Reseñas
1Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú. figueroa.im@pucp.pe
1. Introducción
Los trabajos de la memoria involucran el recuerdo sobre experiencias diversas, desde miradas y voces de actores individuales y colectivos, que muchas veces pueden confrontarse entre sí en su búsqueda de sentido sobre el pasado. Por ello, autores como Elizabeth Jelin (2002) reconocen las memorias sobre los pasados violentos como objeto de disputa. Estas memorias, además, suelen conllevar olvidos y silencios (Todorov, 2000), tanto voluntarios como involuntarios, haciendo de estas procesos selectivos y hasta contradictorios. Las disputas por la verdad sobre el sentido del pasado violento esbozan también el marco político, discursivo y de representación desde el cual todos sus actores se desenvuelven (Barrantes y Peña, 2006). Sin embargo, en tales dinámicas, estos actores no participan en las mismas condiciones ni con los mismos repertorios y, por ello, unas memorias son menos visibles que otras (Pollak, 2006; Stern, 1999).
En línea con estas discusiones, Jelke Boesten y Lurgio Gavilán se preguntan por las experiencias y las memorias de un grupo de peruanos escasamente reconocidos por el Estado peruano y la ciudadanía en general: los reclutas del Ejército peruano que combatieron contra Sendero Luminoso en distintas zonas del país entre las décadas de 1980 y 1990. Estos actores se encuentran en tensión entre las dos versiones predominantes sobre las memorias alrededor del conflicto armado interno peruano luego de la entrega del Informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en 2003: aquella que destaca el manejo político de la contrainsurgencia y la participación heroica de las fuerzas del Estado; y aquella que denuncia las violaciones cometidas contra los derechos humanos. Según los autores, las experiencias de estos soldados, hoy también conocidos como licenciados del Ejército peruano, no se ajustan a ninguna de estas versiones y sus memorias no han sido debidamente consideradas en las discusiones sobre lo ocurrido durante el pasado reciente.
En tal sentido, el libro de Boesten y Gavilán es un trabajo necesario. Su gran aporte radica en su aproximación reflexiva a memorias difíciles de comprender, presentándolas sin juicios de valor y otorgándoles visibilidad. Los investigadores analizan los testimonios de 34 hombres que cumplieron servicio militar obligatorio y fueron reclutados forzosamente, a temprana edad, entre los años 1989 y 1997. Su servicio tuvo una duración de dos años, luego de los cuales, los jóvenes retornaron a sus familias y trataron de reintegrarse a la sociedad sin ningún tipo de apoyo (económico, social o emocional) por parte del Estado que los reclutó. La investigación tuvo un abordaje etnográfico y su metodología se basó principalmente en la aplicación de entrevistas en profundidad a los participantes, así como en el acompañamiento a algunas de sus actividades organizadas por las asociaciones que han conformado. En esta dinámica, se hizo evidente su deseo de hablar y compartir lo vivido. Los autores también sitúan una oportuna distinción en el desarrollo mismo de las entrevistas, lo cual da cuenta de la importancia de un enfoque de género para entender las memorias de estos actores: el lenguaje usado para narrar los hechos era más cuidadoso ante la presencia de Boesten, mientras que, con Gavilán, quien llegó a ser él mismo recluta, no ocurría lo mismo. Las palabras podían ser más crudas y las actitudes menos formales. Este enfoque de género es considerado igualmente en el análisis de las narraciones.
De esta manera, la introducción del libro contextualiza los principales temas abordados junto a los participantes de la investigación, así como las maneras en que fueron registrados. Precisado esto, los autores organizan su trabajo en dos partes. La primera parte presenta lo conversado en diez testimonios. Para ello, Gavilán asume, en primera persona, el relato de cada uno de estos diez hombres, reconstruyendo los eventos narrados en las entrevistas y protegiendo sus identidades bajo el uso de seudónimos. Destaco esta forma de presentación ya que, a mi parecer, permite una aproximación que humaniza a los participantes, nos acerca hacia las vivencias de diez hombres perennemente marcados por la violencia, tanto en sus cuerpos como en sus mentes. Sus narraciones incluyen descripciones y opiniones sobre distintos aspectos presentes en su tiempo como reclutas, como corrupción, robo, pobreza, prostitución, homosexualidad, miedo, matar o morir. Los autores no juzgan ni rechazan las duras escenas que son descritas. Por el contrario, invitan al lector a leer sin prejuicios, con miras a un diálogo inclusivo.
Durante sus primeros meses como reclutas, todos los entrevistados -sin excepción- pasaron por un período conocido como "perrada", un proceso brutal de adoctrinamiento y entrenamiento militares en el que fueron sometidos a una serie de vejaciones, siendo deshumanizados de maneras diversas. En el proceso, sin embargo, también aprendieron a ejercer estas violencias; replicando los abusos cometidos con los reclutas que llegaron después de ellos. Todos los reclutas recién llegados conformaban una promoción y debían pasar juntos por esa etapa, por lo que dichas dinámicas no solo fueron individuales, sino también colectivas. El ingreso a las bases militares despojaba a los jóvenes reclutas de sus entornos familiares y redes sociales de apoyo, así que el sentido de pertenencia e identificación con la promoción de ingreso se constituyó, como lo mencionan los autores, en un mecanismo de supervivencia. A partir de estas experiencias compartidas entre reclutas surgen complicidades y lazos de amistad que perduran hasta la actualidad, nombrándose entre ellos afectuosamente como "promos". De tal manera, la otrora herramienta para sobrellevar las violencias sufridas durante la perrada es actualmente un recurso y capital social que les permite a los hoy licenciados del Ejército peruano enfrentar sus problemáticas y sobrellevar los traumas del pasado.
El proceso de perrada y la pertenencia a una "promo" son ejes centrales en todos los relatos. Ambos son problematizados, en la segunda parte del libro, a la luz de cinco temas que también fueron recurrentes durante las conversaciones que Boesten y Gavilán sostuvieron con los participantes de la investigación. El primer tema tiene que ver con la importancia de la interdependencia y afectos que se han ido fortaleciendo entre los licenciados con el paso de los años. Frente al olvido del Estado y la falta de apoyo de las Fuerzas Armadas, recurrieron al apoyo mutuo. Así, basados en su experiencia y legitimidad como excombatientes, configuraron una comunidad que se expresa en la formación de asociaciones y barrios gestionados y liderados por ellos mismos. En menor medida, se expresa también en su activismo social y su participación en movimientos o partidos políticos.
Como segundo tema, los autores abordan la violencia ejercida entre soldados durante el período de la perrada. Los abusos cometidos tenían el fin de crear hombres fuertes y generar lealtad a la institución militar: "La función del entrenamiento consistía en alejar al recluta de lo femenino (la madre) y probar su masculinidad, su resistencia al dolor y su capacidad mental para dejar de lado las emociones" (p. 191). Igualmente, los investigadores reflexionan sobre esta violencia también en términos raciales y de clase social. En tercer lugar, los autores analizan las relaciones entre masculinidad, violencia y sexualidad que identificaron en los relatos sobre la cotidianidad de los reclutas en el cuartel. Los abusos sexuales, verbales y simbólicos fueron prácticas generalizadas y normalizadas; soportarlos y reproducirlos era parte de la formación de una masculinidad militar y lo que se esperaba de un buen soldado. Tales abusos no solo eran cometidos entre soldados como exhibición de su jerarquía y masculinidad, sino también hacia las mujeres de las comunidades y contra el enemigo (prisioneras senderistas).
A continuación, Boesten y Gavilán analizan los entornos afectivos de los licenciados luego de la guerra. En este punto tiene nuevamente un papel primordial la relación con los promos: aquellos pares con los que se compartió el período de perrada. Es, de acuerdo con los autores, la relación más duradera. Como se mencionó anteriormente, la promoción fue una suerte de familia para el nuevo recluta, despojado de su entorno social en el cuartel. Esta se forjaba "[...] en gran parte a través del castigo compartido, mediante una violencia vivida en común, que creaba fraternidad y que más adelante se traducía en violencia perpetrada contra otros" (p. 216). Es también con quienes pueden hablar sobre las pesadillas que tienen por las noches y compartir los sentimientos de ira, trauma y frustración por las experiencias vividas. Incluso, aunque sea difícil hablar de ello, sentimientos de vergüenza y culpa. Otro vínculo afectivo presente en las memorias de los licenciados es su lealtad a la patria, una entidad abstracta que se sustenta en una cultura militar que anula los lazos familiares preexistentes y que se hace manifiesta por medio de rituales. Es a través de este ideal que muchos licenciados racionalizan sus acciones posteriores al servicio, como su respuesta ante el llamado de reservistas debido al inicio del conflicto del Cenepa (1995) y la participación de algunos en la toma de la comisaría de Andahuaylas, liderada por Antauro Humala (2005).
Como último tema, los autores exploran las complejas relaciones entre las categorías víctima, victimario y héroe. Durante su tiempo como reclutas, los entrevistados recibieron y soportaron violencia al mismo tiempo que la perpetraron. Para lidiar con el recuerdo de las atrocidades cometidas, los licenciados no asumen su responsabilidad de manera directa. Al haber sido entrenados para recibir y cumplir órdenes sin cuestionarlas, ya que su propia vida se encontraba en juego, "[...] ¿cómo se puede vivir con lo que uno ha hecho, si no es culpando a los superiores y/o creyendo en la justificación por un objetivo mayor?" (p. 229). Asimismo, los licenciados reconocen, por un lado, que reproducen este régimen disciplinario, que anulaba cualquier posibilidad de oposición, en sus hogares y dinámicas de barrio. Por otro, si bien reafirman su lealtad a la patria, no se sienten reconocidos por su institución ni por el Estado, ni material ni simbólicamente.
Los licenciados del Ejército peruano que combatieron durante el conflicto armado interno, en las zonas de emergencia, no desean ser considerados como víctimas, tampoco se sienten héroes. Según los autores, lo que desean es que el Estado y la sociedad reconozcan su servicio y sacrificio. En tal sentido, reitero en el gran aporte que este libro constituye. Salvo excepciones (Gavilán, 2012; Granados, 2020), esta investigación cubre una ausencia ampliamente postergada en los estudios sobre las memorias alrededor del pasado violento. Boesten y Gavilán no solo logran visibilizar las memorias de un grupo de exreclutas y sus problemáticas actuales, sino que abren un espacio de reflexión que nos permite humanizar a estos hombres, ofreciendo puntos de partida para comprender sus comportamientos y racionalidades en el presente. En otras palabras, a través de la escucha y lectura de estos testimonios tan duros, ofrecen a sus lectores la posibilidad de "[...] entender las complejidades de la vida militar y cómo un joven puede convertirse en un soldado victimario" (p. 184). Finalmente, destacan la importancia de continuar trabajando en la consideración de estas experiencias como parte del complejo entramado de las memorias sobre el conflicto armado interno en el Perú.
Referencias bibliográficas
Barrantes, R. y Peña, J. (2006). Narrativas sobre el conflicto armado interno en el Perú: la memoria en el proceso político después de la CVR. En F. Reátegui (Coord.), Transformaciones democráticas y memorias de la violencia en el Perú (pp. 16-40). Colección Documentos de Trabajo. Serie Reconciliación N.°2. IDEHPUCP.
Gavilán, L. (2012). Memorias de un soldado desconocido. Autobiografía y antropología de la violencia. Instituto de Estudios Peruanos.
Granados, C. (2020, 20 de enero). El voto ignorado de los excombatientes. Noticias Ser. https://www.noticiasser.pe/el-voto-ignorado-de-los-excombatientes
Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Siglo XXI.
Todorov, T. (2000). Los abusos de la memoria. Paidós.