607) buscaron representar con el trigrafo <xll> y que ha sido interpretado de distintas maneras (para detalles véase Urban, en prensa [a]). Además, su pronunciación ha cambiado con los siglos. Como bien lo dice Zevallos Quiñones ([1995] 2010, p. 11) su evolución fonética a través del tiempo no llegaría al [tʃ] que se encuentra en el nombre de Chan Chan. Además, hay que señalar que las tempranas atestaciones del nombre hacen pensar en que su pronunciación pudo haber diferido de la de hoy, así que parece prudente no excluir la posibilidad de que un sonido semejante a él representado por <xll> estuviera involucrado. Más allá, en cuanto la propuesta de Middendorf es mucho más plausible que las de Kimmich y Baumann, la lengua involucrada es la mochica, no la quingnam. Por esa razón, Zevallos Quiñones ([1995] 2010, p. 11) rechaza plenamente la teoría middendorfiana. Sin embargo, como he discutido en la introducción, ahora algunos investigadores como Salas García (2010) quieren extender el uso de la lengua mochica al valle de moche. Con respeto al quingnam, sin embargo, simplemente no sabemos si el étimo de Chan Chan era palabra con alguna significación o no, mucho menos si significaba sol o no. Tampoco conocemos la función de la reduplicación en la lengua quingnam. Lo dicho por Middendorf sugiere una función intensificadora. En cuanto de hecho la reduplicación tiene tal función en muchas lenguas del mundo, no sabemos si tenía esta función en quingnam. Muchísimos toponimos y apellidos del valle de moche tiene tal forma, y la evidencia escasa sugiere que el patrón formal también se extendía al vocabulario mismo (Urban, en prensa [a]). Puede ser que simplemente era una forma canónica sin función obvia5. Después de todo, Chan Chan puede bien ser un nombre propio de la ciudad cuyo origen se remonta a tal antigüedad que su etimología está más allá del alcance etimológico, como Roma en el Viejo Mundo. Resumiendo, en lo que toca a los aspectos formales, queda un conjunto de preguntas abiertas en la etimología middendorfiana. Lo mismo vale para la semántica. Específicamente, queda intransparente qué relación tuvo la ciudad de Chan Chan con el sol. Middendorf mismo alude a la calentura de la llanura costeña como posible motivo de la denominación. Sin embargo, la costa norte de manera general se caracteriza por temperaturas altas, no solo el sitio donde se ubica Chan Chan, así que la alusión queda débil.

Aunque espero haber ampliado y profundizado la discusión etimológica del nombre Chan Chan en lo precedente, por el momento no queda más solución que concluir con Zevallos Quiñones ([1995] 2010, p. 11): "En tanto que no ocurran hallazgos gramaticales sobre la propia lengua de Chimo, la Quingnam, en algún archivo americano o europeo que contenga sermones, vocabularios, etc., quedaremos sin saber del término Chan Chan, pues no hay ayuda científi ca posible".

El nombre Chimú y sus variantes

Variación formal

A otro conjunto etimológico pertenece el nombre que hoy solemos dar principalmente al reino gobernado por los reyes de Chan Chan, tanto como al estilo arquitectónico y cerámico asociado con el: Chimú.

La calidad de la vocal final varía. Una calidad media indicada por <o> se encuentra especialmente en el título del soberano del reino, <Chimocapa>, <Chimo Capac> o <Chimocapoc> (Oviedo y Valdés, [~1535]1855, p. 225; Sarmiento de Gamboa, [1572] 2007, p. 134; Vázquez de Espinosa, [1620] 1948, p. 366). Este título es híbrido. Consiste del elemento acá en investigación más una palabra quechua que se halla también en los títulos de muchos Incas. En el quechua de Cusco, tiene la forma qhapaq y hoy día significa ‘rico, adinerado, millonario’ (Cusihuaman, 1976, p. 123).

Sin embargo, también encontramos el nombre como denominación geográfica. Es muy interesante anotar que, para Vázquez de Espinosa ([1620] 1948, pp. 26, 364, 366), <Chimocapac> parece ser el nombre de un lugar junto a Trujillo, probablemente no otro que Chan Chan. Otra atestación especialmente interesante se halla en la gramática mochica de Fernando de la Carrera (1644), quien menciona <cmimor> como nombre de la ciudad de Trujillo. Vamos a regresar a esta forma en la sección sobre etimología.

Variación semántica

Una confusión de semejante índole a la de Chan Chan rodea la referencia del nombre Chimú (y sus variantes). Como hemos visto, el nombre forma parte de los títulos de los soberanos del reino Chimú. En efecto, Cieza de León ([1553] 1922, p. 231) informa que Chimo —sin la adición del modificador de origen quechua— era el nombre de un "poderoso señor". De la Calancha (1638, p. 545) registra <Chimo> tanto como <Chimocapac>. El último lo traduce como "el rico y poderoso Chimo" y sugiere que los soberanos heredaron el título de su primer antecesor que lo tenía como nombre propio.

De esta manera, no se puede decir que el nombre Chimú esté asociado exclusivamente con los gobernantes de Chan Chan. Además de la gramática mochica que acabamos de mencionar, también la llamada Antigualla Peruana (Jiménez de la Espada, 1892, p. 15) menciona que el nombre Chimo corresponde a lo que hoy es la ciudad de Trujillo, es decir, la ciudad de Chan Chan. En tal sentido, hay una concurrencia directa entre los dos conjuntos etimológicos en lo concerniente a que ambos pueden referirse a la ciudad de Chan Chan. Por fin, Horkheimer (1944, p. 12fn13) añade que algunas veces también se refiere con el nombre al valle de moche donde está ubicado Chan Chan. Sin embargo, en muchos casos, esto toma la forma de "valle de chimo". Una excepción es Garcilaso de la Vega (1609, p.159 verso) quien menciona los valles de "Parmunca, Huallmi, Santa, Huanapu y Chimu" como dominio de "vn gran señor llamado Chimu". La misma ambigüedad entre el nombre de un valle y un título se encuentra en de la Calancha (1638, p. 484), quien explícitamente se refiere a Garcilaso. Dice que, en cuanto Chimo era el nombre del primer soberano que sus sucesores heredaron, "Chimo se llama oy el valle en las provisiones del govierno, i en el comun hablar de los Indios". En otro contexto, de la Calancha (1638, pp. 545-546) alude a una tradición antigua de la costa norte según la que "fue particularidad destos Reyezuelos, dejar eternizados sus nonbres en las Provincias de su señorio". No sorprendería que la zona central y nuclear del dominio lleve el nombre del soberano primero y sus sucesores. Aquí, pues, de la Calancha nos ofrece un escenario de la direccionalidad semántica que está en la base de los diferentes sentidos y los relaciona. Según está explicación, Chimu se habrá desarrollado de un nombre propio a un título (de manera semejante a la de César en el mundo viejo) y una denominación geográfica.

Etimología

La etimología de Chimú (y variantes) es al menos tan oscura como la de Chan Chan. Según Feijoo (1763, p. 3), Chimu corresponde a poderoso en castellano. Sin embargo, tal afirmación probablemente simple sigue a lo dicho por de la Ca-lancha (1638, p. 545). Fuera como fuera, no se puede excluir que ambos autores hayan sido influenciados por la semántica del quechua qhapaq que, como hemos visto, con frecuencia acompaña al elemento en consideración y que la significación real de la palabra no tenga nada que ver con el poder de los gobernantes chimúes.

En efecto, a más de la ocurrencia de esta designación en una gramática del mochica, hay dos indicios para considerar un origen mochica de este conjunto de nombres6. El primero es fonológico. De la Carrera se vale del dígrafo <cm> para representar el sonido inicial. Con este dígrafo suele simbolizar un sonido particular al mochica. Como en el caso de <xll>, su naturaleza fonética queda discutida. Sin embargo, no parece haber duda de que tipológicamente se trata de un sonido de carácter marcado que no se encuentra, por ejemplo, en las mayores lenguas andinas como el quechua o el aimara. La presencia del sonido "exótico" <cm> hace pensar en una palabra genuinamente asociada con la lengua mochica7.

El segundo indicio es morfológico. La lengua mochica cuenta con un sistema complejo de formar nombres poseídos y no-poseídos de raíces básicas. Una de las maneras de construir tales nombres es la pareja de sufi jos <-(V)c> para nombres no-poseídos y <-(V)r> para nombres poseídos (donde V indica una vocal cuya calidad varía). En muchos de los casos atestados, la base de la formación de nombres con estos sufijos es un verbo (Hovdhaugen, 2004, p. 20). Ahora bien, <cmimor> bien puede ser una derivación nominal de una hipotética raíz verbal *<cmim>. Sin embargo, solo uno de los registros léxicos de hecho inscribe una raíz que se podría identificar con *<cmim>. Me refiero al léxico recogido por Middendorf (1892, p. 86) que registra <chīm> ‘bailar’. Y en efecto, el diccionario etnográfico de Brüning (2017) anota bajo el lema Chimu un signifi cado oportuno:

Una danza que se usaba anteriormente en las procesiones religiosas; llevaban un poncho corto en que estaban (!) cosidos hasta el número de 500 pesos del rey; así en Olmos; en Salas estaban los chimus colgados [adornados] con cadenas, aretes i otras alhajas de oro, además de los pesos del rey. Actualmente se pronuncia la palabra generalmente chimú, antiguamente chimo.

En tal sentido, la palabra Chimu parece claramente relacionada con la raíz <chīm> ‘bailar’ de Middendorf. Brüning (2017), además menciona otro sentido de la palabra:

A los huaqueros de la prov. de Lambayeque,i también a los de Trujillo, he oído dar el nombre de chimu a las figuras representadas en los huacos, que tienen el adorno de cabeza en forma de media luna volteada.

Como se sabe (por ejemplo, Pollard Rowe, 1980, p. 108), de hecho, adornos de cabeza en forma de media luna son un atributo frecuente en la iconografía chimú, pero también en culturas anteriores de la costa norte. Pero ¿cómo se rela-cionan estos sentidos semánticamente? ¿Estamos ante un asunto de homonimia

o de polisemia y, en el último caso, que es el puente semántico que relacione la danza, las figuras iconográficas, el sitio de Chan Chan y el imperio asociado con él? Lo dicho por de la Calancha sugiere la primacía de la referencia del nombre Chimú a una persona. Sin saltar a conclusiones fijas de ninguna manera, pues, un escenario posible es que se identificó, quizá ya en tiempos prehispánicos, ciertos personajes iconográficos con un adorno de cabeza en forma de media luna con los soberanos del Estado chimú. Aún más especulativo, pero no imposible, sería que Chimu como nombre de una danza se relacione también con los sentidos anteriores dado el papel probable que jugaron los soberanos prehispánicos en procesiones rituales.

Discusión general

Tenemos, pues, dos conjuntos de nombres en competencia para la ciudad de Trujillo y probablemente su antecesor indígena, Chan Chan. La referencia original de ambos conjuntos tanto como su etimología permanece poco clara. Como hay indicios de un origen mochica del conjunto Chimú, resultaría lógico asignar el otro nombre, Chan Chan, a la lengua mayor de la costa norte prehispánica, o sea el Quingnam. Ello bien puede ser. Con tal hipótesis, no obstante, habría que considerar factores que fijan inconvenientes a tal análisis. En primer lugar, por la ausencia de posibilidades de etimologizar el nombre de manera científi ca que resulta de la falta de documentación suficiente de la lengua quingnam quedaría débil tal asignación de modo general. La típica estructura reduplicada de muchos topónimos y apellidos de la región de Trujillo que se encuentran solo de forma mucho más restringida en la zona mochicahablante (véase Urban, en prensa [a]) parece a primera vista dar soporte a la identificación de Chan Chan como nombre de origen Quingnam. Sin embargo, los modos de escribir que se encuentran en fuentes tempranas al menos sugieren otra pronunciación que pone en duda tal argumento. En segundo lugar, por la latitud semántica con la que la representación de los dos conjuntos ocurre, las fuentes dejan dudas acerca de sus significados originales. Específicamente, como hemos visto, Chimú tendría su origen como nombre propio y/o título y Chan Chan podría ser el nombre original de la capital de un reino. En vista de la indeterminación semántica de ambos conjuntos de nombres tampoco puede excluirse que las dos denominaciones tengan su origen en la misma lengua, quizá el mochica, quizá el quingnam.

Una primera aproximación a las estructuras arquitectónicas: Yomayoguan y posibles topónimos afines

En esta sección, dedico la atención no al nombre (o los nombres) de la ciudad de Chan Chan en todo, sino a la terminología original de las diferentes estructuras arquitectónicas encontradas dentro de la zona urbana. Como ya mencioné en la introducción, no se sabe básicamente nada sobre este asunto.

Como no hay ninguna documentación de la lengua quingnam, toda evidencia relevante (si la hay) debe reposar en los documentos de la administración colonial. En esta sección, pues, deseo examinar este corpus de nuevo específicamente en atención a la cuestión de la nomenclatura de las estructuras arquitectónicas.

Entre los documentos de relevancia alta en este contexto se encuentran los protocolos de un pleito muy conocido y discutido del siglo XVI. En este litigio, don Antonio, descendiente de la nobilidad chimú, intenta defender sus derechos en un sitio llamado Yomayoguan —en el que su padre, abuelos y otros ancestros reposan— contra un grupo de huaqueros españoles. No obstante, los documentos no mencionan muchos detalles acerca de las características de Yomayoguan, pero sí refieren que estuvo rodeado de murallas altas de adobe, que tenía varias cámaras, y que se ubicaba junto a otras huacas más. También había "rastros", "insignias" y "buenas muestras" de que se trataba de un enterramiento importante. Para Ramírez (1996, p. 145), quien también facilita la información antecedente, las descripciones sugieren que Yomayoguan era una plataforma de enterramiento sita en una de las ciudadelas. De manera independiente, Delibes Mateos (2012, p. 90) llega a idéntica conclusión. Sin embargo, como anota Ramírez (1996, p. 145), al mismo tiempo faltan suficientes detalles a la descripción como para distinguir sus tipos de estructuras arquitectónicas.

Como anota Ramírez (1996, p. 138), para los españoles involucrados Yomayoguan era una "huaca" (véase arriba para una discusión de la semántica de la palabra en la costa norte), Don Antonio y otros chimúes de manera consistente se refirieron a Yomayoguan como una "casa". Ramírez, además, observa que el enterramiento de difuntos en su "casa" es una tradición de la costa norte que también se ve reflejada en el mito de Ñaimlap narrado por de la Calancha (1638). Ramírez (1996, p. 147) lanza la hipótesis de que los espacios habitables de la nobilidad — sus "casas"— después de su muerte se convirtieron en su tumba que, en el caso de gobernantes importantes, también pueden haber sido el lugar de veneraciones ceremoniales y, en ese sentido, templos o camarines.

La identificación del lugar donde reposaron los ancestros de don Antonio como una "casa" se vuelve sumamente interesante cuando se observa que, en la lengua mochica, la palabra para casa en efecto no es otra que <an>. Esta palabra, obviamente es idéntica en su forma a la sílaba final del nombre de la "huaca"/"casa" Yomayoguan. Además, la mera largura de la palabra Yomayoguan sugiere que se trata de un nombre complejo que consiste de varias partes constituyentes (morfemas). Eso también resulta consistente con la idea de que el nombre de Yomayoguan contiene la palabra mochica <an> como su núcleo8.

Sin embargo, otra vez más tenemos que considerar la situación lingüística en la costa norte peruana en vísperas de la conquista española. Específicamente, de nuevo resulta relevante afirmar que la presencia de la lengua mochica en el valle del moche era débil y que esta región estuvo asociada más bien con otra lengua conocida como quingnam. Se podría intentar rescatar la identificación de los segmentos finales de Yomayoguan con mochica <an> ‘casa’ por apuntalar que las lenguas de la costa norte compartieron una cantidad significante de palabras, incluso en el llamado "vocabulario básico" (Urban, en prensa [a], [b]). Entonces, resulta plausible recordar que también en la lengua quingnam se usaba una palabra muy parecida a la mochica <an>. En cuanto esto no es imposible, tal interpretación quedaría sin evidencia positiva a su favor ya que hasta ahora conocemos solo una parte diminuta del vocabulario del quingnam entre el que la palabra para ‘casa’ no se encuentra.

Además, de hecho, hay evidencia positiva que habla en contra de tales interpretaciones. La referida evidencia sale, en primer lugar, de una contemplación detenida de la variación en el modo de escribir el nombre de Yomayoguan que fue elegido como estándar por Ramírez (1996). En realidad, Yomayoguan solo es una variante ortográfica entre un conjunto fenomenal de otras que permiten entrever las dificultades que la fonética del nombre debe haber creado para los escribanos españoles. Una variante prominente tiene una <m> en lugar de una <n> en posición final: Yumacyoaguam (Zevallos Quiñones, 1993, p. 84)9. Una etimología de la sílaba final del nombre a través del mochica <an> ‘casa’ tendría que explicar por qué se solía representar la nasal final tanto por la esperada <n> como por <m>. Evidencia más fuerte para poner en duda la mencionada etimología resulta, adicionalmente, de la contemplación de los nombres de otras "huacas" asociadas con el complejo urbano de Chan Chan o sus entornos que fueron sacados en tiempos coloniales y cuyos nombres por eso aparecen en documentos de la administración colonial española. Entre las huacas relevantes se encuentra la llamada Llinllinguan, cerca del pueblo antiguo de Mansiche (Zevallos Quiñones, [1995] 2010, p. 19). Este nombre tiene en común con Yomayoguan una secuencia final más larga que <an>, o sea <guan>. En cuanto un paralelismo entre solo dos formas bien puede resultar al azar, hay más certeza que deja poco lugar a duda que en efecto <guan> (o <guam>), no solo <an>, es un elemento recurrente y morfológicamente segmentable en la toponimia del valle de Moche. Me refiero a una "huaca" que, como Yomayoguan, era parte del complejo urbano de Chan Chan que fue labrada en 1562, 1563 y de nuevo en 1606. Aparece en documentos muchas veces con el nombre de Tasca. Se trata de una estructura grande descrita una vez como un cerro que poseía en su interior otras estructuras con nombres propios como una huaca designada Chicaguache (Delibes Mateos, 2012, p. 94). Pero, al menos una vez, aparece en los documentos con el nombre de Tascaguam. Este asunto no solo añade un tercer caso del elemento <guan> o <guam>, sino de manera crucial demuestra la independencia morfológica de dicho elemento, ya que Tasca también aparece sin él10. Dado el paralelismo en forma tanto como en las descripciones físicas, es posible (pero no seguro), que <guam> ~ <guan> era el nombre quingnam de las plataformas grandes de enterramiento como parte destacada de las ciudadelas11.

Discusión general

A pesar de que no puedo esclarecer las preguntas más básicas acerca de los nombres Chan Chan y Chimú —su forma más conservadora, su referencia original y su origen— de manera concluyente, espero que las observaciones ofrecidas en los párrafos anteriores contribuyan a profundizar y sutilizar la onomástica etimológica de la costa norte peruana. En el ámbito sustancial ofrezco facetas de topónimos relevantes que antes no se consideraron, pero que modifican y refi nan nuestros conocimientos. Me refiero por ejemplo al conocimiento que la pronunciación de Chan Chan de hoy día con cierta probabilidad no corresponde a la pronunciación original, pero también a la posible conexión etimológica del nombre Chimú —al menos en uno de sus sentidos— con el verbo mochica <chīm> ‘bailar’.

En el ámbito metodológico, he enfatizado la necesidad de tener en cuenta la diversidad lingüística de la costa norte peruana en tiempos prehispánicos. Además, las pesquisas aludidas en el artículo presente dejan ver que un examen detenido de las fuentes puede necesitar reconsideraciones de hipótesis que parecen a primera vista convincentes y lógicas. Así, la atribución del topónimo Chan Chan al fondo toponímico quingnam con base en su estructura reduplicada se ve compleja por los modos de escribir tempranos que hacen probable otra pronunciación en el siglo XIV. De igual manera, la identificación de la silaba fi nal de Yomayoguam con mochica <an> casa, que recibe un soporte inmenso por testimonios de los chimúes, resulta menos probable considerando más datos toponímicos de forma comparativa.

Notas

1. Topic (2003) las interpreta como los puestos de trabajo de funcionarios de la administración chimú.

2. Sin embargo, como me recuerda Willem Adelaar en comunicación personal, hay que apuntalar que <Canda> hace pensar también a la terminación frecuente -ganda en el área toponímica de la lengua Culli en la sierra nor-central (compárese Adelaar, 1988, p. 116). En terminaciones, las consonantes iniciales suelen ser sonoras por un proceso fonológico, así que en aislamiento se esperaría <canda->. Además, mientras que el área nuclear de la lengua culli era la sierra, hay algunos topónimos aislados cerca de la costa (Adelaar, 1988, p. 123; Torero, 1989, p. 227; Urban, en prensa [a]). Sin embargo, no se conoce ningún caso del elemento <-ganda> en aislamiento.

3. Por fin, aduciendo un testamento del año 1679 que menciona Chechengo como nombre de un asiento, Zevallos Quiñones ([1995] 2010, p. 15) pregunta si "¿podría ser CHECHENGO el antecedente quingñam [sic!] más puro del ahora barbarizado CHAN CHAN?". En primer lugar, como hemos visto, las formas <Cauchan> y <Canda> sugieren otras propiedades fonéticas que no son congruentes con la idea de que Chechengo forme parte del conjunto etimológico. Cabe señalar que, además, resulta un problema lógico con esta propuesta, ya que implica identidad diacrónica de los nombres. Sin embargo, como veremos más adelante, al mismo tiempo Zevallos Quiñones ([1995] 2010, pp. 12-15) argumenta que Chan Chan era solo el nombre de un paraje dentro del conjunto de Chan Chan.

4. Quizá sea por la semántica discrepante que Zevallos Quiñones ([1995] 2010, p. 12) no había reconocido que Vázquez de Espinosa sí menciona el nombre Chan Chan.

5. También el mochica tiene algunas palabras de este tipo (véase Urban, en prensa [a])

6. La autenticidad de la información dada por de la Carrera está garantizada por Brüning (2017) quien transcribe el nombre de manera independiente y con la misma referencia cómo <dsö̊́morr>, <dsö̆́morr>.

7. Dicho esto, hay que añadir que no se puede excluir préstamo de manera defi nitiva, ya que quechua wakča ‘pobre’ resulta adaptado al mochica como <faccma>. Sin embargo, en esta equivalencia fonética no hay regularidad (Cerrón-Palomino, 1989, pp. 51-52).

8. Delibes Mateos (2012, p. 90) cita una presentación de Julio Cesar Fernández Alvarado titulada "AN, la morada de los ancestros, en la antigua costa norte lambayecana del Perú", que queda sin publicar, que también menciona un "sufijo" -an y en la que, por lo tanto, parece que se ha argumentado en el mismo sentido.

9. Otros diferentes modos de escribir este nombre que subraya la dificultad en lo fonético del nombre para el oído español. Entre ellos se hallan Yomayuguan, Yumayugua, Yamayuguan, Yunayguan, Yomayocguan (Ramírez 1996, p. 196), e incluso Yuamiguan (Zevallos Quiñones, 1993, p. 84).

10. Delibes Mateos (2012, p. 94) ya claramente vio el paralelismo formal entre algunos de los nombres de las huacas.

11. Es posible que también Talpagua pertenezca al mismo conjunto de topónimos a pesar de la falta de la nasal final. En 1782 se la describe como caracterizada "por su corpulencia" (Zevallos Quiñones, [1995] 2010, p. 20), hecho que parece encajar bien con la talla de Yomayoguan.

 

Referencias bibliográficas

Adelaar, W. F.H. (1988). Search for the Culli language. En M. Jansen, P. van der Loo y R. Manning, Continuity and identity in Native America. Essays in honor of Benedikt Hartmann (pp. 175-210). Leiden, Holanda: E. J. Brill.

Anónimo. (1948). Palabras de Aliento. En F. de Loayza, Fray Calixto Tupak Inka. Documentos originales y, en su mayoría, totalmente desconocidos, auténticos, de este apóstol indio, valiente defensor de su raza, desde el año de 1746 a 1760. Las doce dudas. Códice del año de 1570, de autor anónimo. Bibliografía particular del indígena. Se escribió el año de 1928 por José Domingo Chokewanka (pp. v-ix). Lima, Perú: D. Miranda.

Baumann, H. (1966). Oro y dioses del Perú. Barcelona, España: Editorial Juventud.

Brüning, H. H. (2017). Diccionario etnográfi co de la costa y sierra norte del Perú. Ed. por M. Urban y R. Eloranta Barrera-Virhuez. Lambayeque-Lima, Perú: Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Histórico Sociales y Educación, Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Cabero, M. A. (1906). El corregimiento de Saña y el problema histórico de la fundación de Trujillo II. Revista Histórica, 1, 337-373.

Calancha, A. de la. (1638). Coronica moralizada del orden de San Avgvstin en el Perv, con svcesos egenplares en esta monarqvia. Barcelona, España: Pedro Lacavalleria.

Carrera, F. de la. (1644). El arte de la lengva yvnga de los valles del obispado de Truxillo del Peru, con vn confessonario, y todas las oraciones christianas, traducidas en la lengua, y otras cosas. Lima, Perú: Joseph Contreras.

Cerrón-Palomino, R. (1989). Quechua y mochica: lenguas en contacto. Lexis, 13(1), 47-68. http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/view/5371.

Cieza de León, P. (1922 [1553]). La crónica del Perú. Madrid, España: Calpe.

Cusihuamán G., A. (1976). Diccionario quechua: Cuzco-Collao. Lima, Perú: Ministerio de Educación, Instituto de Estudios Peruanos.

Delibes Mateos, R. (2012). Desenterrando tesoros en el siglo XVI. Compañías de huaca y participación indígena en Trujillo del Perú. Sevilla, España: Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones.

Dench, A. (1995). Comparative reconstitution. En C. Smith y D. Bentley, Historical linguistics 1995. Selected papers from the 12th international conference on historical linguistics, Manchester, August 1995, vol. 1.: general issues and non-germanic languages (pp. 57-72). Ámsterdam-Filadelfia, Holanda-EE. UU.: John Benjamins.

Feijoo, M. (1763). Relación descriptiva de la ciudad, y provincia de Truxillo del Perú, con noticias exactas de su estado político según el Real orden dirigido al Excelentísimo Señor Virrey Conde de Super-Unda. Madrid, España: Imprenta del Real y Supremo Consejo de las Indias.

Garcilaso de la Vega, Inca. (1609). Primera parte de los commentarios reales, qve tratan origen de los yncas, reyes qve fveron del Perv, de sv idolatría, leyes, y gouierno en paz y en guerra: de sus vidas y conquistas, y de todo lo que fue aquel Imperio y su Republica, antes que los Españoles les passaran a el. Lisboa, Portugal: Pedro Crasbeeck.

Jerez, F. de. (1853 [1534]). Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco, llamada la Nueva-Castilla, conquistada por Francisco Pizarro, capitán de la sacra, católica, cesárea majestad del Emperador nuestro señor. En E. de Vedia, Historiadores primitivos de Indias, vol. 2 (pp. 319-348). Madrid, España: Imprenta y Estereotipía de M. Rivadeneyra.

Jiménez de la Espada, M. Ed. (1892). Una antigualla Peruana. Madrid, España: Manuel Ginés Hernández.

Horkheimer, H. (1944). Vistas arqueológicas del noroeste del Perú. Trujillo, Perú: Librería e imprenta Moreno.

Hovdhaugen, E. (2004). Mochica. Múnich, Alemania: LINCOM Europa.

Kimmich, J. (1917). Origen de los Chimus. Pruebas lingüísticas y antropológicas. Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, 33, 343-358.

Lecuanda, D. J. I. De. (1861 [1793]). Descripción geográfi ca de la ciudad y partido de Trujillo. En M. A. Fuentes, Antiguo Mercurio Peruano, vol. 2.: escritos sobre historia, viajes, misiones y descripciones geográfi cas y políticas (pp. 111-177). Lima, Perú: Felipe Bailly.

Mayer, E. F. (1982). Chanchán. Vorspanische Stadt in Nordperu. Múnich, Alemania: C.H. Beck.

Middendorf, E. W. (1892). Das Muchik oder die Chimu-Sprache, mit einer Einleitung über die Culturvölker, die gleichzeitig mit den Inkas und Aimaras in Südamerika lebten, und einem Anhang über die Chibcha-Sprache. Leipzig, Alemania: F. A. Brockhaus.

Middendorf, E. W. (1894). Peru. Beobachtungen und Studien über das Land und seine Bewohner während eines 25jährigen Aufenthalts, vol. 2: Das Küstenland von Peru. Berlín, Alemania: Robert Oppenheim (Gustav Schmidt).

Moore, J. D. y Mackey, C. J. (2008). The Chimú empire. En H. Silverman y W. Isbell, Handbook of South American archaeology (pp. 783-808). Nueva York, EE. UU.: Springer.

Ore, L. H. (1607). Ritvale, sev manvale Pervanvm, et forma brevis administrandi apud Indos sacrosancta Baptismi, Pœnitentiæ, Eucharistiæ, Matrimonij, & Extremæ vnctionis Sacramenta. Naples, EE. UU.: Io. Iacobus Carlinus & Constantinus Vitalis.

Oviedo y Valdés, G. F. De. (1855 [~1535]). Historia general y natural de las Indias, islas y tierra-fi rme del mar océano, tercera Parte, vol. 4. Ed. por J. A. de los Ríos (ed.). Madrid, España: Imprenta de la Real Academia Española de la Historia.

Paredes Núñez, A. (2010). Complejo arqueológico Chan Chan: los conjuntos amurallados y sus nominaciones. Pueblo Continente, 21(1), 53-58. http://journal.upao.edu.pe/PuebloContinente/article/viewFile/511/473

Pinillos R., A. (1980). Chan Chan. Visión de la metrópoli del valle Chimor, derrotero para una visita turí stica. Trujillo, Perú: Oro Chimu.

Pollard Rowe, A. (1980). Textiles from the burial platform of Las Avispas at Chan Chan, Ñawpa Pacha, 18, 81-148. https://www.jstor.org/stable/27977709?seq=1#page_scan_tab_contents

Quilter, J., Zender, M., Spalding, K., Jordán, R. F., Gálvez Mora, C. & Castañeda Murga, J. (2010). Traces of a lost language and number system discovered on the North Coast of Peru. American Anthropologist, 112(3), 357-369. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1548-1433.2010.01245.x/abstract

Ramírez, S. E. (1996). The world upside down. Cross-cultural contact and conflict in sixteenth-century Peru. Stanford, EE. UU.: Stanford University Press.

Ravines, R. (1980). Chanchán. Metrópoli chimú. Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos, Instituto de Investigació n Tecnoló gica, Industrial y de Normas Té cnicas.

Rostworowski de Diez Canseco, M. (1985). Patronyms with the consonant F in the Guarangas of Cajamarca. En S. Masuda, I. Shimada y C. Morris, Andean ecology and civilization. An interdisciplinary perspective on Andean ecological complementarity (pp. 401-421). Tokio, Japón: University of Tokyo Press.

Salas García, J. A. (2010). La lengua Pescadora. Boletín de la Academía Peruana de la Lengua, 50, 83-128.

Sarmiento de Gamboa, P. (2007 [1572]). The history of the Incas. Ed. y trad. por B. S. Bauer & V. Smith. Austin, EE. UU.: University of Texas Press. Seeler, R. (2001). Peru und Bolivien. Indianerkulturen, Inka-Ruinen und barocke Kolonialpracht der Andenstaaten. Ostfi ldern, Alemania: DuMont.

Topic, J. R. (2003). From stewards to bureaucrats: architecture and information flow at Chan Chan, Peru. Latin American Antiquity, 14(3), 243-274. https://www.jstor.org/stable/3557559

Torero, A. (1989). Areas toponímicas e idiomas en la sierra norte peruana. Un trabajo de recuperación lingüística. Revista Andina, 7(1), 217-257. http://www.revistaandinacbc.com/wp-content/uploads/2016/ra13/ra-13-198904.pdf

Urban, M. (En prensa [a]). Lost languages of the Peruvian North Coast. Berlín, Alemania: Instituto Ibero-Americano.

Urban, M. (En prensa [b]). ¿Multilingüismo prehispánico en la costa norte del Perú? Una exploración de las evidencias. Umbral.

Vázquez de Espinosa, A. (1948 [1620]). Compendio y descripción de las indias occidentales. Ed. por C. U. Clark. Washington, EE. UU.: The Smithsonian Institution.

Von Bayern, T. (1908). Reisestudien aus dem westlichen Südamerika, vol. 2. Berlín, Alemania: Dietrich Reimer (Ernst Vohsen).

Zevallos Quiñones, J. (1975). Algunas palabras indígenas de la región de Trujillo. En R. Avalos de Matos y R. Ravines, Lingüística e indigenismo moderno de América (trabajos presentados al XXXIX Congreso Internacional de Americanistas), vol. 5 (pp. 261-268). Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos.

Zevallos Quiñones, J. (1993). Toponimia Chimú. Trujillo, Perú: Fundación Alfredo Pinillos Goicochea.

Zevallos Quiñones, J. (2010 [1995]). Supervivencia de Chan Chan: Notas para su estudio. Pueblo Continente, 21(1), pp. 8-26. http://journal.upao.edu.pe/PuebloContinente/article/view/507/471

 

Recibido: 12.10.17

Aceptado: 19.11.17

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons