Homenaje
1Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú
2Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú Contacto: lis.arevalo@pucp.pe
Resumen
El presente artículo examina, en Diario de Santa María (2008), la presencia de un tópico recurrente en la producción discursiva de Edgardo Rivera Martínez: la vocación literaria como mecanismo de rechazo del autoritarismo y de las imposiciones del orden establecido. En la novela mencionada, los dos personajes principales, Felicia y Solange, se enfrentan al poder represivo de la educación femenina de su época y logran aspirar a proyectos de vida diferentes de los que les ofrece el sistema de sexo/género de su entorno gracias a su vocación artística.
Palabras claves: Rivera Martínez, Diario de Santa María, Escuela, Autoritarismo, Vocación artística, Vocación literaria.
Abstract
This article examines in Diario de Santa María (2008) the presence of a recurrent topic in Edgardo Rivera Martinezs discursive production: literary vocation as a mechanism of rejection of authoritarianism and the impositions of the established order. In the above mentioned novel, the two main characters, Felicia and Solange, face the repressive power of feminine education of their time and they aspire to different life projects than those offered by the sex/gender system of their environment thanks to their artistic vocation.
Keywords: Rivera Martinez, Diario de Santa Maria, School, Authoritarianism, Artistic vocation, Literary vocation.
Diario de Santa María (2008) es la tercera y penúltima novela de Edgardo Rivera Martínez, quien después de País de Jauja (1993) y Libro del amor y de las profecías (1999), incursionó nuevamente en el género con un relato más breve que los dos anteriores, pero con mayor enfoque en el desarrollo de la conciencia del personaje y en la reflexión acerca de la vocación literaria: Diario de Santa María es, como País de Jauja, un bildungsroman o novela de aprendizaje. De acuerdo con Víctor Escudero, este tipo de relato aborda la peripecia de un personaje en su camino hacia la adultez y, en esta vía, ocurre la progresiva construcción de su conciencia y su identidad (Escudero 2). Las dos novelas antes mencionadas relatan el recorrido hacia la construcción de la vocación literaria y cómo sus personajes, parten de la escritura íntima hacia el deseo de dedicarse profesionalmente a a la literatura: a hacer de la escritura una práctica que trascienda los cuadernos secretos de la vida escolar. En el presente trabajo analizaremos cómo en Diario de Santa María (DSM) se reactualiza el leitmotiv de la vocación literaria que cuestiona el sistema de sexo/género imperante y propone alternativas para cuestionar el orden hegemónico impuesto por la formación escolar religiosa.
En la producción discursiva de Edgardo Rivera Martínez es fundamental el tópico de la vocación artística, especialmente el de la vocación literaria. Se puede observar que, tanto en sus cuentos como en sus novelas, el arte literario, la poesía, la narrativa, y la creación artística en general, son representados como instrumentos de rechazo y lucha contra la opresión y el abuso de poder. Sus personajes están constantemente vinculados, a través de la lectura y escritura literarias, al cuestionamiento de las convenciones sociales y del orden establecido. La literatura constituye, en la gran mayoría de los mundos ficcionales del autor, fuente principal de conocimiento y lucidez: leer y escribir son acciones subversivas que les permiten a los personajes cuestionar la realidad y construir proyectos de vida no convencionales.
Como antes se mencionara, en País de Jauja se presenta la primera propuesta de novela de aprendizaje en que la escritura anima al joven escritor a autoanalizarse y a apreciar su entorno para cuestionarlo. Si bien no hay referencias
directas a una dictadura o a un sistema opresivo, la escritura del personaje principal, Claudio Alaya es también una vía de evasión y de crítica a las costumbres de su entorno. A través de las notas de sus cuadernos secretos, Claudio ensaya, tergiversa hechos, los reelabora y descubre el placer de escribir y los alcances de la ficción en el mundo real.
En segundo lugar, se podría mencionar El libro del amor y de las profecías como un relato en el que la escritura es también instrumento de observación y crítica de la realidad. Si bien no tan joven como el anterior protagonista, también es un aprendiz de escritor el que comienza un diario en el que se entrelazan lo sobrenatural y lo cotidiano de la vida en Jauja. Sin embargo, Juan Uscamayta no solo describe su ciudad natal y sus circunstancias, sino que elabora juicios sobre lo risible de las convenciones y costumbres de sus conciudadanos y arremete contra el abuso de autoridad y la prepotencia de quienes ostentan el poder.
Un tercer caso de la presencia del tópico del escritor que va desarrollando autoconciencia al escribir se encontraría en el cuento Mi amigo Odysseus, que integra el conjunto de relatos de Danzantes de la noche y de la muerte (2006). En dicha narración se relata la historia de la amistad entre Tobías, un adolescente de aproximadamente 16 años, y Odysseus Delauri, escritor griego que comparte poesía y conversaciones literarias con su joven interlocutor, y lo conduce al interés por la práctica literaria. Odysseus no solo consigue que su amigo Tobías se interese por los poemas de Konstantin Kavafis, sino que además se solidarice con su situación de ciudadano perseguido por una dictadura. Indignado por las circunstancias adversas que atraviesa su amigo escritor, encuentra en este sentimiento el primer impulso para su quehacer poético:
Después, en súbito impulso, me senté en mi cuarto ante mi mesa, y por primera vez en mi vida escribí un poema. Sí, unos versos en que hablaba del sufrimiento, de la desesperanza, de la injusticia, pero también de la amistad (...). Y sentí entonces que de algún modo se atenuaba, al menos por ese momento, la mezcla de indignación y de pena que embargaba (...). Y tuve la certeza, entonces, gracias a Odysseus, de que mi camino, mi verdadero camino estaba en la poesía (113).
En este relato se encuentran ya todos los elementos que Rivera Martínez desarrollaría años después en su tercera novela: amistad, juventud, poesía, indignación, rechazo a la opresión, primer impulso de escritura, descubrimiento de la verdadera vocación. Rivera Martínez reuniría los motivos antes mencionados con el de la construcción de la identidad y retomaría el tópico de la vocación literaria como respuesta liberadora ante la opresión y el abuso de poder en DSM. A diferencia de los anteriores, este relato presenta personajes principales femeninos: Felicia, una joven jaujina y Solange, su compañera francesa de estudios y habitación. Ambas viven internas en un colegio religioso para señoritas en el Valle del Mantaro e intercambian sentimientos y creaciones propias. Solange comparte con su compañera de habitación su interés por el dibujo y la pintura, así como sus primeros bocetos y acuarelas, mientras que Felicia le ofrece a cambio la lectura de sus primeros poemas.
Las protagonistas desarrollan una relación idílica que llega incluso a la atracción física entre ambas; sin embargo la armonía en que viven es constantemente amenazada por el rigor y autoritarismo de la organización que regenta esta institución escolar en la que se encuentran cursando sus últimos años de secundaria. El Colegio de Educandas de Nuestra Señora de Santa María es una institución patrocinada por una congregación religiosa femenina. Las preceptoras, religiosas todas, desconfían de las jóvenes autónomas, poco dóciles como Solange, quien parece no mostrar, como sus pares peruanas, el mismo respeto por la disciplina y los reglamentos de la escuela. Por consiguiente, vigilan a la alumna francesa, la hostilizan y se oponen a los libres intercambios de música, literatura y secretos que hay entre ella y las demás estudiantes, especialmente con Felicia de los Rìos Salcedo. Esta última también les parece sospechosa desde su llegada al colegio, pues es una joven demasiado "lectora" para el gusto de las religiosas:
""Examinó mis certificados y me hizo varias preguntas. A todo le respondí a mi modo, que algunos consideran, aunque esa no sea mi intención, cortés pero lacónico. Comentó después: "Tiene muy buenas notas en Literatura y en Historia, y sin duda se expresa muy bien". "Felicia es muy buena lectora", dijo mi madre. "Ah", respondió la religiosa, con aire que me pareció algo suspicaz (...) Y creyó conveniente agregar mirándome a los ojos: "Este lugar es muy tranquilo, así que las jóvenes pueden dedicarse por completo a sus estudios y a sus devociones, y a cultivarse como señoritas recatadas" (25)
Así, se observa que la escuela es representada en la novela como un espacio de represión en el que es preferible que las jóvenes no se acerquen a la lectura y en que la mayoría de libros son rechazados por el temor a que sean fuente de contagio de malas costumbres. Subyace en la novela una crítica a la pedagogía tradicional y a la univocidad del conocimiento en la escuela. Un ejemplo lo encontramos en la escena de la clase de literatura, que es dictada por una estricta religiosa y se exige repeticiones de reglas de construcción poética, temas que se oponen a los constantes descubrimientos literarios de las protagonistas. Solange domina las reglas enseñadas con facilidad y es capaz de explicar sin temor lo aprendido, lo cual acrecienta la desconfianza de sus profesoras, quienes esperan de sus estudiantes sumisión y silencio:
Vaya usted a la pizarra y analice la sintaxis de la cita de Espronceda que he escrito ahí Puedo hacerlo desde aquí ¿No ha oído? ¡Le ordeno que vaya! Mi amiga se levantó entonces de mala gana y se dirigió al lugar indicado. Y ahí, con el mismo aire y con cierta lentitud, pero sin vacilar, procedió a cumplir con lo dispuesto, y, para mi sorpresa, sin cometer ningún error. Se dio vuelta luego y miró a la monja con expresión entre aburrida y, me pareció, algo burlona. Ella no se dio por satisfecha, y con la misma voz que antes dijo: Traslade ahora lo afirmado ahí al modo subjuntivo (160)
En la novela hay una evidente oposición entre el conocimiento oficial impartido por la escuela: la lectura y escritura como formas de conocimiento represivas y violentas, que limitan la creatividad, generan hastío y rebeldía; y la letra prohibida, los llamados libros impúdicos" por la profesora de literatura (160); la escritura secreta, no oficial, íntima, instrumento liberador, feliz, que genera encuentro y conocimiento. Solange y Felicia están obligadas a oscilar entre ambos espacios y su vida transcurre entre el aprendizaje monótono y los momentos libres para discutir sobre poesía femenina contemporánea francesa, las canciones populares, la poesía peruana de moda en los años treinta, el tiempo de la historia de la novela, etc. La libertad de escoger qué leer, qué aprender y cómo hacerlo es considerada una falta de respeto a las autoridades escolares. Así, en DSM se actualiza también debates sobre los paradigmas educativos imperantes y una visión acerca del aprendizaje de la lectura y escritura.
El desarrollo de la vocación literaria de Felicia surge fuera del aula de clases, en que a través de lecturas sugeridas y elegidas por ellas mismas, las jóvenes se acercan a la poesía de César Vallejo o José María Arguedas, o a los versos de la poetisa Safo, que son leídos a escondidas de las religiosas. El entretejimiento cultural (Rivera Martínez en Ferreira, 2006), concepto que constituye también uno de los pilares de la poética de Rivera Martínez, es también entretejimiento literario en DSM: la vocación artística se nutre de fuentes diversas, de todos los países, de todos los tiempos, de lecturas voluntariamente elegidas por la curiosidad de las protagonistas. A pesar de todo el disfrute que encuentran en la poesía, las jóvenes llegan a advertir que los conocimientos placenteros se oponen a los preceptos que dominan en la institución. Son el dormitorio o el patio de recreo los lugares en que se producen los mayores aprendizajes de las protagonistas. Lejos de la organización opresiva de la escuela van configurando su identidad y su vocación artística.
Felicia ha llegado a advertir los mecanismos de poder a los que debe someterse para lograr sus objetivos. A pesar de que su familia eligió la educación religiosa para ella, Felicia tiene capacidad y libertad para criticar los métodos de disciplina y enseñanza del colegio en su entorno familiar. Acepta temporalmente obedecer las reglas como parte de sus planes, pero usa como vía de liberación la escritura de un diario íntimo: en un bolsillo secreto de su maleta esconde las páginas que escribe sobre su vida y sus sentimientos. Luego, en los días en que puede pasar en su casa, transcribe con cuidado en un cuaderno las páginas de lo que escribió a escondidas en el internado:
Hace poco escribí unos versos que he traído, y que a esta hora de la noche, aquí en casa, he releído a mi gusto y he corregido. Y no solo eso, sino que también los he transcrito, con la especial satisfacción que ello me da, en el hermoso cuaderno que he destinado para ello. Pero voy a copiar en este algunos de ellos. Será como tender un puente entre mis dos formas de escritura (2008:145)
A través de su escritura, Felicia rechaza de forma simbólica el autoritarismo que impera en el internado y logra, a través de la palabra escrita superar la resignación simbólica a la que se refiere Pierre Bourdieu en La dominación masculina, actitud que consistiría en la común resignación de la mayoría de mujeres a confirmar con sus actos todos los prejuicios que se ciernen sobre ellas. El ordenamiento del mundo y las categorías construidas desde la dominación logran que las mujeres se autodeprecien y autodenigren, y que después de haber atravesado este proceso de autodevaluación, contribuyan a perpetuar y aumentar el capital simbólico del hombre (Bourdieu 51). Felicia es consciente de la violencia simbólica que las mujeres padecen en a su alrededor y utiliza la escritura como defensa de su vida: a través de su diario, se representa a sí misma y a su mundo, y a partir de esa representación perfila su identidad personal. Para Manuel Hierro, el diario es el espacio literario en el cual el sujeto encuentra el valor de su situación y la capacidad de dar cuenta de sí mismo (106). Con la escritura del diario, Felicia busca la trascendencia de sus ideas y se niega a aceptar los mandatos de la Iglesia y la escuela. A partir del descubrimiento de la vocación literaria, la joven jaujina se anima a realizar un proyecto de vida orientado a la consecución de sus propios deseos y rechaza todo tipo de imposición de comportamiento: ella puede y debe escribir, y no seguirá, como su familia esperaba, estudios para ser preceptora de niños, que es al parecer lo que en su mundo es lo más aceptable para una joven de su condición socio-económica. Oponiéndose a esta posibilidad, Felicia pide permiso para postular a la universidad en la capital y su tío, jefe de familia, acepta darle apoyo después de leer sus poemas.
demás, la indignación y la solidaridad ante el abuso de poder hacen que Felicia decida definitivamente dedicarse a la literatura. La decisión final de Felicia es reforzada por un incidente: una de las religiosas viola la correspondencia que Solange recibe de su padre y cuando es reprendida por la estudiante por este mal proceder, la religiosa golpea a la alumna francesa. Felicia solo puede escribir ante todo lo acontecido. No puede enfrentarse a las religiosas, no puede defender directamente a Solange, pues cualquier acto de rebeldía podría haber afectado sus proyectos académicos futuros. Solo puede expresar su profunda indignación en las páginas de su diario. La escritura construye en el personaje de Felicia conciencia y necesidad de encuentro individual. Ella, luego de terminar su diario, concluye en que debe dejar Jauja y seguir su vocación en un mundo no entendido como femenino. El mundo académico literario es un espacio considerado masculino, al que pocas mujeres han podido acceder:
Mi vocación, insisto en ello, está en la poesía, o para decirlo de una manera más amplia, en las letras, y creo que debería hablar al respecto de una manera más clara y firme con mi madre y con mi tío, para que me ayuden a realizar lo que proyecto, aun cuando la presencia de una mujer en esa Facultad debe ser todavía algo rara (117)
Felicia no teme entrar en el mundo de los hombres y según el sobrino que halla su diario muchos años después, Felicia llega a publicar libros, a ser madre, escritora comprometida con el feminismo y logra su deseo de vivir escribiendo. Consideramos que en el relato subyace también un agudo cuestionamiento a la división sexual del trabajo, a las dicotomías y jerarquías que dividen el espacio laboral en masculino y femenino, y que impiden el desarrollo de las capacidades reales de las personas.
Felicia y Solange son, a nuestro parecer, personajes atípicos de la literatura peruana, en la que mayoritariamente las mujeres son representadas en sus roles tradicionales: amas de casa, madres, amantes, enamoradas, entes que existen en relación a alguien más, "mujeres de alguien". Los personajes femeninos peruanos tienen identidades reconocibles, pero son aun escasos los que poseen voz propia o los que establecen vínculos afectivos entre sí, sin pasar por el parentesco o relación amorosa con los personajes masculinos. En DSM, es la lectura, la literatura, el conocimiento de los textos literarios, tanto los de su entorno como los de la literatura clásica occidental, los que ayudan a Felicia a establecer una estrecha relación con Solange, una relación que si bien no llega a subvertir el orden falocéntrico imperante, se puede considerar novedosa en el espectro de personajes más bien conservadores de la literatura peruana. En un artículo sobre la novela Ximena de dos caminos de Laura Riesco, Yolanda Westphalen señala la existencia de un antecedente de la representación de
la mujer que escribe y se interpela a sí misma desde su adultez. La novela de Riesco es un primer ejemplo de novela en que el personaje femenino de la escritora elabora reflexiones metaficcionales sobre su propia práctica escritural. De la misma manera, DSM podría ser considerada una novela sobre el oficio de escribir, puesto que en su estructura narrativa hay conciencia sobre la misma práctica de la escritura, sobre el quehacer literario desde la perspectiva del personaje femenino. La literatura ofrece para estos personajes la posibilidad de abandonar el destino que el sistema de sexo-género les ofrece. Ella toma la decisión de optar por una alternativa que le demandará más esfuerzo y que no le ofrecerá la tranquilidad pasiva de una vida como preceptora de niños. Felicia entiende la idea de progreso no como sacrificio y resignación que serán premiados en otra vida, sino como alternativa de placer que le dejará desarrollar su habilidad para escribir.
Felicia es, como anteriormente se mencionó, un personaje peculiar en la literatura peruana no solo por su relación con Solange, sino porque es una escritora. La gran mayoría de los personajes escritores siempre son masculinos. Felicia es una mujer que escribe y se construye a partir de su propia práctica intelectual y de sus propios deseos y necesidades. No es personaje femenino desarrollado principalmente desde su corporeidad o por su vínculo con un protagonista masculino. Su particularidad esencial su interés en el conocimiento humano y la creación explícita de conocimiento válido para su entorno. Y su capacidad de reacción y acción ante la injusticia y la disciplina irracional de la escuela.
En el presente trabajo hemos podido constatar cómo Edgardo Rivera Martínez, a lo largo de su producción discursiva, sugiere constantemente que la literatura y el arte en general constituyen vías imprescindibles de construcción de conocimiento y de futuro. Así, Diario de Santa María es una novela que invita al debate sobre diversos aspectos desatendidos de la realidad peruana e interpela al lector al presentar la vocación literaria como un ejercicio de libertad y de rechazo de cualquier tipo de autoritarismo y opresión.
Referencias bibliográficas
BOURDIEU, Pierre (1998) La dominación masculina. Barcelona: Siglo XXI.
ESCUDERO, Víctor (2007) Reflexiones sobre el sujeto en el primer bildungsroman. Trabajo de investigación realizado para obtener el Máster en Construcción y representación de identidades culturales, Universitat de Barcelona.
FERREIRA, César (ed.) (2006) Edgardo Rivera Martínez: nuevas lecturas. Lima: Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo (1999) Libro del amor y de las profecías. Bogotá: Peisa.
RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo (2001) [1993] País de Jauja. Lima: Peisa.
RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo (2006) Danzantes de la noche y de la muerte y otros relatos. Lima: Alfaguara.
RIVERA MARTÍNEZ, Edgardo (2008) Diario de Santa María. Lima: Alfaguara.
WESTPHALEN, Yolanda (1999) Visión social y de género en Ximena de dos caminos en Escritura y Pensamiento, 4; pp. 107-116.
Recibido: 12/8/2015
Aceptado: 10/10/2015