Estudios
Gonzalo Cea Monsalves1
1Universidad de Concepción, Chile Contacto: gonzalo.cea.monsalves@gmail.com Resumen Este artículo aborda la presencia de la intertextualidad en dos relatos del escritor peruano Clemente Palma. El análisis sugiere que la reescritura de textos religiosos es fundamental para entender la estética del autor peruano. A través de este procedimiento intertextual, Clemente Palma plantea la desacralización del discurso religioso y una nueva lectura del equilibrio universal vinculada a la transformación del carácter tradicional de Cristo. De esta forma, la intertextualidad puede ser concebida como procedimiento herético, en tanto reescribe el discurso religioso. Esta investigación sostiene que la finalidad de la desacralización es proponer un nuevo equilibrio universal en el que el mal parece ser la respuesta de esa búsqueda. Palabras claves: Intertextualidad, reescritura, Clemente Palma, desacralización, herejía. Abstract This article analyzes the presence of intertextuality in two tales of the peruvian writer Clemente Palma. Analysis suggests that the rewriting of religious speechs is important for understand the peruvian writer’s aesthetic. Throught of this intertextual procedure, Clemente Palma proposes the desecration of religious speech and a new reading of universal equilibrium linked with transformation of Jesus’ personality. Furthermore, intertextuality can be conceived as heretic procedure, while rewrites religious discourse. This research argues that the purpose of desecration is create a new universal equilibrium where the evil is the answer. Keywords: Intertextuality, rewriting, Clemente Palma, desecration, heresy. Clemente Palma (1872-1946) fue un escritor peruano que desarrolló su obra narrativa en perpetuo diálogo con la estética decadentista del modernismo y con la tradición literaria, mitológica y cristiana. Sobre la base de esta construcción dialógica, es posible observar cómo su escritura se construye en función de procedimientos intertextuales. El procedimiento sobre el que el autor peruano basa su trabajo intertextual se relaciona con la transformación y réplica del texto literario. Según Julia Kristeva: El texto literario se inserta en el conjunto de los textos: es una escritura-réplica (función o negación) de otro (de los otros) texto (s). Por su manera de escribir leyendo el corpus literario anterior o sincrónico, el autor vive en la historia, y la sociedad se escribe en el texto. La ciencia paragramática debe pues tener en cuenta una ambivalencia: el lenguaje poético es un diálogo de los discursos. Un texto extranjero entra en la red de la escritura: ésta lo absorbe según leyes específicas que aún están por descubrir. Así en el paragrama de un texto funcionan todos los textos del espacio leído por el escritor. En una sociedad, alienada a partir de su propia alienación, el escritor participa mediante una escritura paragramática. (KRISTEVA, 1978: 235-236)1 La idea desarrollada por Kristeva permite entender el procedimiento que Palma utiliza en la construcción de sus relatos, porque en ellos es posible hallar esta escritura-réplica, tanto en función como en negación de otros textos de carácter religioso. El concepto de intertextualidad, presente en la estética del autor, se sostiene, además, sobre la base de la idea de citación y transformación desarrollada por Beristain en Análisis estructural del relato literario, quien señala que "al ser tomado [un elemento intertextual] del texto original se descontextualiza; al entrar en el nuevo texto se recontextualiza y se transforma" (BERISTAIN, 1996: 269). Para el autor esta idea es fundamental, ya que, en efecto, sus relatos incluyen elementos de otros discursos (pictóricos, musicales, literarios, etc.) con el fin de generar una nueva interpretación de la teoría y de la estética literaria, pero por sobre todo, este procedimiento le permite re-leer lo religioso, fundamentalmente, la filosofía judeocristiana. A partir del procedimiento de intertextualidad que desarrolla el autor, es posible observar que dicho recurso puede ser entendido como un discurso herético. Para sostener esta idea se recurre a la acepción etimológica de lo herético quesegún Enrico Riparellise define como: Il termine hairesis sinnifica nella lingua greca una scelta, tipica per esempio dei diversi indirizzi filosofici, senza esprimire con questo una precisa valenza negativa. Nelle lettere paoline, invece indica la divisioni in seno alle comunità cristiane a causa di deviazioni ed errori dottrinali, e tale accezione negativa sarà acquista come defintiva nella storia del cristianesimo. (RIPARELLI, 2006:11) En esta cita, herejía se define como una concepción filosófica distinta a la aceptada tradicionalmente. Se puede afirmar entonces que un proceso intertextual implica una reconstrucción y una relectura de determinados principios estéticos y de particulares tradiciones culturales. En este sentido se interpreta la obra de Clemente Palma como una reescritura del ideal religioso, por lo tanto se constituye como una herramienta intertextual y herética, ya que se relee y reescribe la tradición y se plantea una nueva perspectiva sobre la filosofía que la sostiene. La consecuencia de esta intertextualidad en tanto procedimiento herético es la desacralización. La existencia de Dios no es negada a través de los relatos, pero sí reescriben transgresoramente su carácter y personalidad, lo que produce una vulneración espiritual y material de lo sagrado. "El Quinto Evangelio" El relato "El Quinto Evangelio" refiere la historia de la muerte de Cristo y la última tentación de la que fue víctima. En relato, Jesús es atormentado por Satanás quien sube hasta la cruz y le muestra a través de una visión el fracaso de su obra en la tierra y de su sacrificio. Su acto de amor y fe, se ve derruido a causa de la persistencia y pervivencia del mal. Además, se burla del redentor del mundo, señalando que en el futuro su obra en la tierra será convertida y entendida como la obra de Miguel de Cervantes: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. En este texto la presencia de la intertextualidad adquiere un carácter oscuro y perverso en la medida que Cristo es torturado en su lecho mortuorio. Clemente Palma nos ubica, a través de su relato, en la escena bíblica de la crucifixión y propone al lector un elemento perturbador, que no aparece registrado en los Evangelios: la presencia de Satanás en el Calvario. Pese a que la tradición cristiana señala que era probable que Satanás merodeara la crucifixión para asegurar la muerte efectiva de Cristo, no se consigna en ninguno de los evangelios canónicos su presencia, por lo que Clemente Palma tiene el mérito de incorporarlo explícitamente como parte del relato, quizá, más importante para el cristianismo. En el cuento, la intertextualidad funciona como una escritura-réplica que está en función de la historia bíblica; esto se debe a que el relato se inserta desde su título en dicho correlato. Además, el procedimiento descriptivo, que se hace en el cuento, genera un pacto de inteligibilidad entre el autor y lector. La diégesis desarrollada en el relato permite al lector establecer una relación con el espacio real, en este caso, de las Sagradas Escrituras y con la historia de la crucifixión de Jesús. Más allá del debate de la veracidad de la historia de Cristo, lo importante es que Clemente Palma logra penetrar en el imaginario religioso a través de la intertextualidad para proponer otra lectura de la que yace en el texto bíblico. Satanás se burla de la ingenuidad de Cristo, porque su sacrificio es en vano y nada logrará deshacer y desarraigar lo ocurrido desde el pecado original. La sangre de Jesús es lo único que podría salvar a la humanidad, ya que a través de la piedad, la conmiseración y el agradecimiento, el ser humano se acercaría a Dios. Sin embargo, Satanás le enrostra a Jesús que no habrá tal salvación y que los seres humanos abrazarán el pecado con mayor desenfreno. El plan de salvación, orquestado por Dios, fracasa y la humanidad sucumbe a la destrucción y a la eterna condena, a causa de sus pecados. Como consecuencia de dicha condena, los seres humanos no son redimidos y al no existir redención no tienen sentido la fe ni la religión. El planteamiento que se desprende del relato de Palma explicita la clara relación imposible entre el ser humano y el bien, ya que a pesar de los intentos de Dios por salvar a la humanidad, la seducción por el pecado termina siendo parte fundamental de la vida: Nazareno, has sido un sublime visionario, creíste redimirnos y no nos has redimido. S.M. el Pecado reina hoy tan omnipotente como antes y más que antes. El pecado original, de cuya mancha quisiste lavarnos, es nuestro más deleitoso y adorado pecado. (237) Además, literatura y texto bíblico se funden en una revelación malévola que permite la construcción de una nueva lógica y quizá un nuevo orden teosófico: He aquí, Maestro, que además de los Evangelios que escribirán Mateo, Marcos, Lucas y Juan, se escribirá dentro de diez y seis siglos otro que comenzará así: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…" (238) Satanás anticipa el devenir literario y el futuro de la religión al revelar que la fe y la existencia de Jesús, no van a permanecer en su estado de sagrado y de verdad fundacional, sino que se convertirá en mera literatura. Satanás explica que el quinto Evangelio no será otra cosa que un caso literario: un producto de la creatividad humana, una invención intelectual que disipará cualquier posibilidad de fe en la memoria de la humanidad. Para el lector es clave explicitar el vínculo entre la existencia de Cristo y la creación del personaje de Cervantes. Alonso Quijano decide salvar a la humanidad de sus afecciones y emprende una cruzada idealista para reparar los males que aquejan el mundo. Para el manchego el mundo ha perdido la fe y la sociedad requiere de un hombre que los libere de la decadencia moral y social que perturba la vida de los seres humanos. Durante su viaje, don Quijote comparte su periplo con prostitutas, ladrones y mentirosos, quienes ante sus ojos son grandes señoras y varones. Promete a su acompañante y discípulo, Sancho Panza, una bella ínsula: un lugar hermoso en donde establecer un reino. Don Quijote cree que es un héroe y un redentor de aflicciones en el mundo. Sin embargo, lo único que consigue son insultos, golpes y fracasos que se niega a aceptar. Para la sociedad, don Quijote es un loco que ha perdido la razón, es un advenedizo y un aparecido e improvisado héroe, que se presenta a un mundo que no lo requiere o desea verdadera ayuda de su parte. De un modo similar y quizá intertextual, Cristo viene al mundo para redimir a la humanidad del pecado, reconstituir la verdad en el mundo y a salvar a los seres humanos de los males que los aquejan; a través de la constitución de un nuevo orden espiritual. Del mismo modo que don Quijote, Cristo convive con prostitutas y ladrones, los trata como a iguales porque, pese a que no ama al pecado, ama a los pecadores, ya que sufren y están en perdición. Cristo viene al mundo para redimirlo y promete a la humanidad un palacio en un paraíso terrenal. Sin embargo, recibe a cambio, el insulto, la persecución y la flagelación para luego terminar clavado en una cruz. La diferencia es que Cristo sabe que debe morir, porque cree que de esta forma redimirá y salvará a la humanidad. No obstante, Satanás se encarga de revelarle que al igual que Alonso Quijano, él es un advenedizo que la humanidad no requiere ni tampoco necesita, porque es feliz viviendo en medio del pecado del mundo. Los seres humanos prefieren abrazar el mal y rechazar a este advenedizo que bajo al mundo a restituir el equilibrio a través del bien, pero para Palma esta tarea es imposible porque el equilibrio universal se construye a través de la búsqueda del mal. "Longhino" La novela Longhino es una obra que el autor peruano no logró terminar, pero que arroja antecedentes de la preocupación que persiste en sus producciones a propósito de la reinterpretación y la intertextualidad. Se sostiene que este proyecto literario comenzó en Lima en 1902, pero que luego de un viaje a España, habría sido abandonado por el autor.2Sin embargo, el manuscrito, como consigna Ricardo Sumalavia, fue encontrado posteriormente3. Se sabe, a partir del prólogo que el autor peruano hace de la novela, que tiene su origen en el pasaje bíblico de la muerte de Cristo, pero sobre todo en el incidente en que un centurión romano hiere el costado de Jesús para corroborar si ya estaba muerto. El manuscrito consta de seis partes que van desde los días del ministerio de Jesús hasta su captura. El autor utiliza la historia legendaria de este centurión romano para construir una nueva transgresión. La historia de la participación de este soldado, solo es recogida en el Evangelio canónico de San Juan en capítulo 19 entre los versículos 31 a 34: Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. (San Juan: 19: 32-34) En este pasaje no se señala el nombre del centurión, pero sí aparece en el Evangelio apócrifo de Nicodemo (alrededor del siglo IV d.C), también llamado Acta Pilati (Hechos de Pilatos). Aparentemente, este texto parece haber surgido de las actas oficiales que se conservaron en el pretorio en Jerusalén. Sin embargo, se atribuye su autoría, desde el alegado original hebreo, a Nicodemo. Durante la Edad Media se acuñó el título "Evangelio de Nicodemo" y tuvo gran credibilidad durante ese período, lo que afectó considerablemente las leyendas de la Pasión de Jesucristo. El original fue hecho en griego y traducido a diferentes idiomas: copto, armenio, hebreo y latín, además de diferentes lenguas modernas, hecho que atestigua su popularidad. Las "Actas" están constituidas por tres secciones que revelan desigualdades de estilo. La primera sección (I-XI) contiene el juicio de Jesús basado en el capítulo 23 del Evangelio de San Lucas. La segunda sección abarca los capítulos 12 a 16, y considera la Resurrección. La tercera sección es un apéndice que detalla el Descensus ad Infernos. Ésta no existe en el texto griego, ya que fue añadida con posterioridad. Leucio y Carino, dos almas resucitadas de entre los muertos tras la Crucifixión, refieren al Sanedrín las circunstancias del descenso de Jesús al Limbo. Las "Actas" son de contenido ortodoxo y están libres de la mancha gnóstica. El libro apuntó a satisfacer el deseo de detalles extra-evangélicos concernientes a la figura de Cristo con el fin de fortalecer la fe en su Resurrección, y a la edificación espiritual en general4. En él se consigna lo siguiente: Y el pueblo estaba presente, y los príncipes, los ancianos y los jueces se burlaban de Jesús, diciendo: Puesto que a otros salvó, que se salve a sí mismo. Y si es hijo de Dios, que descienda de la cruz. Y los soldados se mofaban de él, y le ofrecían vinagre mezclado con hiel, exclamando: Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Y un soldado, llamado Longinos, tomando una lanza, le perforó el costado, del cual salió sangre y agua. (Evangelio de Nicodemo, 10:3-5) En este texto se agrega el nombre del famoso soldado romano que San Juan habría suprimido. Según la tradición este soldado no solo es conocido por perforar el costado de Cristo, sino que también por haber pronunciado una célebre frase: "En verdad este era Hijo de Dios", pronunciado durante la muerte de Cristo, lo que lo destaca como el primer convertido al cristianismo. Otros antecedentes posteriores, cuya fidelidad y verosimilitud responden a lo legendario, indican que este centurión padecía de una afección visual que habría sido curada por gotas de sangre de Cristo. Por estas razones la figura de Longhino, pasó a ser fundamental en el proceso de cristianización durante la Edad Media. Actualmente, y por otros hechos fabulosos, Longhino es parte de los santos canonizados y venerados por el Catolicismo. Para Clemente Palma, el tema de la pasión y muerte de Cristo fue parte fundamental de su reflexión filosófica e intelectual, como ya se revisó a propósito del cuento "El quinto evangelio". Sin embargo, por tratarse de una obra inconclusa, solo observamos la visión que Longhino tiene de Cristo. Las acciones de esta novela se mueven en torno a una idea oscura que carcome al narrador protagonista (Longhino). Aparentemente existe un romance prohibido entre Jesús y su amante Zarah. De esta forma los celos son el hilo conductor que propician la fatalidad y la decadencia de lo relatado. En la historia se promueve, por tanto, la sexualización de Jesús: " Sabes Longhino me dijo que este nazareno tiene tanto de profeta como yo de rabino. Por Moisés, que más me parece conspirador que Profeta, más me parece seductor de mujeres que innovador de doctrinas." (128-129). En este sentido podemos hablar de una reescritura del carácter de Jesús, ya que dentro de la tradición cristiana, su figura está carente de cualquier trato sexual propio de la humanidad. En La Biblia no aparecen hechos que den cuenta de alguna supuesta tendencia sexual de Cristo. Es más, cuando es tentado en el desierto por Satanás, dichas tentaciones versan sobre la saciedad del hambre luego de un ayuno de cuarenta días, una prueba de fe consistente en arrojarse al vacío y ser salvado por Dios y la posibilidad de acceder a mucho poder en el mundo. Sin embargo, no aparece ninguna tentación de índole sexual, pese a que en La Biblia es la peor de las tentaciones y la causa de la apostasía de muchos personajes. Sansón por tanto amor que tuvo por Dalila, terminó revelándole la razón de su fuerza, lo que lo transformó en un hombre normal. David asesinó a Urías, el esposo de Betsabé para poder tomarla como esposa. Herodes Antípas asesina a Juan el Bautista como obsequio luego que la hija de Herodías (su esposa) le ejecutara un baile sensual. Lo cierto es que el deseo sexual es pieza fundamental en la Biblia, pero Cristo nunca fue tentadoal menos no aparece registrado en el libro sagrado en lo sexual, por lo tanto no pervive en él algún rasgo que denote su propio sexo. De hecho, tampoco se revela que Jesús haya sido objeto de algún deseo sexual, lo que es completamente normal. A partir de esa lectura, es posible afirmar que el cuento de Clemente Palma transforma la inmaculada y asexuada figura de Cristo para ubicarlo en el centro del deseo sexual. Por una parte los pensamientos celosos de Longhino llevan a que el lector vea con una mirada distinta la figura de Jesús: "¡[…] estaba el maestro, el profeta nuevo, el rabí nazareno, el seductor de nuestras mujeres, el hermoso charlatán, el cerdo miserable venido de pocilgas de Bethleem para prevaricar y fornicar con las mujeres de Hierosolima!" (135) Posteriormente, la sensación de celos de Longhino aumenta y señala: Zarah estaba arrobada en la contemplación de la figura blanca del profeta y toda su vida estaba en su mirada. Le miraba como no me miró jamás a mí, ni en el estremecimiento supremo del amor en el apogeo del placer… Sus labios murmuraban como una declaración tenue y dulcísima de amor. Puse toda mi atención en escucharla y oí que murmuraba: Qué bello es, Jehová, qué bello!... (135) Longhino increpa a Zarah y ella reconoce que lo ama, así que puede matarla si lo desea, el hombre huye con el sentimiento de engaño en su pecho: Al salir del bosquecillo tropecé co un trono derribado y caí; al levantarme miré hacia atrás y vi destacarse, sobre el fondo luminoso de la plazoleta, las siluetas del nazareno y de Zarah en sus rodillas, confundiéndose las túnicas y unidas las cabezas en un beso inextinguible cuyo chasquido eternamente vibrará en mis oídos. (136) La ira opaca a visión de Longhino de tal manera que acusa públicamente que Zarah está en adulterio con un hombre. Ante la Ley ella es culpable y la llevan a los pies de Cristo para ser lapidada. Nuevamente, el autor peruano hace uso de la intertextualidad en tanto escritura réplica, ya que replica la siguiente escena bíblica en que una mujer va a ser lapidada como adúltera: Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, (4) le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. (5) Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? (6) Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. (7) Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. (8) E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. (9) Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. (10) Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? (11) Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. (San Juan 8: 3-11) En este pasaje, Cristo confronta a los acusadores con sus propios pecados, a través de una frase que hizo recordar a todos sus cuitas, mientras escribía en el suelo aquellas faltas. En el relato de Palma no solo se replica el incidente, sino que además agrega que Cristo le habla a cada acusador sobre su falta. El texto de Palma continúa y advierte, desde la perspectiva de Longhino cómo la lujuria avergüenza y sucumbe a Jesús: El impecable miró a la bella y provocativa Galadita y esa sensualidad que llevamos disuelta en la sangre todos los hijos de Israel despertó en él, porque en sus ojos brilló una mirada rápida y luminosa, pero impregnada de lujuria. ¡Luego el profeta de Bethleem ordenó que desataran a Zarah y la condujeran a su casa, en seguida bajó la vista y se puso a escribir signos incomprensibles en el suelo para disimular su turbación. (141) Clemente Palma, a través de Longhino, insiste en destacar la figura sexual de Cristo a través de la reinterpretación y recontextualización de pasajes bíblicos. De hecho, el protagonista, en el relato de Palma, es quien, a modo de venganza, se contacta con Judas para que entregue a Jesús ante Caifás. El ardid que propone el autor genera un diálogo intertextual sutil, ya que ambos discursos funcionan como relecturas y nexos de herejía intertextual, ya que la figura de Cristo, en tanto ser divino y asexuado, es llevada a una reinterpretación vista desde la plétora sexual. Lamentablemente, la obra queda inconclusa y no se puede determinar con certeza el fin de Longhino, a quien la tradición le atribuye hechos fabulosos y que se ha transformado en pieza fundamental en el proceso de conversión al cristianismo. Sin embargo, si seguimos la estética que explora el autor, podemos afirmar que la figura de este personaje se tornará transgresora y herética, ya que se nos revela en la historia su carácter malévolo y además se le construye como el verdadero artífice de la muerte de Cristo. Quizá podemos plantear que, al sucumbir por los celos y al querer ocupar el lugar de Cristo en el corazón de Zarah, Longhino se yergue como otro Satanás, deseoso por ocupar el lugar de Dios en el plan de salvación amatorio que se transfigura en Zarah. Finalmente, la herejía y la blasfemia cumplen un rol esencial en los textos de Palma, ya que permiten la liberación de los personajes del orden establecido, en función de un nuevo orden; que no desconstruye lo otro sino que lo complementa. Muestra dos líneas paralelas que se seducen, se transgreden y se superan constantemente. En las obras citadas, la reescritura y la transgresión del orden tradicional y religioso, sustentan tanto la herejía como la blasfemia que, finalmente, entregan el espacio para la vida. Según Foucault la transgresión no es negativa, ya que "afirma el ser limitado, afirma lo ilimitado en lo que ella brinca, abriéndolo por primera vez a la existencia" (Foucault, 1996:128)5. En este sentido, los personajes de los relatos requieren acceder a un espacio de liberación, sin embargo, las prohibiciones permanecen, en tanto quienes detenten el poder de ejercerlas permanezcan y contengan, en sí mismos, un sentido hegemónico. De esta manera, buscar el caos y la nada implican la destrucción y profanación de lo que sustenta el orden. Por lo mismo profanar la doctrina y mancillar la fe implican una especie de muerte del dogma, en la que es necesario que se supere a Dios. Foucault plantea que "la muerte de Dios, al suprimir de nuestra existencia el límite de lo ilimitado, la reconduce a una experiencia en la que nada puede anunciar la exterioridad del ser, a una experiencia por consiguiente interior y soberana" (1996: 125)6. Es decir, que al eliminar a Dios como representante de lo ilimitado -aquello que los límites humanos no pueden alcanzar ni traspasarla humanidad elimina lo externo y se produce un viaje interno en el que el individuo obtiene en sí mismo el acceso a lo ilimitado. En este sentido, Palma no se atreve a asesinar a Dios, pero solo requiere desacralizarlo para lograr que los personajes se liberen dentro de sí mismos. El autor nos muestra a un Dios que se equivoca, que traza un plan errado, que no comprende a la humanidad y que sucumbe ante la presencia del mal. Por lo tanto, si bien, se nos muestra a un Dios vivo, es un Dios agónico e indigno, al borde de la muerte. He aquí que la presencia del lector es fundamental, puesto que es él quien debe dar el último paso para su absoluta liberación, ya que si Dios se equivoca y el ser humano es consciente de ello, entonces el lector podría ser el encargado de eliminarlo completamente de su vida. El lector, según Palma, decide si asesina a Dios o si entiende que puede seducirlo. Ahora bien, esta seducción se produce en la dinámica del pecado, el arrepentimiento, el perdón y el sacrificio. En ella el hombre peca, se arrepiente, Dios lo perdona y se sacrifica; atrapándolo eternamente en ese juego, ya que se ha impuesto un sacrificio, que es según Bataille, en donde el hombre deja de estar separado de Dios: Los verdugos de Pilatos crucificaron a Cristo, pero el Dios que clavaron en la cruz fue ejecutado en sacrificio: el Agente del Sacrificio es el Crimen, que los pecadores cometen infinitamente desde Adán. […] […] Dios, herido por la culpabilidad de los hombres, y los hombres, heridos por su culpa ante Dios, encuentran, pero penosamente, la unidad que parece su fin […] El hombre alcanza, crucificado, la cima del mal. Pero es precisamente por haberla alcanzado que deja de estar separado de Dios… (BATAILLE, 2005: 20)7 Esta cita corrobora lo evidenciado por Palma por medio de sus personajes cuando claman por el mal con el fin de alcanzar el equilibrio, o cuando Satanás se sienta a la diestra de Dios en reconocimiento de su excelente labor al haber sometido a la humanidad a sus tentaciones malévolas. En suma el equilibrio se alcanza a través de la seducción en la que insiste Baudrillard ya que "el mal no [es] lo que se opone al bien, sino lo que lo seduce" (1991: 50)8. Son dos fuerzas opuestas que se atraen, que se vinculan y necesitan. Según Foucault (1996: 128)9, la humanidad afirma su existencia a través del conocimiento de lo prohibido, espacio al que se accede a través de la transgresión. Es, de alguna forma, un acceso al conocimiento completo de la realidad existencial. Ver el bien y el mal como elementos en armonía recíproca. Esto se pudo ver a través del cuento "El hijo pródigo", ya que la reivindicación de Satanás implica un reordenamiento del universo y un equilibrio. Equilibrio que se sustenta en la seducción, en palabras de Baudrillard: "Dios y los hombres no están separados por el abismo moral de la religión: juegan continuamente a seducirse, y sobre estas relaciones de seducción, de juego, se sustenta el equilibrio simbólico." (BAUDRILLARD, 1991: 50)10 En este sentido se entiende que existe una relación simbiótica entre ambas fuerzas que asegura su existencia. Por un lado, la humanidad requiere de la presencia de una divinidad. Y por otro lado, la divinidad no existe sin una humanidad que la venere. La seducción se da en el flujo constante de estas dos fuerzas, ya que se requieren mutuamente. La humanidad rechaza a Dios y abraza el pecado, sin embargo, en este acto surge con mayor fuerza la presencia de la divinidad debido a la necesidad de redención. Palma manifiesta esta seducción al presentar a personajes que sucumben ante el pecado y que rechazan lo establecido como dogma, con el fin de alcanzar el equilibrio existente entre Dios y la humanidad. Palma plantea que la existencia de Dios se sustenta en función de la existencia de Satanás, de la misma manera que Satanás se sustenta gracias a Dios. Esta relectura del orden equilibrado implica la coexistencia de las dos fuerzas. Lo que hace Palma no es suprimir una en función de la otra, sino abrir un espacio distinto al conocido, un espacio para que se complementen y/o tiendan a superarse en un juego eterno de seducción. Miguel de Unamuno en su prólogo a Cuentos Malévolos señala que los cuentos del escritor peruano no son tan malévolos, ya que por oposición enaltecen la figura divina. Al existir tanto mal, Dios debe superarse según Unamuno. O como dice Bataille "Dios no es nada si no es superación de Dios en todos los sentidos; en el sentido del ser vulgar, en el del horror y de la impureza; y finalmente en el sentido de la nada." (BATAILLE, 2006: 275)11 Los personajes de Clemente Palma son seducidos y se mueven cerca del mal. Lo interesante es que existe una constante negación a expurgar su parte maldita. Baudrillard propone que "todo lo que expurga su parte maldita firma su propia muerte" (2001: 115). Desde este punto de vista, los relatos de Palma evitan su propia muerte al abrazar su parte maldita. En el relato "Parábola", se evidenció que el mal es fundamental en la humanidad, ya que su ausencia implica que la sociedad sucumba por el hastío y la abulia. En ese sentido, Baudrillard señala además que: El principio del Mal no es moral; es un principio de desequilibrio y de vértigo, un principio de complejidad y de extrañeza, un principio de seducción, un principio de incompatibilidad, de antagonismo e irreductibilidad, no es un principio de muerte, sino, muy al contrario, un principio vital de desunión. (BAUDRILLARD, 2001: 116) Desde ese punto de vista, el desequilibrio y vértigo que propone el mal se opone al equilibrio de lo moral; por lo tanto es un espacio de seducción. La narrativa de Palma propone que los personajes se amparen en el mal y al hacerlo se separan de cualquier principio de ordenamiento ético o moral, por lo tanto, se apartan de la tradición y de la cultura establecida y defendida bajo los conceptos del orden social. Sin embargo, lo que existe aquí es una especie de cristianismo al revés, porque del mismo modo como Unamuno explica que los relatos de Palma al ser malévolos implican la presencia de lo divino como contrapunto dicotómico occidental. De esta manera, no hay un posible equilibrio en una humanidad que halla su espacio en el bien, sino aquella que muestra a Dios a través de la búsqueda del mal. Para Baudrillard el mal es un "principio vital". Del mismo modo en la narrativa de Palma esa vitalidad subyace al deseo aferrarse del mal porque, como señala Baudrillard, "cualquier intento de redención de la parte maldita, de redención del principio del Mal, sólo puede instaurar nuevos paraísos artificiales, los paraísos artificiales del consenso que sí son un auténtico principio de muerte" (2001: 116) Negar la parte maldita es negarse a sí mismo, por lo tanto, la fuerza vital es la constante seducción de redimir el mal y sucumbir ante él. Para el autor peruano, la síntesis final es que solo debemos aceptar el bien y el mal en su medida y en sus condiciones. Según Bataille Dios se supera en relación con el mal y con él mismo, ya que existe en tanto exista el mal. Esta superación de Dios se produce por medio del de la fuerza maldita, seductora y tentadora sobre la que el bien se exige para seguir existiendo. Dios se supera a través de la belleza maldita de Lucifer, en el horror de la desacralización del dogma, en el discurso herético y en la tentación del mal. Referencias bibliográficas BATAILLE, George (2005) Discusión sobre el pecado. Buenos Aires:Paradiso. BATAILLE, George (2006) El erotismo. Buenos Aires: Tusquets Editores. BATAILLE, George (1981) La literatura y el mal. Barcelona: Tusquets Editores. BAUDRILLARD, Jean (1991) El otro por sí mismo. Barcelona: Anagrama. BAUDRILLARD, Jean (2001) La Transparencia del mal. Barcelona: Anagrama. BERISTÁIN, Helena (1996) Análisis estructural del relato literario. 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