10.30920/letras.95.141.16

Artículos

La derecha radical y el disidente sexual. El caso de "Seis tetas" de Camila Sosa Villada

The Radical Right and the Sexual Dissident. The Case of "Seis tetas" by Camila Sosa Villada

Richard Leonardo-Loayza1 
http://orcid.org/0000-0001-6867-2127

1Universidad Nacional Federico Villarreal, Lima, Perú. rleonardo@unfv.edu.pe


RESUMEN

El siglo XXI está presenciando el auge de la extrema derecha o derecha radical. No solo se trata de un fenómeno europeo, que sigue en muchos aspectos los preceptos del fascismo de los años treinta o cuarenta del siglo anterior, sino que estamos ante unas formaciones políticas que proliferan por todo el mundo y que desarrollan rasgos propios en función a los contextos particulares en los que aparecen. Uno de estos rasgos, que no se presenta homogéneo en las diferentes ultraderechas nacionales, es el referido a su relación con los grupos de disidencia sexual. Aunque ya no es unánime la exclusión y persecución a estos grupos en las agendas de todas estas derechas, lo cierto es que en la mayor parte de dichas formaciones políticas se sigue promoviendo la violencia contra los grupos de diversidad sexual, como es el caso de algunos países de Europa y América Latina. El objetivo del siguiente artículo es analizar "Seis tetas", relato que forma parte de Soy una tonta por quererte (2022), libro de la escritora argentina travesti Camila Sosa Villada. Este texto resulta interesante porque presenta una serie de posiciones que la derecha radical asume respecto a las comunidades LGTBIQ+. Se trata de una distopía que muestra lo que podría llegar a suceder si estas nuevas derechas llegaran al poder, situación en la que los disidentes sexuales serían tratados como vidas precarias, desechables, basurizadas. En tal sentido, el relato de Sosa Villada se erige como una lección de aquello que debe evitarse.

Palabras claves: Derecha radical; Disidencia sexual; Literatura argentina; Camila Sosa Villada; "Seis tetas"


ABSTRACT

The 21st century is witnessing the rise of the extreme right or radical right. Not only is it a European phenomenon, which follows in many aspects the precepts of fascism of the 30s or 40s of the previous century, but we are faced with political formations that proliferate throughout the world and that develop their own characteristics based on the particular contexts in which they appear. One of these traits, which is not homogeneous in the different national far-rights, is related to their relationship with sexual dissident groups. Although the exclusion and persecution of these groups is no longer unanimous in the agendas of all these rights, the truth is that in most of these political formations violence against groups of sexual diversity continues to be promoted, as is the case of some countries of Europe and Latin America. The article proposes that in "Seis tetas", a short story that is part of Soy una tonta por quererte (2022), a book by Camila Sosa Villada, some of the same can be evident. "Seis tetas" is a dystopia of what could happen in the world if these new rights come to power. The following article aims to analyze "Seis tetas", a story that is part of I am a fool for loving you (2022), a book by the Argentine transvestite writer Camila Sosa Villada. This text is interesting because it presents a series of positions that the radical right assumes regarding LGTBIQ+ communities. It is a dystopia that shows what could happen if these new rights came to power, a situation in which sexual dissidents would be treated as precarious, disposable, trashed lives. In that sense, Sosa Villada’s story stands as a lesson against what should be avoided.

Keywords: Radical Right; Sexual Dissent; Argentine Literature; Camila Sosa Villada; "Seis tetas"


"A miña lingua nativa é o fascismo" Chus Pato

1. A manera de introducción

A fines del siglo pasado, Michel Foucault llamaba la atención sobre cierto giro violento que empezaban a tomar algunos gobiernos occidentales que se reclamaban democráticos. Así, se preguntaba: "¿cómo es posible que un poder político mate, reivindique la muerte, exija la muerte, haga matar, dé orden de matar, exponga a la muerte no sólo a sus enemigos sino a sus ciudadanos?" (2000, p. 230). Si ese momento histórico resultaba sombrío y complejo, ahora, al parecer, las cosas se han agudizado. En estos días, el poder político, cada vez más en manos de formaciones de derecha radical o extrema derecha, ha redimensionado su "comunidad imaginada" y no reconoce a una serie de individuos como ciudadanos, o, en todo caso, no está dispuesto a tratarlos como tales. Hoy la violencia se ha hecho más sutil y mortífera. Según Enzo Traverso (2021), estos grupos políticos representan una supuesta pureza originaria de la nación que es necesario defender o restaurar contra sus enemigos, tanto los de afuera como los de adentro. Los enemigos reconocidos por estos movimientos políticos son: "La inmigración (el ‘gran reemplazo’), las invasiones raciales antiblancos, la corrupción de los valores tradicionales por parte del feminismo y los grupos de activismo LGTBI, el islamismo y sus agentes (el terrorismo y el ‘islamoizquierdismo’), etc." (Traverso, 2021, p. 15). Y en el caso de algunos países de Latinoamérica, las comunidades indígenas.

En dicho contexto, los disidentes sexuales están siendo tratados como enemigos, a pesar de compartir el mismo origen etnorracial de aquellos que los estigmatizan y persiguen. Empezamos a vivir progresivamente una realidad aterradora. Es necesario señalar que la violencia en contra de los grupos LGTBIQ+ no es solamente fruto de decisiones de facto, maquinadas por esos gobiernos de derecha radical o extrema derecha, sino que goza de un amplio respaldo popular. Incluso, algunos de los ciudadanos se convierten gratuita y gustosamente en agentes que llevan a cabo las directrices de sus gobiernos. Debe recordarse, por ejemplo, cómo en julio de 2019 la Marcha por la Igualdad de Białystok (Polonia) fue atacada por 4000 neonazis, aficionados al fútbol y representantes de grupos religiosos, que contó con el pleno apoyo de la Iglesia católica local y del partido Ley y Justicia (PiS) (Graff y Korolczuc, 2021, p. 3). Estos gobiernos de nueva derecha llegaron al poder mediante las urnas, fueron elegidos democráticamente pese a que en muchos casos expresaron en forma pública su hostilidad hacia los que consideraban los enemigos de la nación. Cabe preguntarse entonces por qué la gente decidió apoyar a estas formaciones políticas, a qué se debe que acepten y acaten medidas que claramente vulneran a otros ciudadanos como ellos, con los cuales comparten más de un aspecto en común.

El objetivo del siguiente artículo es analizar "Seis tetas", relato que forma parte de Soy una tonta por quererte (2022), libro de la escritora argentina travesti Camila Sosa Villada. El relato resulta interesante porque presenta una serie de posiciones que la derecha radical asume respecto a las comunidades LGTBIQ+. Se trata de una distopía que muestra lo que podría llegar a suceder si estas nuevas derechas llegaran al poder, situación en la que los disidentes sexuales serían tratados como vidas precarias, desechables, basurizadas. En tal sentido, el relato de Sosa Villada se erige como una lección en contrario de aquello que debe evitarse.

2. La derecha radical y los grupos LGTBIQ+

En el espectro político de inicios del siglo XXI algunas formaciones de derecha radical identificaron en el antifeminismo y el antigenderism un nicho en el cual podían sintonizar bien con "el reclamo electoral para un perfil de votante floreciente" (Arranz Sánchez, 2022, p. 12). Así, optaron por "abrazar la retórica antigénero para mejorar su atractivo popular como defensores de la gente común contra los depravados" (Paternotte y Kuhar, 2018, p. 7). Agnieszka Graff y Elżbieta Korolczuk han descrito esta alianza entre las campañas antigénero y la derecha radical como "sinergia oportunista" (2021, p. 24). El triunfo de dicha apuesta política se puede medir en la proliferación de estas opciones partidarias en todo el planeta, pero también, en su abrumadora aceptación y llegada al poder. En efecto, este proceso de radicalización política, conocido como "la cuarta ola de la ultraderecha" (Mudde, 2021, p. 39), se produce en diversas latitudes y no se restringe exclusivamente a Europa, como es obvio, manifestando en todos estos lugares rasgos particulares según sus propias realidades sociales y culturales.

Ahora la derecha radical no es un bloque monolítico respecto a la posición sobre los disidentes sexuales. En algunas naciones europeas, más bien se han servido de ellos para llegar al poder o tener una presencia relevante en el espectro político. Este sería el caso, por ejemplo, de Países Bajos, "pionero en el reconocimiento de los derechos del colectivo LGBTIQ+" (Álvarez-Benavides, 2024, p. 63), con Rita Verdonk o Geert Wilders; de Francia, con Marine Le Pen y el Frente Nacional Francés; o de Alemania, con el partido Alternative für Deutschland (AfD). En estos países se desarrolla lo que Jasbir K. Puar ha denominado "homonacionalismo", o nacionalismo homonormativo (2007, p. 38). Por esta categoría se entiende la normalización de ciertas identidades y prácticas homosexuales con fines ultranacionalistas. Puar reflexiona sobre dicha categoría a partir de lo que sucede en Estados Unidos luego del 11 de septiembre de 2001: la aceptación por parte de la derecha de sexualidades disidentes con fines patrióticos. Pero se trata de un nacionalismo excluyente de clase y raza; blanco, que admite cierta dosis de diversidad cuando estos disidentes están al servicio de las necesidades simbólicas o reales del imperio y defienden abiertamente sus intereses patrióticos (Puar, 2007, p. 41). Como explica Álvarez-Benavides: "El patriotismo se demuestra de muchas maneras en una sociedad hipercapitalista, pero dos de las principales son el consumo y la aceptación de la política imperialista estadounidense" (2024, p. 64). En esta lógica, si los homosexuales contribuyen con abrir nuevos nichos de mercado, formas de consumo, y no cuestionan la política belicista estadounidense, serán considerados parte de la nación (Duggan, 2002). Como se aprecia, la derecha radical opera con un cinismo pragmático. Sin embargo, este tipo de tendencias son aún minoritarias, porque en la mayor parte de países en los que la derecha radical gobierna o tiene capacidad de influir en la legislación, promueve leyes contra el colectivo LGTBIQ+. En tal contexto, a medida que esta derecha ha incrementado su presencia en el escenario mundial, los ataques en contra de los derechos de los disidentes sexuales se han multiplicado de manera pavorosa.

Sin pretender ser exhaustivos se pueden mencionar los casos más resaltantes. En Estados Unidos lo que ocurrió con Donald Trump, que, sin expresar directamente algún tipo de repudio por la disidencia sexual, secundó, mientras estuvo en el poder, a los grupos de derecha anti-LGTBIQ+. Un ejemplo de ello fue que su gobierno intervino en los tribunales para oponerse a las medidas contra la discriminación sexual. Una acción que fue refrendada por la Corte Suprema de Estados Unidos al darle la razón a Trump. Asimismo, el empresario presidente trató de purgar a las personas trans del ejército.

En Italia se tiene al partido de derecha radical Fratelli D’Italia (FDI [Hermanos de Italia]), liderado por Giorgia Meloni, quien incluso antes de ser elegida como Jefa de Gobierno de su país, se declaró abiertamente opositora a la "ideología de género" y del "lobby LGTBIQ+". Meloni, ya en pleno mandato, en marzo de 2023 rechazó el certificado de paternidad europeo y exigió a los Ayuntamientos que dejen de inscribir a los hijos de parejas del mismo sexo nacidos en el extranjero. En Rusia, Vladimir Putin, en 2013, aprobó una ley que prohibía "la propaganda [dirigida a menores] de relaciones sexuales no tradicionales" (Rosenberg, 2023). El diputado Vytale Milonov, uno de los líderes del partido de gobierno, manifestó su deseo de "prohibir la bandera arco iris de seis colores. No necesitamos esta bandera. Es un símbolo de la lucha contra la familia tradicional" (Rosenberg, 2023). Recientemente, Putin ha logrado colocar al activismo LGTBIQ+ en el rango de organización terrorista y extremista, medida que facilitará no solo el bloqueo de las cuentas de dichas organizaciones, sino la persecución oficial en contra de los disidentes sexuales. Lo mismo sucede en Hungría, donde Viktor Orbán, desde 2021, ha prohibido mostrar la homosexualidad y la reasignación de género ante menores de 18 años, "una normativa controvertida que, en la práctica, impide abordar la homosexualidad en programas educativos en la escuela y que ha sido calificada de homófoba por el grueso de la oposición" (López, 2021). En Polonia, que presenta las tasas más altas de homofobia de Europa y donde se declararon zonas libres de personas LGTBIQ+, que recuerdan las ignominiosas "zonas libres de judíos" impuestas por los nazis, el partido ultraderechista Ley y Justicia considera a los disidentes sexuales como "enemigos de los valores de la patria" (Menéndez y Whitfield-Miocic, 2019).

Respecto a Latinoamérica, la influencia de la derecha radical es reciente (Rovira Kaltwasser, 2023), por lo que no se cuentan con muchos estudios. Lo que puede decirse es que estas formaciones políticas han buscado la manera de seguir los pasos de sus pares europeos. Cristóbal Rovira Kaltwasser advertía en 2014 los temas que podían alimentar el discurso antipolítico de la derecha: la eficiencia económica y la seguridad ciudadana (2014, p. 45). Los gobiernos de izquierda han sufrido fracasos estrepitosos en la economía, como el caso de Venezuela. Pero esto no ha sido suficiente para que la derecha desarrolle una presencia cada vez más importante en el espectro político. Otra cuestión que ha permitido tal auge es el alto grado de criminalización que azota el continente. Esta circunstancia se puede ligar a un fenómeno social que se ha manifestado en las últimas décadas en la región: la migración de ciudadanos venezolanos. Si bien estas derechas han tomado como pretexto la figura de este migrante para aglutinar votos (los han estigmatizado convirtiéndolos en una amenaza hiperbolizada de violencia), las figuras de los movimientos feministas y los activistas LGTBIQ+ se han constituido como enemigos que ponen en riesgo las bases de la sociedad latinoamericana, que descansa en la familia heterosexual. Respecto a los ataques a los movimientos feministas estos han sido graduales, pero sobre los activismos LGTBIQ+ puede afirmarse que se ha producido una escalada que busca minimizar su poder de influencia en la sociedad, lo que ha generado que se ejerza violencia sobre los individuos que pertenecen a dichos colectivos.

En la región el caso más resaltante es el de Jair Bolsonaro, militar en retiro, que, antes de que asumiera la presidencia de su país en 2019 y como diputado federal de la nación, declaró públicamente para la revista Playboy: "Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No voy a ser hipócrita: prefiero que uno de mis hijos muera en un accidente que aparezca con un bigotudo. Para mí habrá muerto" (en Sabino, 2020). Al día siguiente de ser elegido, Bolsonaro emitió la medida provisoria 870, en la que planteó una reestructuración del Estado y eliminó a los colectivos LGTBIQ+ de las políticas de derechos humanos. Además, cerró las secretarías de diversidad, inclusión y alfabetización del Ministerio de Educación. Transformó el Ministerio de Derechos Humanos en Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos. Nombró al frente de esta cartera a la pastora evangélica Damares Alves, tenaz opositora al aborto y a la educación sexual.

En El Salvador se tiene el caso de Bukele, quien, siendo candidato a la presidencia de su país, se mostraba reticente a declarar sobre aspectos relacionados con el género y la diversidad, pero una vez electo empezó a sentar una posición en defensa de las familias tradicionales. Posición que ha radicalizado con algunas acciones. Hace poco, en una entrevista a Catalina Stubbe, directora nacional del colectivo Moms for Liberty, expresó su firme convicción de impedir la inclusión de las "ideologías de género" en el sistema educativo de El Salvador. Para Bukele, los padres deben tener voz y voto en lo que se enseña a sus hijos, ya que confían que el sistema educativo transmita conocimientos productivos acordes a valores morales y religiosos, y no lo contrario (Maldonado, 2024). Bukele piensa que la enseñanza de la "ideología de género" es un intento de destruir las futuras generaciones, y que es imperativo reintegrar a Dios, la moral y el civismo en las escuelas, y enfocarse en enseñar materias académicas como matemáticas, historia y ciencias naturales (en Milenio, 2024).

Por su parte, el flamante presidente de la Argentina, Javier Milei, antes de ser elegido intentó no entrar en polémica con los sectores LGTBIQ+. Por ejemplo, al ser entrevistado por Jaime Bayly acerca del matrimonio igualitario dijo:

Si vos querés estar con un elefante... Si tenés el consentimiento del elefante, es tu problema y del elefante. No me opongo a que dos personas del mismo sexo se casen... [...] el matrimonio es un contrato. Puede ser de dos partes, tres partes o 50 si uno quiere. (En La Nación, 2023)

Pese a las declaraciones de Milei, recientemente prohibió "el lenguaje inclusivo y todo lo referido a la perspectiva de género en la administración pública argentina" (Lamberturcci, 2024). Debe señalarse que, en Argentina, la derecha radical no se ha manifestado oficialmente en contra de los disidentes, pero sí en contra de la política LGTBIQ+, la que supuestamente pone en riesgo no solo los valores tradicionales, sino y, sobre todo, la economía.

Como se puede advertir, mientras en Europa hay una especie de matización acerca del trato de estas derechas a los grupos LGTBIQ+, en Latinoamérica se produce cierta homogeneidad al convertir al disidente sexual en un asunto controversial, el cual no solo permite evadir otros temas políticos, sino que se genere el rechazo de estos grupos por parte de la sociedad. Ante este tipo de acciones y declaraciones de parte de sus máximos dirigentes, no resulta sorprendente que las formaciones políticas de derecha radical o extrema derecha sean identificadas o, al menos, emparentadas con el fascismo. Pero ¿en verdad son fascistas?

3. De fascismos, posfascismos y microfascismos

Los términos "fascismo", "fascista", tal como "democracia" o "libertades", en sus usos populares presentan tal saturación conceptual que "pueden significar todo y nada" (López Hernández, 2020, p. 13). Como añade Leandro Konder (2009), la palabra fascismo no solo contiene un alto poder explosivo, sino que es un tema de difícil comprensión, lo cual hace que muchas veces se banalice y desacredite su uso. Pese a esta circunstancia, puede señalarse que la magnitud de los hechos históricos, cargados de tanta destrucción y dolor de por medio, han marcado el imaginario político y social hasta el grado de otorgarle a la palabra "fascismo" una efectividad tal que logra que se pueda tipificar de ese modo "cualquier opción autoritaria que viole acuerdos democráticos mínimos" (Robles, 2021, p. 332). Entonces, ¿las formaciones de derecha radical son fascistas? No en el sentido estricto de la palabra. Lo cierto es que, dependiendo del contexto en el que se desarrollan, comparten algunos elementos con el fascismo, como el autoritarismo y el populismo. La derecha radical se ha acomodado a los nuevos tiempos. Por ejemplo, está dispuesta a seguir las reglas del juego de la democracia moderna, pero rechazando su carácter liberal. Por eso, son democracias iliberales, "un sistema de gobierno en el que, aunque se celebran elecciones, el Gobierno limita la libertad del pueblo al que representa" (Kramer, 2022, p. 3). Las formaciones de derecha radical no tienen reparos en el libre mercado siempre y cuando esté al servicio de la nación y solo de la nación. Algo similar sucede con la idea del estado de bienestar: debe existir, pero solo al servicio de los ciudadanos más necesitados del país (Polizzi, 2022).

La derecha radical es una especie de posfascismo. Los términos ‘fascismo’ y ‘posfascismo’ comparten una idea en común: son presentados como "paliativos y galvanizaciones de ciertos temores, como intentos de llenar un lugar ausente o como mistificaciones de una experiencia perdida" (Robles, 2021, p. 331). Como se vio anteriormente, los temores contemporáneos están representados por los inmigrantes, las invasiones antiblancos, la caída de los valores tradicionales por culpa del feminismo y los grupos LGTBIQ+, el islamismo y sus agentes (los terroristas). En tal contexto, la derecha radical se erige como la solución efectiva a estos problemas, como la mano dura que les devolverá la seguridad y armonía a las naciones. Por eso, no debería llamar la atención por qué estas ideologías parecieran nunca haberse ido del todo, por qué pueden metamorfosearse con una desesperante capacidad camaleónica. No se equivoca Manuel Sánchez-Moreno cuando dice que "[l]a ideología fascista es un asunto transhistórico" (2023, p. 272). Siempre está vigente, aunque cambie de nombre y de estrategias. O en palabras de Jaime Gonzalo: "Nunca ha dejado de estar ahí. Sigue estándolo, y lo estará, de mil maneras, objetivas o subjetivas, directas o indirectas, queriéndolo o sin querer" (2016, p. 140).

Ahora bien, ¿por qué este movimiento pareciera radicalizar su odio a los disidentes sexuales? Si seguimos a Peter Drucker (2020), una respuesta sería que este odio tiene su raíz en la hostilidad profunda que experimentan hacia las mujeres, su misoginia, que está ligada a su relación contradictoria con el neoliberalismo. La combinación de misoginia y populismo económico ayuda a la derecha radical a atraer a los heterosexuales enojados. La desindustrialización y el estancamiento de los salarios en muchas economías, sobre todo tras la profunda recesión que estalló en 2008, han socavado el sentido de masculinidad de una gran cantidad de hombres. Muchos de ellos cisgéneros, culpan de esto a las mujeres y a las personas LGTBIQ+. En tal contexto, las ultraderechas no dudan en usar a los disidentes como chivos expiatorios para concitar el favor popular. Bajo la bandera de que representan un peligro para la familia tradicional y los valores, los disidentes son señalados como los enemigos de la nación. Así lo entiende, por ejemplo, la eurodiputada alemana Terry Reintke, cuando en una entrevista afirmó que esta práctica era frecuente entre los políticos europeos de derecha: usar a estos grupos en calidad de "chivo expiatorio y una herramienta de distracción para otros debates políticos" (en Zornoza, 2021). En la misma línea, Graeme Reid (2015), director del Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Rights Program, señaló:

El uso político de la homofobia se ha convertido en un componente omnipresente del paisaje contemporáneo, en el que las élites dirigentes, desde Gambia hasta Malasia, pasando por Egipto y Rusia, utilizan la mano dura contra las personas LGBT para obtener rédito político a corto plazo.

Si bien ello explica por qué la derecha radical y la extrema derecha los elige como uno de sus referentes para ganar el favor popular, es importante preguntarse qué hace que la gente asuma ese discurso de odio en contra del disidente, ¿por qué resulta tan efectivo? Quizá la respuesta consista en que lo disidente como tema posea la capacidad de despertar pulsiones más o menos escondidas de la subjetividad social heteropatriarcal.

Un aspecto que es necesario tener en cuenta es que el fascismo o el posfascismo no necesita llegar al poder político para manifestar su influencia. No es un hecho que esté ligado directamente al poder político, sino a la sociedad en su conjunto, a cómo parte de esta sociedad actúa. Como explica Robert Paxton (2019), el fascismo está presente en casi todos los países democráticos hoy. Y, no debe olvidarse, que esta ideología, para echar raíces en una determinada sociedad, no necesita una marcha de dimensiones espectaculares, solo es suficiente generar un trato diferente a los supuestos enemigos nacionales.

Michel Foucault, en la introducción a la edición publicada en inglés de El Anti-Edipo de Gilles Deleuze y Félix Guattari, brinda una breve, pero reveladora manera de concebir el fascismo. No como un fenómeno que implica una ideología solamente, sino como una estructura de la subjetividad humana. De esta manera, plantea la existencia de una especie de microfascismos; es decir, no solo se refiere a los horrores de Hitler o Mussolini, sino también al "[...] fascismo que hay en todos nosotros, en nuestras cabezas y en nuestro comportamiento cotidiano, el fascismo que nos hace amar el poder, desear aquello que nos domina y explota" (Foucault, 1983, p. XIII). En efecto, el fascismo también actúa a nivel molecular. Como explican Bezerra et ál.: "Habría así un proceso de desterritorialización de procesos fascistas molares y la aparición de microfascismos que se expresan en la vida cotidiana por medio del odio por el diferente" (2020, p. 422). En el caso que estamos revisando, este diferente está encarnado en el disidente sexual. Si bien esta es una definición amplia de fascismo (muchas cosas pueden entrar aquí), lo cierto es que resulta importante para entender una serie de fenómenos en los que la violencia está presente.

Como enseñan Deleuze y Guattari (1985), el microfascismo no hace referencia al poder central, no se lo necesita, como acontece en el fascismo de Estado, sino que es un microfascismo porque implica un régimen micropolítico que se ramifica en focos multiformes y plurales. Aquí el prefijo micro no equivale a pequeño, menor, más bien sigue en la línea de la molecularidad, que significa variabilidad y posibilidad de metamorfosearse en diversos contextos. Esta forma de fascismo es más peligrosa, porque se trata de un movimiento de masa capaz de expandirse, y no es apenas un organismo unificado. Esto no quiere decir que el microfascismo se erija como una simple reproducción miniaturizada de la segmentaridad molar del fascismo. Más bien, el proceso de molecularización del fascismo hace que emerjan sus especificidades en líneas flexibles que involucran la cotidianidad.

El microfascismo implica un acto de violencia, pero se trata una violencia primigenia, original, que busca la regeneración de la patria, de la sociedad, de la familia. No es una violencia gratuita, sino una de orden mesiánico en la que los individuos asumen que son interpelados para ejercerla en favor de un supuesto orden que se considera como el correcto, un orden en peligro, a punto de ser perdido. Aquí lo violentado debe serlo porque transgrede, se le reconoce como una amenaza social que debe ser conjurada.

El microfascismo es estratégico por su acción de movilizarse en la esfera de los afectos y deseos más íntimos. Despierta una serie de emociones primitivas y procesos represivos como el miedo, el odio, la inseguridad, la violencia a partir de códigos y normativas sociales. El microfascismo avanza en la modulación de los deseos y conductas por medio de ramificaciones en medio del campo abierto, sin necesidad de líderes y ni espacios de confinamiento (Miranda y Rocha, 2019, p. 250).

La extrema derecha ha sabido bien canalizar estos microfascismos, los ha potenciado con su discurso de odio hacia el diferente. Como todo odio no es algo racional, sensato, sino que forma parte de los afectos, de la subjetividad social, en la que lo homonormativo es considerado transgresión, error, degeneración.

4. El caso de "Seis tetas" de Camila Sosa Villada

Un rasgo que caracteriza la narrativa latinoamericana de las primeras décadas del siglo XXI es que uno sus temas más recurrentes se centra en las problemáticas que se generan acerca de las identidades sexuales disidentes (Leonardo-Loayza, 2022, p. 189). Pero, además, esta literatura ya no considera las diferentes manifestaciones de la disidencia en términos de homosexualidad, como un bloque único, sino que hay un despliegue narrativo que desarrolla las distintas posibilidades de este abanico de manifestaciones. Así, se puede hablar de una literatura gay, lesbiana, bisexual y travesti, por citar solo algunas de dichas manifestaciones.

Este es el caso de Camila Sosa Villada (La Falda, Argentina, 1982-), quien reivindica una literatura travesti que no solo aborde el tema de su disidencia particular, sino que sea producida por una enunciadora travesti como ella misma. Dicha postura es llevada a cabo en sus novelas: Trabajo de domesticación (2019) y Las malas (2019), y en su libro de cuentos Soy una tonta por quererte (2022). De este último libro destaca "Seis tetas", relato en el que se problematiza el tema de lo travesti y se lo relaciona con la emergencia de las ultraderechas en Latinoamérica. "Seis tetas" narra una distopía: la historia de las travestis de la ciudad de Córdoba (Argentina) que, de improviso y mediante drones, empiezan a recibir una serie de mensajes de odio en los que se invita a la población a que no solo las maten, sino que también lo hagan con todos aquellos que han estado con ellas. Ni el gobierno, ni el ejército o la policía saben algo al respecto. Al poco tiempo las amenazas se multiplican, en los medios de comunicación, en las paredes de las calles, en las manifestaciones públicas. La gente, en lugar de condenar dichos actos, apoya las amenazas en las redes sociales. Con el transcurrir de los días esta misma gente empieza a agredir a las travestis y a sus familias, las que no tienen más remedio que escapar de la ciudad y exiliarse, estableciéndose en una comunidad rural.

Por lo general, la distopía está vinculada con la representación de una sociedad que tiene un sistema político-social alternativo, o de un mundo futuro en ruinas, devastado por una pandemia, un holocausto nuclear o una guerra planetaria, lo que deriva en una mirada pesimista sobre la existencia humana y el porvenir. La distopía "posee una función pedagógica" (Leonardo-Loayza, 2021, p. 31) que, como afirma Francisco Martorell, "opera bajo el modus operandi de la advertencia" (2015, p. 82). La distopía, en este sentido, se ofrece como un artefacto cultural que intenta persuadir al lector para que evite el mal que pudiese acontecer en la sociedad futura. Pero algo que no debe olvidarse es que la distopía, como la ciencia ficción, habla sobre lo contemporáneo, "constituye un escenario privilegiado para especular un futuro que nos permita evaluar el presente" (López del Rincón, 2019, p. 179), porque como dice Donna Haraway, "las fronteras entre la ciencia-ficción y la realidad social son una ilusión óptica" (2019, p. 10).

El cuento de Sosa Villada es una distopía en la que se pone en escena lo que podría suceder en el futuro con los colectivos LGTBIQ+ debido a la llegada al poder de los grupos de derecha. En la diégesis del relato, esta ultraderecha emplea sus numerosos recursos económicos y logísticos, promociona y avala un discurso de odio que "busca generar en el receptor un profundo sentimiento de repulsa hacia un colectivo, sobre el que se proyecta la responsabilidad de las amenazas o de los males, reales o supuestos, que cree sufrir aquel" (Pérez-Calle et ál., 2019, p. 157). Lo novedoso es que dicho discurso promueve el exterminio de las travestis, en el que se apela no solo a los consabidos aparatos estatales, sino que ahora intervienen aparatos paraestatales.

La historia del relato cuenta cómo, de la noche a la mañana, las travestis de Córdoba reciben una serie de amenazas. La Machi, una especie de oráculo y guía de las disidentes, les advierte que ocurrirá algo serio:

"Esa vida es muy cara y se la van a cobrar". La Machi enviaba a sus pájaros camaleones a las casas de todas las travestis de la ciudad y nosotras, distraídas y amancebadas, pensamos que se había vuelto loca [...]. "El cielo se pone rojo muy temprano, están planeando una matanza". Los pájaros camaleones llegaban a nuestras ventanas con las notas que La Machi escribía envueltas en sus patas, y, al menos yo, lo tomé como el delirio de una vieja, una amenaza sobre nuestra riqueza. (Sosa Villada, 2022, p. 172)

El relato menciona la vida acomodada que las travestis tienen en la ciudad. Dicha comodidad las ha hecho olvidar los peligros que implican haber violentado la heteronormatividad. "Distraídas" y "amancebadas", ellas no reparan en el hecho de que no es que haya una aceptación real de sus identidades en la sociedad heteropatriarcal, sino que se trata de una falsa asimilación, generada por la necesidad de los grupos de poder de dar la impresión de vivir en una sociedad que acepta la diversidad. Una sociedad homonormativa. Lisa Duggan (2003) entiende por homonormatividad, una política que no se detiene a cuestionar los supuestos e instituciones dominantes de la heteronormatividad, sino que los defiende y sostiene al tiempo que promete la posibilidad de una cultura gay desmovilizada y anclada en la domesticidad y el consumo.

Si bien el relato es parco en informaciones, se puede inferir que existe una fuerza social que no está de acuerdo con la presencia de las travestis en la ciudad. Una entidad que se mantiene oculta, anónima, que propone erradicarlas. La estrategia consiste en indisponer a la gente en contra de los disidentes. Para esto se apela a la calumnia. De esta manera:

Las actrices y las cantantes travestis comenzaron a ser acusadas, en los programas de chimentos y en los noticieros, de pederastas y violadoras. Luego siguieron las políticas y las maestras, las periodistas, las escritoras, y al poco tiempo todas teníamos el ojo de una espada posada sobre nuestras cabezas. (Sosa Villada, 2022, p. 173)

Como explica Edmund Morgan, la injuria sexual se utiliza como elemento de corrosión del poder político, pero también "como poderoso dispositivo activador de los afectos negativos y moralizantes del pueblo es inherente a la ficción misma del ‘pueblo’" (Morgan, 2006). En el relato de Sosa Villada, la estrategia de desprestigio consiste en emplear las fake news relacionadas con la cuestión moral. Esto hace que se desconfíe de todas las travestis, que ahora están bajo sospecha. El siguiente paso, es promover a la gente para que participe de su exterminio. Así: "Por último, se escuchó sobrevolar a los drones que gritaban con voz robótica: ¡TODO TRAVESTI DEBE MORIR Y, CON ÉL, TODO AQUEL QUE LO HAYA TOCADO TRES VECES! COLABOREN CON EL MUNDO. ¡MATEN UN POCO!" (Sosa Villada, 2022, p. 173).

Gilles Deleuze (2006) afirma que el fascismo es un culto a la muerte, un grito de viva la muerte. En el caso del fascismo histórico, ese grito funcionaba con estrategias de ejercicio del poder operacionalizadas institucionalmente (protagonizadas por la policía o el ejército). En el caso de los microfascismos ese culto a la muerte funciona en vías micropolíticas, de los discursos, por ejemplo, en las redes sociales (Miranda y Rocha, 2019, p. 251). Por eso, tanto el fascismo como el microfascismo es necropolítico (Mbembe, 2011). Resulta significativa la expresión: "Colaboren con el mundo. ¡Maten un poco!". Pues con esto se está diciendo que los disidentes no forman parte del mundo, se los excluye de lo semejante y humano. Si bien matar es un acto deleznable, condenable, al parecer matar a un disidente sexual no lo es tanto.

De esta manera, se postula que la vida del homosexual es una vida precaria, empleando la denominación de Judith Butler (2006). Como explica la filósofa estadounidense hay ciertas vidas que están altamente protegidas, y el atentado contra su santidad basta para movilizar las fuerzas de la guerra. Otras vidas no gozan de un apoyo tan inmediato y furioso, y no se calificarán incluso como vidas que "valgan la pena" (p. 58). Los disidentes son seres humanos no considerados humanos. El poder ha desarrollado históricamente "una concepción restrictiva de lo humano sobre la que se basa su exclusión" (p. 59). La ultraderecha pareciera poner en marcha está lógica y negar el carácter humano a los disidentes, por eso puede ejercer violencia en contra de sus vidas, las cuales no son importantes. Ahora, en el relato ¿quién es el responsable de los ataques?

La policía se excusaba. Decía que esos drones no pertenecían a las fuerzas de seguridad. Nos burlábamos pensando que eran fanáticos religiosos. Me burlé incluso de la consigna: el viejo Prévert les obsequiaba eso versos tan bonitos: "entonces maten un poco", "un paseíto y uno se va". A quien sea que escribió el comunicado le gustaba la poesía. (Sosa Villada, 2022, pp. 173-174)

No es un ataque que provenga de uno de los represores estatales clásicos de la diversidad (la policía), tampoco de las fuerzas paraestatales que casi siempre apoyan a los primeros (los fanáticos religiosos). Se trata de una fuerza que se desplaza en la clandestinidad, pero que ostenta un enorme uso de poder, o que está protegido por el poder, porque quienes deberían asegurarse de que no suceda algo así no hacen nada para impedirlo.

Por otra parte, resulta significativo que en la consigna se empleen los versos de Jacques Prévert (Neuilly-sur-Seine, 1900 París, 1977) y su poema "El revisor". El poder utiliza a un intelectual que se rebeló en su contra, que practicó una posición crítica y satírica en respuesta al orden establecido y las buenas costumbres, alguien que sostuvo un "inequívoco alineamiento con los oprimidos, con los marginados" (Martín, 1995, p, 7). Ahora Prévert ha sido domesticado, reducido a un simple eslogan que alienta la desaparición de los homosexuales, otro tipo de marginados.

De los drones, la situación pasa a replicarse en toda la ciudad. Así: "Pancartas, publicidades de televisión y radio, manifestaciones en la calle, pegatinas, folletos en las escuelas, predicadores en las plazas, todo había colaborado. Pero ni desde el gobierno, el ejército o la policía sabían darnos respuesta" (Sosa Villada, 2022, p. 174). Como puede apreciarse, se elabora un discurso antidiversidad que gana la calle. Si bien no queda claro si ese pánico sexual (Vance, 1989) es solo protagonizado por la fuerza anónima que, desde un inicio, la impulsa o es que la población se acopla a dicho rechazo. Lo único cierto es que este discurso se hace más explícito y recurrente:

Los días pasaban y los drones malditos comenzaban a gritar cada vez más temprano y se callaban cada día más tarde:

A LOS CIUDADANOS LIBRES Y DECENTES, LLEGÓ LA HORA DE TERMINAR CON ESTA DEGENERACIÓN QUE SOCAVA LA PAZ DE NUESTRAS FAMILIAS. MATEN UN POCO. MATEN MÁS, MATEN A LOS TRAVESTIS Y A TODOS AQUELLOS QUE LOS HAYAN TOCADO MÁS DE TRES VECES. (Sosa Villada, 2022, pp. 173-174)

Los instigadores de la violencia utilizan a la decencia, a las familias tradicionales, a la paz. Todas estas maneras eufemísticas de microfascismo (Miranda y Rocha, 2019, p. 251). Este discurso del bien común (Deleuze y Guattari, 1985) siempre viene aparejado por el deseo de eliminación de algún flujo de la diferencia con relación a determinados territorios constituidos por la moral. Los enemigos de todo este orden son los homosexuales, los disidentes, los cuales deben ser eliminados. Por eso, no hay ningún reparo en pedir que se los mate, porque son vidas que ponen en riesgo las otras vidas, las que se consideran importantes, realmente dignas de ser vividas. Resulta significativo que también se solicite que maten a las personas que han estado con ellas. En tal sentido, lo homosexual es visto como lo abyecto. El disidente sexual, como abyecto: "Está afuera, fuera del conjunto cuyas

reglas del juego parece no reconocer" (Kristeva, 2006, p. 8), perturba el orden, el sistema, la razón. Lo abyecto ensucia, contamina, percude. Entonces, todo aquello que ha entrado en contacto con este debe ser eliminado, también se convierte en un cuerpo desechable, vulnerable.

En el relato se cuenta cómo de las palabras se pasa a la acción: "No pasó ni un mes desde que tronaron en el cielo por primera vez los drones hasta que mataron a la primera. Vi en Instagram el video que tenía millones de me gusta de todo tipo en los comentarios" (Sosa Villada, 2022, p. 174). De la cita llama la atención el acto de violencia en contra del disidente sexual, pero también que este es publicitado en las redes sociales, y lejos de recibir algún tipo de rechazo o condena, concita la aceptación de millones de cibernautas que avalan tal acto. El uso de las redes sociales no es casual, porque les permite a las ultraderechas "conectar -tanto tecnológica como ideológicamente- con aquellas franjas de edad más jóvenes y alejadas de los discursos y la identificación política tradicionales que, además, está alfabetizada digitalmente, lo que conforma un target electoral especialmente apetecible de futuribles simpatizantes, militantes o votantes (López Ortega, 2016, p. 19). Asimismo, se relata que: "Sometieron a una travesti en una tienda de ropa y rellenaron su boca y sus fosas nasales con prendas que estaba probándose hasta asfixiarla. Las vendedoras aplaudían" (Sosa Villada, 2022, p. 175). La gente empieza a agredir físicamente a las travestis, y nuevamente los testigos no hacen nada para impedirlo, más bien celebran el evento.

En esta parte puede decirse que el discurso de odio, "el odio al otro" (Tiburi, 2018, p. 25), promovido por esa fuerza secreta que envía los drones, ha logrado calar en la gente. Ya no se trata solo de amenazas, sino de hechos reales que vulneran a los disidentes. Una cuestión curiosa es que la gente pareciera no aceptar abiertamente esta violencia. Manifiestan un cierto reparo: "Cómo guardaban silencio las personas cuando pasaba cerca de ellas, en la calle, en la redacción del diario, en el supermercado. Todos se callaban y miraban al suelo, con vergüenza" (Sosa Villada, 2022, p. 175). Pero, a medida que transcurren los días, esta gente que aún posee pudor de llevar a cabo las directivas propaladas por los drones, empieza a desarrollarlas abiertamente. Así, la narradora cuenta que:

De pronto, muy cerca de mi departamento, cuatro niños me salieron al paso. Llevaban uniforme de colegio, las mochilas colgaban de sus hombros. Eran como mi hijo, tal vez de la misma edad. Me cercaron el paso. Uno gritó que yo era un degenerado y lanzó una piedra que me dio en el flanco izquierdo. Luego otro tiró más piedras, todas dirigidas a las piernas; comenzaron a despegar los adoquines flojos de la peatonal y arrojarlos con más y más ensañamiento. ¡Eran niños, qué podía hacer yo! (Sosa Villada, 2022, p. 175)

La transfobia se replica incluso entre los más pequeños. Al grito de "degenerado", la narradora es atacada violentamente por estos niños. Es el discurso que ha calado en estos personajes, que solo repiten lo que sus mayores dicen. Lo resaltante es que la narradora no puede defenderse, o no debe, ya que son niños, seres igualmente vulnerables como ella. Todo esto cambia porque:

[...] uno tuvo puntería y me pegó justo en la sien y me tumbó al suelo. Apenas se disipó el atontamiento, me levanté como para matarlos, para comérmelos crudos [...]. De un salto, como si nunca me hubiera olvidado de que fui bestia, me lancé al cuello de uno y le arranqué un pedazo de carne por donde se le escapó la vida. Y al del azote le puse un patadón justo en medio de la frente, su bonita frente de niño bien criado, y cayó muerto. Los otros huyeron gritando que había un travesti, y escuché el temblor en los adoquines del paseo y supe que venían por mí. (Sosa Villada, 2022, pp. 175-176)

El horror ha llegado hasta el punto de que se ha encarnado en unos niños que, igual que sus mayores, consideran que la existencia de la travesti es un error, una degeneración, por eso debe ser agredida, exterminada. ¿Por qué el cuerpo del travesti debe ser eliminado? Pues porque ofende, se convierte en un otro, pero no en un otro cualquiera, sino en uno que niega el orden que es el orden heteronormativo. Es un extraño. Como explica José Ovejero: "Todo lo que viene de fuera y puede amenazarnos debe ser destruido -de fuera de nuestras fronteras, de fuera de nuestro planeta, de fuera de nuestra clase social o de nuestro sistema de creencias-" (2012, p. 50). Como señala Domenico U. Hur (2018), en los microfascismos se manifiestan posturas de rechazo al que es diferente, al que no se identifica a sus códigos, no solo en el territorio macropolítico, sino también en el campo micropolítico de la existencia. Para que ello ocurra es necesario que este otro sea deshumanizado, animalizado, bestializado. Precisamente, la narradora personaje, a partir de su reacción con el ataque de los niños, ha probado tal condición, es un animal, una bestia capaz de agredir a niños indefensos. Aunque también puede leerse en este acto una reacción de los disidentes. No estamos más ante un discurso que victimiza al disidente sexual, sino que lo muestra con la capacidad de resistir y contratacar.

Félix Guattari (2013), afirma que el capitalismo se ha apoderado de nosotros desde dentro, controlando y gestionando nuestra subjetividad. Precisamente algo similar sucede con el microfascismo que encuentra una especie de sostén en los dichos que se propagan por los drones. La extrema derecha contemporánea se está apoderando de la subjetividad de la gente; apelando al orden, a la armonía, a la paz, invita a que el fascista que se tiene dentro aflore y se manifieste. Como dice Christopher Bollas, "cada uno de nosotros puede, sí, desarrollar un estado de mente fascista" (1994, p. 158). Solo hace falta alentarla.

De esta manera, el horror se desata y se multiplica, y a las travestis solo les queda huir: "Travestis ensangrentadas, mutiladas, en las últimas y en las anteúltimas. Travestis que cargaban a sus padres en brazos, travestis muy viejas, algunas que no cumplían ni los quince años" (Sosa Villada, 2022, p. 178). Toda esta situación no es producto de una cuestión azarosa, una acción abrupta nacida de un hecho repentino, sino que es sistemática. Se trata de un plan orquestado:

Una que se recuperaba de la corrida dijo que lo sabían todo de nosotras. Dónde vivíamos, en qué calle, en qué piso y en qué departamento, de qué trabajamos, si teníamos familia o no, a qué hora salíamos y a qué hora entrábamos. También que el objetivo era dejarnos sin La Machi, que fue a la primera que quisieron asesinar para desorientarnos. (Sosa Villada, 2022, p. 178)

La pregunta que surge es quién es el responsable de esta situación, quién lleva a cabo esta refriega a los disidentes sexuales. No es ni la policía ni el ejército ni el gobierno. Pero algo muy interesante es que estas instituciones tampoco hacen nada para impedir la masacre. Una de las travestis dice: "Yo llamé a la policía cuando quisieron prender fuego mi casa, pero se me rieron de lo lindo y cortaron" (Sosa Villada, 2022, p. 178). Como se puede notar, la policía es cómplice de estos actos. Algo similar ocurre con el ejército. Antes de que se sucedan los hechos, la narradora refiere que:

Primero vino Claudia y dijo que en una de las casas donde limpiaba por hora el marido milico de su patrona le había pedido que se anduviera con cuidado, que no saliera a la calle [...]. El militar no le había dicho por qué, pero ella tuvo miedo. (Sosa Villada, 2022, p. 173)

Como se infiere, los militares también sabían lo que iba a ocurrir. De tal forma, a las travestis solo les queda huir, entregarse "al éxodo" (Sosa Villada, 2022, p. 178). En el texto, la narradora relata: "Nos fuimos bajo tierra, por los techos, en el baúl de los automóviles, dentro de bolsas de basura huimos como pudimos, cubiertas de paños, sin ser definitivamente nada. Por las cloacas nos fuimos" (Sosa Villada, 2022, p. 180). Los cuerpos de las disidentes son tratados como "basura", reducidos a la "nada". Las travestis son arrojadas, ubicadas en el vertedero (Bauman, 2005), huyen por las "cloacas", porque son consideradas residuos humanos, despojos que deben ser eliminados.

El relato de Sosa Villada pone en evidencia que ese modelo de sociedad homonormativa, en el que lo disidente se constituye como una forma de vida aceptable, en realidad es una fantasía que busca ocultar el horror de la diferencia que se vela. "Seis tetas" muestra que el poder, que en el cuento puede ser identificado como la derecha radical o extrema derecha por los recursos que emplea y la ideología que defiende, desarrolla nuevas estrategias para ejercer el control social sobre los cuerpos de la diversidad. En estas estrategias ya no solo usan los aparatos estatales, sino paraestatales, como los grupos religiosos o las comunidades de cibernautas. No es gratuito que en el discurso de odio se apele al lenguaje religioso y a sus símbolos, como el número tres. Se plasma así la alianza entre ultraderechistas y católicos que se ha establecido en las últimas décadas. Brasil y España son los lugares en los que dicha alianza posee una gran influencia. El "cristoneofascismo" es un "fenómeno mundial con efectos políticos, económicos, culturales, ecológicos y religiosos devastadores" (Tamayo, 2020, p. 14).

Guattari (2013) se percata que a diferencia de los fascismos históricos en los que se necesitaba un referente externo que sustente el deseo fascista, como una nación, un partido político articulado, un líder, en el microfascismo ya no se necesita más eso. Precisamente, esta sería la razón por la que en el relato de Sosa Villada nunca aparece el responsable, no hay nadie tangible al que se le pueda achacar las directrices que mandan acabar con los disidentes.

Este hecho no es gratuito, porque de alguna manera se está sosteniendo que el fascismo sigue vigente, porque más que tratarse de una tendencia política, es más bien una atmosfera, un fascismo ambiental (Méndez, 2020), que está en el aire y que todos podemos respirar. En el texto de Sosa Villada se muestra que es el fascismo puede activarse, evidenciarse con solo azuzarlo. Se trata de un "fascismo de baja intensidad", que

[...] no tiene rostro, ni límites reconocibles objetivamente hablando, quizá tampoco una intención en el sentido convencional, aunque sí efectos aniquiladores, de crimen masivo, y es no solamente por su manera brutal de acabar con vidas humanas, sino, además, por su nuevo modo de acabar con el horizonte de llevar en algún momento una vida humana. (Méndez, 2020, p. 59)

El fascista vive de recusar la alteridad, de recusar la diferencia (Maroni, 2019). Pero cuando este otro es el disidente sexual, pareciera agudizar aún más su capacidad de proferir el mal, de destruir.

Como se dijo en párrafos anteriores, la distopía tiene un carácter pedagógico, de advertencia. Lo que hace este relato de Sosa Villada es alertar a la sociedad acerca de que el fascismo está vigente y que cualquier insinuación puede hacer que se detone. "Los drones pedían a los demás que nos asesinaran y nosotras habíamos olvidado una violencia original y transparente que nos sirviera como defensa, la violencia honrada que auspició nuestra perpetuidad" (Sosa Villada, 2022, p. 175). La violencia en contra de los disidentes sexuales es menos honesta, porque no es directa, sino que apela a los microfascismos presentes en la sociedad, a los microfascismos que se esconden en todos nosotros.

Un aspecto importante en el texto de Sosa Villada es que, si bien la historia se muestra como catastrófica para los disidentes que habitan la ciudad, también este exilio forzado genera el hecho de que este grupo pueda formar una verdadera comunidad, en un monte que, curiosamente "no estaba ahí, al menos hasta hace dos meses" (Sosa Villada, 2022, p. 181). Allí fundan una comunidad rural que se gobierna por sus propias reglas, las cuales no corresponden necesariamente a las que rigen la sociedad heteropatriarcal. En esta comunidad, las travestis pueden formar los tipos de familia que deseen, sin seguir los patrones de género establecidos.

Un hecho particular en la historia es que no solo se instaura un nuevo mundo social, sino que el orden natural es violentado. Una de las amigas cercanas de la narradora un día llama a esta porque su hija travesti está enferma. La narradora la revisa y dictamina que la muchacha travesti está embarazada por lo menos de veinte semanas. Cuando la amiga le pregunta a su hija cómo pasó, la narradora le dice:

[...] ella sabía perfectamente cómo lo había hecho. La leche saltando dentro de su cuerpo y prendiendo en algún lugar de su intestino, como una matriz con mierda en la que hacer una vida, un óvulo ominoso que engañó al espermatozoide. (Sosa Villada, 2022, p. 194)

En esta misma línea, otro hecho peculiar es que una segunda travesti, Sulisén, desarrolla la capacidad de poner huevos, los cuales "intercambia, a veces por trabajo, que alguna le barra el patio o le lave los pocos trapos con que se cubre, negocie con los traficantes o repare las trenzas de su techo" (Sosa Villada, 2022, p. 203). Así, la imagen final del mundo que surge como consecuencia de la represión que sufren los disidentes pareciera sugerir que es la de una realidad en la que todo lo que se conoce es trastocado, violentado. La violencia que se ejerce en contra de las travestis alcanza a todos, incluso a los perpetradores de esta, a su mundo que está condenado a desaparecer, o al menos, tal como se le conoce, para dar la posibilidad de un mundo nuevo, ajeno al género y a la heteronormatividad.

5. A manera de conclusión

La derecha radical está experimentando un auge tremendo en estos últimos tiempos. Sin abandonar ciertos preceptos fascistas o neofascistas, ha sabido acomodarse a los contextos en los que se desenvuelve. De esta manera, la relación que se establece con la problemática LGTBIQ+ es ambivalente. Si es necesario se servirá de estos grupos para alcanzar el poder, como es el caso de Países Bajos, Francia y Alemania; si no, tendrá pocos escrúpulos en utilizarlos como chivo expiatorio para aglutinar votos, como es el caso de Rusia, Hungría o Polonia.

Para el caso de América Latina no existe la figura del migrante que ponga en riesgo la estabilidad, como es el caso del musulmán en el hemisferio Norte. Si bien, los ciudadanos venezolanos han sido utilizados con fines electorales, aún no son suficientemente significativos como amenaza al statu quo. En cambio, las figuras de la feminista y el disidente sexual son más notorias, porque según los preceptos de esta ultraderecha, tanto las feministas como los homosexuales ponen en riesgo los valores tradicionales, la familia, la nación misma. Por eso hay que prohibir su existencia, se les debe borrar, invisibilizar.

En "Seis tetas" se pone en escena lo que podría ocurrir en un futuro próximo. Se evidencia las estrategias que usa esta derecha radical para deshacerse del disidente, al cual considera una vida precaria, que puede ser violentada, basurizada, aniquilada. El cuento revela que la violencia en contra de los grupos disidentes sexuales no se manifiesta directamente por los agentes del gobierno, sino que se ha desarrollado una estrategia sutil que instrumentaliza a los ciudadanos para que puedan desplegar este odio contenido en contra de la diversidad sexual. Puede decirse que la derecha exacerba los microfascismos presentes en la sociedad contemporánea, sobre todo aquellos que están relacionados con la sexualidad. "Seis tetas" hace patente cómo el poder ya no utiliza sus formas tradicionales para ejercer control sobre esta diversidad, sino que ha encontrado una mejor forma en la que sus propios ciudadanos son instrumentalizados para realizar dicha operación.

Para finalizar, debe decirse que la distopía que presenta el relato de Sosa Villada no se refiere a lo que sucede hoy con la derecha radical o la extrema derecha, sino que es lo que podría suceder si estas formaciones llegan al poder. El texto, en tal sentido, muestra el fantasma de la ultraderecha, el lado oculto y perverso de esta opción política.

Referencias bibliográficas

Álvarez-Benavides, A. (2024). El homonacionalismo en las derechas radicales occidentales. Génesis, desarrollo y su impacto en el contexto español. Disjuntiva, 5(1), 59-74. doi: 10.14198/DISJUNTIVA2024.5.1.4

Arranz Sánchez, L. (2022). El marco de la "ideología de género" en el discurso de Vox. Revista Más Poder Local, 49: 10-25. doi: 10.56151/maspoderlocal.107

Bauman, Z. (2005). Vidas desperdiciadas: la modernidad y sus parias. Paidós.

Bezerra, M., Silva, M., Dimenstein, M., Macedo, J. (2020). A escalada do fascismo no Brasil: rebatimentos ao campo profissional da psicología. Psicologia em Revista 26(1), 415-435. doi: 10.5752/P.1678-9563.2020v26n1p405-425

Bollas, C. (1994). Ser un personaje: psicoanálisis y experiencia de sí mismo. Paidós.

Butler, J. (2006). Vidas precarias. Paidós.

Deleuze, G. (2006). Conversaciones. Pre-textos.

Deleuze, G. y Guattari, F. (1985). El antiedipo. Paidós.

Drucker, P. (2020). La extrema derecha, las personas LGBTIQ y una estrategia de resistencia. Sin permiso. https://www.sinpermiso.info/textos/la-extrema-derecha-las-personas-lgbtiq-y-una-estrategia-de-resistencia

Duggan, L. (2002). The new homonormativity: The sexual politics of neoliberalism. En R. Castronovo y D. D. Nelson, Materializing democracy: Toward a revitalized cultural politics (pp. 175-194). doi: 10.1215/9780822383901-007

Duggan, L. (2003). The twilight of equality: neoliberalism, cultural politics, and the attack on democracy. Beacon Press.

Foucault, M. (1985). Preface. Gilles Deleuze y Felix Guattari. Anti-Oedipus. Capitalism and Schizophrenia (pp. XI-XIV). University of Minneapolis.

Foucault, M. (2000). Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica.

Gonzalo, J. (2016). Mercancía del horror (Fascismo y nazismo en la cultura pop). Libros crudos.

Graff, A. y Korolczuk, E. (2021). Anti-gender politics in the populist moment. Routledge. doi: 10.4324/9781003133520

Guattari, F. (2013). Líneas de fuga. Cactus.

Haraway, D. (2019). Manifiesto para cyborgs. Ciencia, tecnología y feminismo socialista a finales del siglo XX. Letra Sudaca Ediciones.

Hur, D. (2018). Piscologia, política y esquizoanálise. Alínea.

Konder, L. (2009). Introdução ao fascismo. Expressão Popular.

Krámer, P. (2021). La dinámica de la democracia iliberal: un estudio de caso. Analecta política 12(22), 1-14. doi: 10.18566/apolit.v12n22.a04

Kristeva, J. (2006). Poderes de la perversión. Siglo XXI.

La Nación. (8 de noviembre de 2023). Javier Milei aclaró su posición sobre la homosexualidad y dio un particular ejemplo para explicarla: "Si querés estar con un elefante..." [reseña de entrevista de Jaime Bayly]. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/politica/javier-milei-aclaro-su-posicion-sobre-la-homosexualidad-y-dio-un-particular-ejemplo-para-explicarla-nid08112023/

Lambertucci, C. (27 de febrero de 2024). Milei anuncia la prohibición del lenguaje inclusivo y de "todo lo referente a la perspectiva de género". El País. https://elpais.com/argentina/2024-02-27/milei-anuncia-la-prohibicion-del-lenguaje-inclusivo-y-de-todo-lo-referente-a-la-perspectiva-de-genero.html

Leonardo-Loayza, R. (2021). Distopía, representación, cuerpo y maternidad en El libro de Joan, de Lidia Yuknavitch. 452°F. Revista de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, 24, 29-48. doi: 10.1344/452f.2021.24.3

Leonardo-Loayza, R. (2022). "El mundo del deseo no es todo lo luminoso que se cree". Abyección, cuerpo y agencia travesti en Las malas de Camila Sosa Villada. Whatever, 5, 189-209. doi: 10.13131/2611-657X.whatever.v5i1.180

López, M. P. (15 de junio de 2021). Hungría aprueba una polémica ley que prohíbe la "promoción" de la homosexualidad ante menores. La vanguardia. https://www.lavanguardia.com/internacional/20210615/7531843/hungria-homosexualidad-orban-ley-menores-genero-discriminacion-lgbt.html

López del Rincón, D. (2019). Oráculo biotecnológico. Los modos futuros del bioarte. En M. Piñol (Ed.), Imaginar mundos. Tiempo y memoria en la ciencia ficción (pp. 179-199). Sans Soleil Ediciones.

López Hernández, I. (2020). "Los claroscuros de la crisis permanente y el desfile de los monstruos. A modo de introducción", en Fundación de los comunes (ed.). Familia, raza y nación en tiempos de posfascismo (pp. 13-39). Traficantes de sueño.

López Ortega, A. (2016). La Estrategia de la nueva extrema derecha española en Internet. Aracné, 205, 1-23. https://www.ub.edu/geocrit/aracne/aracne-205.pdf

Maldonado, C. (29 de febrero de 2024). Bukele arremete contra la perspectiva de género y la saca de las escuelas públicas de El Salvador. El País. https://elpais.com/america/2024-02-29/bukele-arremete-contra-la-perspectiva-de-genero-y-la-sacade-las-escuelas-publicas-de-el-salvador.html

Maroni, A. (2019). Mente fascista. Jornal de psicanálise, 52(96), 73-81. http://pepsic.bvsalud.org/pdf/jp/v52n96/v52n96a07.pdf

Martín, A. (1995). Palabras. En J. Prévert, Palabras (pp. 6-7). Lumen.

Martorell, F. (2015). Transformaciones de la utopía y la distopía en la postmodernidad. (Tesis Doctoral Facultat de Filosofía i Ciències de l’ Educació, Departament de Filosofia, Àrea d’ Estètica i Teoria de les Arts). Universitat de València.

Mbembe, A. (2011). Necropolítica. Melusina.

Méndez, A. (2020). Fascismo de baja intensidad. La Vorágine.

Menéndez, C. y Whitfield-Miocic, O. (11 de octubre de 2019). La homofobia y los derechos LGTBI alimentan el debate electoral en Polonia. Euronews. https://es.euronews.com/2019/10/11/la-homofobia-y-los-derechos-lgbti-alimentan-el-debate-electoral-en-polonia

Milenio. (28 de febrero de 2024). Bukele se pronuncia contra ideologías en las escuelas: "un plan para destruir a futuras generaciones". Milenio. https://www.milenio.com/internacional/nayib-bukele-se-pronuncia-contra-ideologias-en-las-escuelas

Miranda, D. y Rocha, A. (2019). Fascismo de estado e microfascismo. Ideação, 39, 243-259. doi: 10.13102/ideac.v1i39.4577

Morgan, E. (2006). La invención del pueblo: el surgimiento de la soberanía popular en Inglaterra y Estados Unidos. Siglo XXI.

Mudde, C. (2021). La ultraderecha hoy. Paidós.

Ovejero, J. (2012). La ética de la crueldad. Anagrama.

Paternotte, D. y Kuhar, R. (2018). Disentangling and locating the "global right": Anti-gender campaigns in Europe. Politics and Governance, 6(3), 6-19. doi: 10.17645/pag.v6i3. 1557

Paxton, R. O. (2019). Anatomía del fascismo. Capitán Swing Libros.

Pérez-Calle, B., Gómez, M. y Esteban-Navarro, M. (2019). Estrategias europeas contra el discurso del odio, en Ciudadanías digitales: perspectivas desde los medios, el periodismo y la educomunicación (pp. 155-172). Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano.

Polizzi, M. (2022). Pandemia y Nuevas Derechas: el ascenso de Giorgia Meloni en Italia (2020-2022). Perspectivas. Revista de Ciencias Sociales, 7(14), 465-487. doi: 10.35305/prcs.v7i14.652

Puar, J.K. (2007). Terrorist Assemblages Homonationalism in Queer Times. Duke University Press.

Reid, G. (22 de setiembre de 2015). La homofobia como estrategia política. Human Rigths Watch. https://www.hrw.org/es/news/2015/09/22/la-homofobia-como-estrategia-politica

Robles, G. (2021). Crisis de la experiencia y (pos)fascismos. Lecturas desde la teoría crítica. Constelaciones. Revista de Teoría crítica, 13, 312-339.

Rosenberg, S. (30 de noviembre de 2023). "Hay pánico en la comunidad": el Tribunal Supremo de Rusia prohíbe el movimiento LGBT y lo declara como "una organización extremista". BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/articles/c1w2qxdn6zlo

Rovira Kaltwasser, C. (2014). La derecha en América Latina y su lucha contra la adversidad. Nueva Sociedad, 254, 34-45.

Rovira Kaltwasser, C. (Coord.). (2023). Apoyo y rechazo a la ultraderecha en Chile. Friedrich-Ebert-Stiftung.

Sabino, M. (25 de septiembre de 2020). Sodoma. Crusoé. https://crusoe.com.br/secao/mario-sabino/sodoma/

Sánchez-Moreno, M. (2023). La pervivencia histórica del fascismo. Reflexiones desde la memoria democrática europea. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 18(248), 263-286. doi: 10.22201/fcpys.2448492xe.2023.248.81766

Sosa Villada, C. (2022). Seis tetas. Soy una tonta por quererte (pp. 171-209). Tusquets.

Tamayo, J. (2020). La internacional del odio. Icaria.

Tiburi, M. (2018). ¿Cómo conversar con un fascista? (Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana). Akal.

Traverso, E. (2021). Las nuevas caras de la derecha. Siglo XXI.

Vance, C. (1989). Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina. Ed. Revolución.

Zornoza, M. (10 de junio de 2021). Los LGTBi son usados como chivo expiatorio y distracción de otros debates políticos [Entrevista a Terry Reintke]. El Confidencial. https://n9.cl/dhwz3

Recibido: 01 de Abril de 2024; Revisado: 12 de Mayo de 2024; Aprobado: 16 de Mayo de 2024

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons