1. Introducción
En los últimos años, las derechas radicalizadas se han posicionado en el escenario político latinoamericano, tanto desde la movilización y activismo político cultural, así como también en el ámbito electoral y dirigencial. En el caso argentino, las explicaciones sobre la irrupción de Javier Milei -el economista libertario que triunfó en las elecciones presidenciales de 2023- no se agotan en el declive de los partidos tradicionales ni en la crisis económica de largo arrastre. El cambio de paradigma político se introduce en procesos socioculturales y políticos más profundos, que pueden estar atravesados por lógicas y similitudes globales, pero con modulaciones y singularidades regionales y nacionales que deben ser atendidas a la hora de plantear interpretaciones del fenómeno (Bohoslavsky y Broquetas, 2024; Pereyra Doval y Souroujon, 2024; Pinheiro-Machado y Vargas-Maia, 2023; Semán, 2023; Stefanoni, 2021).
Como demuestra Pablo Semán (2023), procesos divergentes como las condiciones socioeconómicas, el papel de las modalidades de interacción digital, el vínculo entre el Estado y la sociedad argentina en un proceso de crisis, las dinámicas del peronismo y el antiperonismo creciente, la extensión de una subjetividad social caracterizada por el individualismo que deriva en significaciones sobre la libertad, y las consecuencias políticas, sociales y económicas de la gestión de la pandemia de 2020 forman parte de las determinaciones que explican la singularidad argentina en el proceso de radicalización política por derecha. Así, frente a investigaciones que han priorizado su carácter geopolítico global, la perspectiva histórica y situada ofrece singularidades para pensar -no de manera aislada- un proceso de múltiples aristas.
Una de las dimensiones a considerar en relación con el ascenso de las derechas radicalizadas es su expresión cultural. Particularmente, en lo que refiere a la conformación de un espacio de producción, circulación y difusión de ideas, discursos, prácticas e interacciones. En articulación, estos factores configuran un dispositivo sociocultural del que abrevan dirigentes, intelectuales, ideólogos, simpatizantes, militantes y adherentes y que atraviesa la esfera pública, entendida como un entorno nutrido por lo digital y lo no-digital. Un entramado conformado de manera complementaria por soportes como las redes sociales como X, TikTok y YouTube, el ámbito audiovisual, la industria editorial, el espacio mediático y las plataformas virtuales. A su vez, materializado en productos culturales y de contenido como libros, videos, posteos, espectáculos virtuales y físicos. Vehiculizado por mediadores, autores, internautas y políticos y, simultáneamente, apropiado, replicado, resignificado y puesto en práctica por lectores, consumidores, militantes y usuarios de la red.
En los últimos años, este ensamble se ha constituido en un terreno donde transita la llamada "batalla cultural" de las nuevas derechas o derechas radicalizadas (Nagle, 2018; Stefanoni, 2021; Vázquez, 2023). Una "batalla cultural" que en sus inicios, en la Argentina en particular, se difundió principalmente desde dos tópicos que caracterizaron a las derechas argentinas liberal-conservadoras y a las nacionalistasreaccionarias (Morresi y Vicente, 2023). Por un lado, la cuestión del debate sobre la memoria nacional respecto del pasado reciente, desde donde las derechas reivindicaron la versión militar de lo acontecido antes y durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), criticaron las memorias históricas enarboladas por organismos de derechos humanos, por espacios académicos y por las políticas de los gobiernos posdictadura, principalmente las de los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011, 2011-2015). Estos sectores, asimismo, banalizaron, negaron o reivindicaron los crímenes cometidos por la dictadura y propusieron interpretaciones alternativas (Goldentul, 2020; Lvovich y Grinchpun, 2022). Por otro lado, el tópico que podríamos ubicar en torno a la ofensiva contra la llamada "ideología de género", corpus que sintetizaría y englobaría actores, ideas e instituciones que caracterizaron a la masificación de los movimientos feministas y sus reivindicaciones. Entre ellas, la legalización del aborto, los reclamos contra la violencia de género y la extensión de derechos y reconocimientos por la diversidad sexual y la identidad de género (Bohoslavsky y Broquetas, 2024; Faur, 2020).
Sin que estos tópicos iniciales desaparezcan, la llamada batalla cultural se fue ampliando para configurarse en una oposición a las izquierdas y los progresismos, pero también para la conformación de un "nosotros" de derecha. Es decir, no como una mera reacción, sino una activación propositiva, con agenda propia. Entendida como categoría nativa, la "batalla cultural" funciona como un terreno propicio para la conformación de un encadenamiento de ideas, prácticas y actores que se materializan y circulan a escala masiva y que resulta una arista para pensar las formas de subjetivación política contemporánea. Desde una épica de resistencia y una retórica beligerante enunciada desde un planteo de superioridad moral (Stefanoni, 2021), esta "batalla cultural" es, teorizada y formulada a partir de referencias y autores del amplio campo de las derechas políticas liberales, conservadoras o reaccionarias. Allí se ubican desde clásicos de la Escuela Austriaca de Economía como Ludwing von Mises, Fredrich Hayek y Murray Rothbard; autores emergentes y disímiles entre sí como Agustín Laje, Nicolás Márquez, Axel Kaiser, Miklos Lukacs, Olavo de Carvalho; así como también desde referencias teóricas, intelectuales y políticas del campo de las ciencias sociales y humanas y de posicionamientos asociados al amplio campo de la cultura de izquierdas, desde Herbert Marcuse y Theodor Adorno hasta Judith Butler y Paul Preciado, pasando por Antonio Gramsci, Simone de Beauvoir y Michel Foucault. Pero, por sobre todo, la "batalla cultural" se configura, se enraíza y materializa en dimensiones menos atadas al plano teórico y más sedimentadas en prácticas sociales concretas que se observan en las disputas y debates que se desarrollan en las redes sociales, en la esfera digital polarizada (Calvo y Aruguete, 2020), en manifestaciones públicas o en espacios concretos como la institución escolar o la militancia política y su activación en el espacio público (Vázquez, 2023). Como un fenómeno que surgió de manera marginal, inicialmente como parte de una subcultura rebelde e inconformista, estos elementos han alcanzado rápidamente una prominencia en el debate público y en el mainstream cultural.
En este escenario, el politólogo argentino Agustín Laje se ha posicionado en los últimos años como uno de los principales referentes en el campo de las derechas de Argentina en particular y latinoamericanas en general (Elman, 2018). Desde una carrera que puede pensarse como iniciada desde los márgenes y que derivó hacia el mainstream, nutrida por libros como El libro negro de la nueva izquierda, escrito junto a Nicolás Márquez, La batalla cultural y Generación idiota, intervenciones en redes y eventos políticos y culturales, participación en seminarios y conferencias, junto con la creación de emprendimientos como Fundación Libre y el centro de formación Tecnopolitea, Laje se construyó y legitimó entre sus pares como un intelectual que apuesta por la articulación de las diferentes familias derechistas en torno a una "nueva derecha" (Laje, 2022), valiéndose de la "batalla cultural" como herramienta y condición necesaria para lograr la victoria política. Sus modos de participación en el campo de las ideas articulan lógicas tradicionales de participación intelectual con elementos emergentes del entorno digital y las redes sociales, lo que lo constituyen como un personaje singular que ha cosechado el respeto de sus pares y de un público masivo. Sus intervenciones y productos se presentan como eruditos, cargados de referencias teóricas y datos empíricos que operan en la constitución de un ethos de intelectual conceptivo y a la vez como un mediador y difusor de ideas, textos y autores hacia su auditorio (Goldentul y Saferstein, 2021; Saferstein, 2023; Saferstein y Stefanoni, 2023).
En sus inicios, Laje se referenciaba en los tópicos recurrentes de las derechas argentinas mencionados. La crítica al "marxismo cultural" (Paternotte y Verloo, 2021) le permitió sustentar la idea de batalla cultural y robustecer su proyección internacional a partir de otros tópicos más amplios, como el debate sobre el ambientalismo, sobre la política económica y el lugar ocupado por el Estado, el lugar de la cultura progresista frente a los valores tradicionales de la familia occidental y los peligros del "globalismo", entre otros (Gayozzo, 2022; Stefanoni, 2021). Estos tópicos forman parte de la agenda que Laje y otros referentes derechistas han impulsado en el debate público y conforman nodos del dispositivo cultural de cultura masiva desde años antes que las derechas radicalizadas se conviertan en una opción electoral competitiva en la región. Sus intervenciones, tomadas como referencia por el presidente argentino desde antes de su triunfo en 2023, se desarrollan en este entramado de mediaciones en las que participan autores, editores, periodistas, formadores, políticos, libros, redes, fundaciones y artefactos culturales que es preciso explorar.
¿Cómo se manifiesta la "batalla cultural" de las derechas radicalizadas? ¿Cuáles son los métodos utilizados para su producción y difusión? ¿Qué lugar ocupa Agustín Laje en esta "batalla cultural"? ¿Qué recursos involucró su construcción como intelectual? ¿Quiénes actúan como mediadores entre los referentes y los "soldados" de esta batalla cultural? ¿Qué rol desempeña la cultura masiva en los procesos contemporáneos de formación de la opinión política? Con tales interrogantes, este artículo se propone abordar la escena cultural de las derechas radicalizadas en la Argentina a partir de explorar el caso de Laje y su propuesta de "batalla cultural", como uno de los modos en que fuerzas y sectores de derechas se presentan en sociedad, ponderan ciertos tópicos, construyen agenda, difunden sus ideas y las ponen en práctica en redes, libros, medios, espacios de sociabilidad y en la esfera pública. Sus textos, los tópicos que aborda en sus iniciativas culturales y los agentes que median en sus producciones resultan una clave para abordar cómo sus seguidores acceden y se vinculan con la producción de Laje, de manera tal que establecen una relación activa con los productores y producciones. Teniendo en cuenta que el análisis de las ideas y los textos no debe desligarse del estudio de sus condiciones de producción, circulación y recepción y de los agentes que intervienen en esos procesos, el trabajo busca realizar un aporte a la comprensión de las singularidades culturales de las derechas latinoamericanas. Al atender a los modos en que se construyen y se legitiman los referentes de opinión, se busca aportar al conocimiento de los procesos de producción privilegiada de visiones del mundo y las transformaciones de la práctica intelectual (Rubinich, 2011) en contexto de expansión de las derechas radicalizadas en la Argentina.
2. Métodos, materiales empleados y fuentes
A lo largo de la historia, los libros que abordan la política de una época han sido poderosos motores de los sentimientos políticos y nacionales de la población que los lee y los hace suyos. La producción de "best sellers políticos" no solo ha servido como indicador del estado de ánimo social de las sociedades, sino que también ha tenido un impacto movilizador tanto para las izquierdas como para las derechas (Morresi et ál., 2021; Ribadero, 2018; Tarcus, 2023). Desde su posición privilegiada y no partidaria, los escritores se erigen como voceros de los ciudadanos que compran, leen y participan. Como ha mostrado Semán (2006), en los primeros años de la década de 2000, la producción en Argentina de obras históricas y ensayos de autores como Marcos Aguinis, Felipe Pigna y Jorge Lanata contribuyó a la construcción y recuperación de un pasado heroico como modelo para la creación de narrativas futuras en medio de un presente marcado por la idea de decadencia, especialmente durante la crisis de la convertibilidad. Durante la segunda década de 2000, el género de los libros periodísticos sobre corrupción tuvo una nueva época: mientras que en los años noventa las firmas progresistas se presentaban como "fiscales del poder", destacando la corrupción como el principal problema público durante el menemismo (Baldoni et ál., 2018; Pereyra, 2013), la contraparte republicana promovía obras que buscaban poner de manifiesto los delitos en las gestiones kirchneristas. Además, los libros que cuestionaban las políticas de memoria institucionalizadas por el gobierno, adoptando posturas reconciliatorias, dialoguistas o incluso reivindicadoras del accionar militar, lograron un reconocimiento editorial significativo (Saferstein, 2021). Durante el período del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), el fenómeno editorial y político de Sinceramente, el libro de Cristina Fernández de Kirchner, apuntaló su liderazgo político.
Los libros y los circuitos editoriales funcionan como soportes y espacios desde donde la cultura y la política se construyen en términos ideológicos, simbólicos y materiales junto a otras instancias de producción cultural como las industrias culturales y las producciones que se generan en la esfera digital1. Los autores escriben insertos en redes de cooperación colectiva que habilitan la producción de ideas del mismo modo que las condicionan. Los editores seleccionan temas y autores en diálogo con periodistas, intelectuales, recomendadores. Los libros, su lectura y su circulación social -en el boca en boca, en las presentaciones, en las ferias-, además de condensar procesos sociales y culturales que hacen posible su existencia como objeto material y simbólico, generan efectos en su circulación y recepción al articular sentimientos, colaborar en la producción de comunidades de lectores e incidir en la construcción de la opinión pública y en la socialización política (Darnton, 1993). En este sentido, el trabajo se plantea desde una perspectiva sociológica de la cultura (Becker, 2008; Bourdieu, 2011; Hennion, 2017) atenta a los procesos que atañen al mundo editorial y sus agentes (Childress, 2017; Thompson, 2012) vinculados también a la esfera pública digital (Aruguete y Calvo, 2023; Boczkowski y Mitchelstein, 2022).
La metodología para la investigación que enmarca este artículo supuso el análisis de las instancias de la creación, la producción y circulación, al igual que la recepción de libros y producciones culturales sobre política a partir de la combinación de estrategias cualitativas y cuantitativas de producción de datos. Se tuvo en cuenta la producción editorial de libros sobre política publicados en la Argentina desde el año 2001 hasta el presente, obtenidos de una base de datos de producción propia construida a partir del registro del International Standard Book Number (ISBN). Esta base se complementa con datos de producción editorial, catálogos e información de venta de las principales cadenas de librerías en la Argentina, así como los datos obtenidos por parte de entrevistas a editores y libreros. El caso de Agustín Laje resulta representativo del proceso de proliferación de productores y producciones culturales del campo de las derechas (Elman, 2018; Saferstein, 2024), evidenciado en la publicación de libros best sellers (Saferstein y Stefanoni, 2023), en la presencia y circulación en redes (Calvo y Aruguete, 2020; Kessler et ál., 2021), así como en espacios de sociabilidad como ferias, eventos y presentaciones de libros (Saferstein, 2023; Saferstein y Goldentul, 2022 y 2024). Como corpus, se encuentran, primero, los libros publicados por Laje y sus intervenciones en el espacio digital. Segundo, se cuenta con un registro propio de observaciones participantes en eventos presenciales en donde Laje participó en la ciudad de Buenos Aires entre 2018 y 2023. También se tienen en cuenta eventos virtuales en donde Laje participó invitado por espacios políticos. Tercero, se realizaron entrevistas en profundidad a editores de Laje en Unión, Harper Collins y Hojas del Sur, a mediadores como libreros, activistas e intelectuales, además de consumidores/seguidores/lectores de sus producciones, con el propósito de indagar en sus trayectorias y vinculación con la producción cultural y digital.
3. Un intelectual para la batalla cultural. La trayectoria de Agustín Laje
La difusión de discursos, contenidos y producciones se manifiesta en un ecosistema de plataformas físicas y digitales de las derechas radicalizadas (Aruguete y Calvo, 2023; Bittner, 2024; Nagle, 2018; Stefanoni, 2021). Según Kessler, Vommaro y Paladino (2021), muchos de los líderes de las derechas en este siglo son influencers que emplean estrategias discursivas para ampliar su base de seguidores. Estos individuos promueven prácticas de activación para generar contenido y fomentar debates en torno a sus intervenciones polémicas, aprovechando una coyuntura favorable que les permite acrecentar su visibilidad. Aunque su principal plataforma de difusión y movilización sea el ámbito digital, desde donde logran viralizarse y atraer a multitudes, su activismo en línea se complementa con acciones más tradicionales para el ámbito de intervención pública, como apariciones en medios de comunicación, participación en eventos políticos y organizaciones, así como la publicación y difusión de libros de alcance nacional e internacional.
Para el caso de los libros, las narrativas que articulan y difunden el pensamiento de los referentes de las derechas radicalizadas sobre la nación, la región y diversos temas económicos, políticos o culturales, se transmiten a través de una producción que ha cobrado visibilidad. Los libros pueden ser considerados como objetos culturales validados socialmente, que despiertan emociones en su circulación y lectura, a la par que sirven como plataformas para el posicionamiento intelectual de los portavoces, quienes pueden ser economistas, filósofos, políticos o influencers, pero que sobre todo se destacan como autores. Entre los aspectos más enfatizados en los paratextos se encuentran los estudios realizados, los maestros de quienes fueron discípulos y los libros que han escrito. Dichos objetos están físicamente presentes en sus videos, eventos y en todas sus apariciones, actuando como símbolos de prestigio, como marcadores de distinción y hasta como ornamentos simbólicos, como han mostrado Luzmara Curcino y Thiago Pereira (2022) en el análisis de los videos en vivo de Jair Bolsonaro, presidente de Brasil entre 2019 y 20232.
Así, las culturas políticas han mostrado históricamente una afinidad con los libros y la cultura impresa que en las derechas actuales persiste en convergencia con lenguajes y plataformas que mantienen un papel crucial como elementos de autoridad y de legitimación. Acompañados por contenido audiovisual y digital que se difunde ampliamente y a una escala mayor que los libros, estos artefactos culturales persisten y son herramientas esenciales para la llamada "batalla cultural" y para lucha política, ponderado por referentes intelectuales, mediadores, activistas y simpatizantes culturales. Es en tal sentido que la figura de referentes intelectuales presentados como autores permanece como un valor que resalta la bibliofilia enunciada y remarcada por parte de las derechas actuales.
Agustín Laje es una de las figuras más conocidas de este entramado. Nacido en 1989 en la provincia de Córdoba, Argentina, en el seno de una familia de clase media de fe católica por parte de su madre, ligada al ámbito judicial provincial por parte de su padre. Como es relatado en su propio documental biográfico Querida resistencia (Beglenok et ál., 2022) y en el trabajo de Juan Elman (2018), Laje cursó sus estudios secundarios en un colegio privado, laico, de clase media. Durante este período, inició una fase activista centrada en el conflicto de los años setenta en Argentina, un asunto que lo motivó desde el principio. Sus primeras incursiones en este tema se dieron tanto dentro del aula como en el seno familiar, antes de llevar su activismo al ámbito público e intelectual. Fue en este entorno donde encontró sus primeros interlocutores, quienes en ese momento lo consideraban como una joven promesa y hoy lo reconocen como un referente. Inicialmente, Laje estudió Ingeniería de Sistemas hasta que en 2011 obtuvo una beca para estudiar estrategias de contraterrorismo en el Centro William Perry de la National Defense University en Washington. A su regreso, abandonó esa carrera para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Córdoba. En 2019, se trasladó a España para realizar una maestría en Filosofía en la Universidad de Navarra donde, hasta el momento de publicación de este trabajo, lleva adelante su doctorado bajo la dirección de la filósofa Montserrat Herrero.
Con sus ideas sobre los años setenta, su lucha contra la denominada "ideología de género", su estrategia de "batalla cultural" contra el progresismo y el globalismo, así como su programa articulador para una "nueva derecha", Laje se ha consolidado como uno de los intelectuales jóvenes más influyentes de las nuevas derechas latinoamericanas, desde un perfil emprendedor capaz de combinar los modos clásicos de intervención de la derecha vernácula con narrativas y estrategias de interpelación y activismo digital. Por esa vía, ha acumulado millones de seguidores de todo el mundo que lo siguen en sus apariciones públicas y que, gracias a sus contenidos y estilo polémico, se identifican como parte de una comunidad de activistas y militantes contra lo políticamente correcto, el progresismo, el feminismo y el "marxismo cultural".
Sus comienzos estuvieron marcados (y siguen influenciados) por lógicas tradicionales del ámbito cultural. La publicación de cartas abiertas, su participación en colectivos intelectuales y activistas relacionados con causas como la "memoria completa" de los años setenta, la fundación de un centro de estudios devenido fundación3, la redacción de prólogos para libros clásicos y posteriormente la publicación de sus propios libros, junto con sus masivas apariciones públicas en presentaciones y conferencias auspiciadas por organizaciones y think tanks, han convertido a Laje en una figura singular dentro de un espectro ideológico que carecía de representantes jóvenes y que en la actualidad es un aspecto que suele ser resaltado por analistas del fenómeno.
La teoría de la batalla cultural de las nuevas derechas está plasmada, sobre todo, en La batalla cultural. Reflexiones críticas para una nueva derecha (Harper Collins-Hojas del Sur, 2022) y en Generación idiota. Una crítica al adolescentrismo (Harper Collins-Hojas del Sur, 2023). Centrada en focos específicos como la temática del pasado reciente y el combate a la ideología de género, la disputa cultural se observa también en sus libros previos, Los mitos setentistas (Edición del autor, 2013) y El libro negro de la nueva izquierda (Unión, 2016), respectivamente. Laje comparte la escena intelectual argentina con otros autores y activistas connacionales como Álvaro Zicarelli, quien retoma estos argumentos en Cómo derrotar al neoprogresismo (Sudamericana, 2022); el nacionalista católico Cristian Rodrigo Iturralde, con libros que cuestionan la existencia de la inquisición -La Inquisición, ¿mito o realidad? Lo que no te contaron (Unión, 2020) y discuten los argumentos de la Escuela de Fráncfort -El inicio de la nueva izquierda y la Escuela de Frankfurt (Unión, 2022)- o el propio Javier Milei desde la perspectiva económica y política en El camino del libertario (Planeta, 2021) y El fin de la inflación (Planeta, 2023). Además, los libros del chileno Axel Kaiser, como La fatal ignorancia. La anorexia cultural de la derecha frente al avance ideológico progresista (Unión, 2014), el de la diputada bolsonarista Ana Carolina Campagnolo, Feminismo, perversão e subversão (Vide, 2019) o Cómo hablar con un progre (Ariel, 2016), de la guatemalteca Gloria Álvarez4, forman parte del corpus para la batalla cultural a escala regional que se encuentra en las bibliotecas de los adherentes de estos autores.
4. Laje y la intervención sobre el pasado reciente
Las narrativas de relativización y banalización de los crímenes cometidos durante la última dictadura militar argentina han sido una de las modalidades constituidas en tópicos articuladores de las derechas argentinas desde la transición democrática. Daniel Lvovich y Matías Grinchpun (2022) y Analía Goldentul (2020), entre otros autores, reconstruyen las estrategias que van desde la negación o reivindicación del plan represivo y de sus protagonistas hasta la suavización, mitigación o asimilación discursiva y narrativa por parte del asociativismo civil-militar, luego de la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y la reapertura de los juicios durante los gobiernos kirchneristas. Dichos procesos colocaron al discurso de los organismos de derechos humanos y sus narrativas en el debate público. Dentro de este arco narrativo, las estrategias de sectores derechistas por reconstituir una "memoria completa" frente a lo que consideraban una "historia hemiplégica", oficial e impuesta por los "vencidos" fueron desplegadas desde el activismo civil-militar, al igual que desde la producción cultural masiva de la pluma de actores del campo intelectual, periodístico y político. Desde los best sellers de Juan B. Yofre y Ceferino Reato hasta las autoediciones de Nicolás Márquez, el abanico de narrativas sobre el pasado reciente resultó diverso en cuanto a argumentaciones y planteos -sobre la cifra de desaparecidos, sobre la situación o no de guerra, sobre la tergiversación de la historia, sobre la ética de las víctimas, entre otros-. Diversas vertientes de las derechas participaron de esta intervención, especialmente a partir de la reapertura de los juicios y del proceso de polarización política que se acrecentó desde el conflicto entre el gobierno y las entidades agropecuarias de 2008. Las intervenciones del joven Agustín Laje se dirigieron hacia esa temática a partir de sus primeros espacios de interlocución y sociabilización derechista.
Como relato autobiográfico que se construye a la manera de un "despertar intelectual", en su documental Laje le adjudica a su abuela materna el haberle inculcado la importancia de forjar un "espíritu crítico". Allí Laje cuenta que su abuela le dio a entender que lo que había aprendido en su colegio sobre la dictadura militar de 1976 no era la historia completa sino tan solo "una parte" de ella. Este discurso que ubica a la institución escolar como un espacio que inculca un relato "oficial" e interesado se complementa con una reivindicación de elementos "no oficiales" que reponen una verdad "ocultada". En su discurso se explicita que entre los libros que se exhibían en la biblioteca de su abuela estaba el de Nicolás Márquez, La otra parte de la verdad. La respuesta a los que han ocultado y deformado la verdad histórica sobre la década del 70 y el terrorismo (edición del autor, 2004). Márquez, nacido en 1975, abogado y habitante de Mar del Plata, con una trayectoria dentro de la familia derechista liberal conservadora con vínculos con el nacionalismo reaccionario, es uno de los principales autores de libros que denuncian lo que los sectores castrenses catalogan como "relato oficial" y parcial acerca de lo acontecido durante la década del setenta. Su acercamiento habilitó una amistad y trabajo conjunto permeado por el abanico de contactos que Márquez le facilitó para ingresar al círculo cultural derechista e iniciar su activismo desde la ciudad de Córdoba.
En su relato de origen, Laje resalta conflictos que tuvo con sus profesores en el colegio secundario al realizar trabajos escolares con el libro de Márquez como insumo para discutir con el relato que constituiría una "vaca sagrada de la izquierda vernácula". Las discusiones con sus profesores lo habían incentivado a profundizar la investigación histórica a partir de fuentes similares, así como a realizar acciones militantes en el mismo colegio en torno a la reivindicación de la figura de "los otros muertos" de la dictadura. Es decir, a la reivindicación de las llamadas "víctimas del terrorismo", en relación con los afectados y asesinados por parte de las organizaciones armadas en los años previos al golpe militar, otra de las líneas argumentales de los sectores cercanos al paradigma militar. Además de las acciones activistas, Laje comenzó a intervenir en el tema en sitios web de derecha como Nuevo Encuentro, de la provincia de Santa Fe. Adquirió mayor visibilidad al enviar cartas de lectores al diario La Nación y, luego, al publicar notas en el diario bahiense La Nueva Provincia, con cuyo director, Vicente Massot, Márquez estaba conectado. Asimismo, Laje trabajó como webmaster para agrupaciones y personalidades derechistas -entre ellas, la web personal de Nicolás Márquez- y pasó a la acción militante al organizar un colectivo que pugnó por esa causa (Ferrari, 2009; Lvovich y Grinchpun, 2022).
El Movimiento por la Verdadera Historia, organización que Laje coordinó, se presentó en 2006 en las páginas de la revista procesista B1 como un espacio de jóvenes cordobeses que no habían vivido los años setenta, pero que investigaron la "sistemática falsificación de lo realmente ocurrido en aquellos tiempos", con consecuencias tales como "el olvido de las víctimas del terrorismo subversivo, la persecución de quienes lo combatieron y la más despreciable impunidad gozada por aquellos que se levantaban en armas para imponernos un país castro-comunista" (Movimiento por la verdadera historia, 2006). La cuestión generacional fue destacada por Laje en su primera carta de lectores en La Nación, publicada el 5 de junio de ese año5, en línea con otras agrupaciones que pugnaban por la difusión de la historia "no oficial", como Jóvenes por la verdad (Lvovich y Grinchpun, 2022).
Siguiendo con su temprana trayectoria intelectual relatada por el propio Laje, Márquez le dijo que la derecha "no necesitaba militantes, sino intelectuales". Es decir que las acciones activistas que reivindicaban la versión militar de la última dictadura debían sustentarse con una intervención intelectual que le dé carnadura teórica. Según Laje, esa recomendación lo encomendó en una tarea que implicó poner su pluma al servicio de la causa. Las notas y cartas publicadas fueron la antesala de su primer libro, publicado a los 22 años: Los mitos setentistas. Mentiras fundamentales sobre la década de los 70 (edición del autor, 2011). El libro, cuya idea fue animada por Márquez, apuntó hacia un público escolar. Como relata Laje, su idea de título original era Los años 70 que no me enseñaron en el colegio. Si bien no fue el que finalmente quedó como definitivo, la estructura de capítulos breves y la escritura ágil lo diferencian de la prosa de Márquez, más extensa y dirigida a un lector que debía legitimar su no pertenencia a la generación protagonista de los años setenta. El libro tiene dos partes, una en donde realiza un recorrido por los "años de guerra", desde antes del golpe militar hasta su consumación. La segunda parte repasa veinticinco "mitos setentistas", tales como "en la década del ’70 no hubo una guerra", "Los militantes de las organizaciones armadas eran ‘jóvenes idealistas’", "Los sacerdotes tercermundistas estaban al servicio de la opción por los pobres" y "Se está haciendo justicia al juzgar a los ‘genocidas’", este último con relación al contexto de publicación del libro durante el período de reapertura de los juicios a los militares acusados por delitos de lesa humanidad.
La presentación oficial del libro fue realizada en un auditorio de la ciudad de Buenos Aires y contó con las exposiciones del propio Márquez, de Luis Labraña -con pasado en la organización armada Montoneros y presentado asiduamente como "el inventor de la cifra de los 30.000 desaparecidos" y el teniente coronel retirado Emilio Nani, implicado en causas penales. En el auditorio, plagado de gente mayor, se encontraban las figuras recurrentes del círculo de referentes, personalidades y activistas presentes en cada evento organizado en torno a la reivindicación de la causa militar, que comenzaban a identificar a Laje como "el junior que le da vida a contar la otra parte de la historia, con ese énfasis y esa pólvora", como lo anunció el presentador oficial de Los mitos setentistas (David Rey, 2011).
El eco que generó su primer libro le permitió ingresar definitivamente al circuito de sociabilidad de la derecha argentina, mediante la intervención sobre una de sus principales causas desde una retórica justificadora que plasmaba en libros el discurso que venían enarbolando organizaciones activistas y que ya era extendido en el ámbito de la web, tanto en blogs y foros propios como entre los comentarios abiertos que ofrecía el sitio de La Nación (Ferrari, 2009; Lvovich y Grinchpun, 2022). Asimismo, la amistad que cultivó con Márquez se consolidó y consumó en distintas instancias. Por un lado, en el periódico digital La Prensa Popular6, dirigido por Márquez y del que Laje fue jefe de redacción. Este espacio se presentó en la web como una iniciativa "surgida como una necesidad ciudadana de brindar opinión e información por encima de los intereses corporativos o estatales", desde una perspectiva "absolutamente independiente". Allí los autores publicaban notas sobre actualidad y sobre intervenciones relativas al pasado reciente bajo la etiqueta "Derechos Humanos", junto con editoriales y notas de cultura en donde se publicitaban libros y eventos. De modo anticipatorio al fusionismo que caracteriza a las derechas radicalizadas en la Argentina (Morresi y Vicente, 2023), en la sección "Opinan los clásicos" se recogían intervenciones y escritos de referentes que una década después adquirirían una visibilidad mucho mayor, como el pensador norteamericano Murray Rothbard -referente del paleolibertarianismo- y el brasileño Olavo de Carvalho, vinculado al movimiento de la nueva derecha brasileña.
Por otro lado, su colaboración mutua se replicó en la coautoría de libros. El primero de ellos, Cuando el relato es una farsa: La respuesta a la mentira kirchnerista fue publicado junto con Márquez en 2013 por el sello ContraCultura, ligado al Centro de Estudios de Laje. En este libro, la discusión sobre el pasado reciente aparece como el tópico que les permite enarbolar una línea argumental que supone la discusión con el gobierno argentino de ese momento, presidido por Cristina Fernández. Es decir, el debate sobre el pasado reciente para polemizar con el kirchnerismo, en línea con la literatura revisionista y de actualidad que predominaba en esa época7. Así, el libro retoma los argumentos que desacreditan y discuten con el kirchnerismo, caracterizado por los autores como un movimiento político que utilizó la causa de los derechos humanos como una herramienta para "enaltecer al terrorismo subversivo", perseguir a militares y lucrar con negocios "infames" (Márquez y Laje, 2013).
Durante este tiempo, Laje consolidó su lugar como parte de la comunidad político-ideológica de las derechas argentinas, pero su influencia creció exponencialmente gracias a su participación activa en redes sociales: Twitter desde 2010 y YouTube desde 2011. Además, se destacó en foros como Taringa, que, al igual que 4chan y Reddit, sirvieron como espacios de encuentro y construcción de relaciones y comunidad en los activismos de la extrema derecha (Colley y Moore, 2022; Gaudette et ál., 2021; Nagle, 2018; Ruocco, 2023). Desde estos espacios, que él mismo describe como de "resistencia al pensamiento hegemónico y al adoctrinamiento" (Laje, 2016), amplió su perspectiva, adaptándose a la discursividad y flexibilidad que caracterizaban a las derechas que se congregaban en el entorno digital.
Esa proyección habilitada por el entorno digital y el conocimiento que estaban teniendo sus intervenciones entre los usuarios de la red, coincidieron y se expandieron a medida que Laje sumó a su agenda otros tópicos que trascendieron al tema que articuló a las derechas argentinas -el pasado reciente- y la discusión coyuntural de la Argentina con el gobierno de ese entonces. Laje pasó a entablar una intervención más amplia en contra del "marxismo cultural", del "progresismo" y de lo "políticamente correcto". Las discusiones e intervenciones públicas sobre la Argentina dieron lugar a un programa intelectual más ambicioso, en oposición reactiva a los movimientos de mujeres y los feminismos, en el contexto del proceso de su masificación en los países de la región.
5. La expansión regional y el combate a los progresismos y la "ideología de género"
El argumento de la rebeldía en contra de lo políticamente correcto -y por ende, del statu quo imperante- se plantea en tanto las corrientes de pensamiento atravesadas por los progresismos -en un contexto en que fuerzas identificadas con esta línea ideológica lideraban gobiernos a escala regional y en algunos casos internacional- habrían permeado la sociedad contemporánea, conquistando el sentido común y, por ello, eran dominantes o hegemónicos en términos culturales. Consecuentemente, desde propuestas que se reivindican desde las derechas, las izquierdas debían ser contrarrestadas desde prácticas rebeldes e inconformistas. El entorno digital forma parte central del terreno de intervención -aunque no el único-, ya que se considera que allí radica el "poder cultural" en la era actual, en contraposición a los medios de comunicación tradicionales, sometidos, según Laje, a la "policía del pensamiento único".
Laje -así como otros referentes de las extremas derechas a escala global- reivindica la importancia de la cultura frente a lo que perciben como una hegemonía del progresismo. Argumenta que, si bien las izquierdas pueden haber perdido muchas de sus batallas revolucionarias, han triunfado en el ámbito cultural, esto es, "infiltrándose" en academias, medios de comunicación, producción cultural y políticas de organismos internacionales y estatales. Este fenómeno habría desencadenado en una "dictadura de la corrección política" que debía ser desafiada en lo que se configura como una "batalla cultural". Con recursos técnicos y retóricas que se ubican desde una posición de víctima, de minoría en desigualdad de condiciones frente a otro poderoso -en tanto domina los "aparatos ideológicos de Estado" y el poder de la cultura-, Laje pone en práctica una discursividad y narrativa beligerante interpelando a un "nosotros" que debe reaccionar, oponerse y también constituirse como alternativa en términos culturales, antes que políticos.
Si la discusión sobre las narrativas del pasado reciente era considerada por Laje como una batalla cultural por la "memoria completa", la discusión y la reacción contra los feminismos fueron el eje de la batalla contra el progresismo, asumiendo que este había conquistado el sentido común a través de la llamada "ideología de género". El libro que aglutinó esta elaboración fue el segundo que escribió junto a Márquez. El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural se publicó en 2016 por el pequeño sello Grupo Unión8 y fue prologado y apoyado financieramente por el abogado Gerardo Palacios Hardy -de la asociación de abogados Justicia y Concordia, abocada a la defensa de los considerados "presos políticos" de los años setenta-.
Este libro marcó un antes y un después en las carreras de Agustín Laje y de Nicolás Márquez, por la repercusión y nivel de ventas que trascendió más allá de la visibilidad de sus figuras. Este best seller sistematizó y materializó su lucha contra el feminismo radical desde un artefacto cultural que circuló a escala internacional en el contexto de masificación del movimiento de mujeres y del debate sobre las políticas que tales movimientos demandaban. Mediante argumentos acuñados por sectores católicos conservadores en los años noventa, El libro negro se erigió como la punta de lanza en el combate contra lo que se denomina la "ideología de género": un conjunto de creencias atribuidas a poderes globales que, al relativizar el sexo biológico, supuestamente actúan de manera inmoral y corrompen los valores occidentales y cristianos en relación con la familia y el derecho a la vida. El concepto fue acuñado por el Vaticano en la década de 1990, como respuesta al lugar que estaban teniendo las discusiones sobre la extensión de derechos de las mujeres en las convenciones patrocinadas por la Organización de Naciones Unidas. Frente a este proceso, en alianza con otros sectores religiosos cristianos, la "ideología de género" comenzó a utilizarse como un corpus ideológico asignado al bando opuesto al de esta alianza, para desacreditar las demandas de los distintos movimientos de la diversidad sexual (Romero, 2021).
Esta dinámica se presenta en dicho libro mediante términos de hegemonía y contrahegemonía, conceptos gramscianos que se encuentran presentes de manera recurrente en las intervenciones de los autores y que se profundizarán en el siguiente libro de Laje, La batalla cultural. Asimismo, esta contraposición entre fuerzas de dos bandos se plantea también en términos morales, puesto que los valores que están en juego serían transversales a los adeptos a una visión de sociedad deseada y amenazada por la perversidad y los valores foráneos del bando enemigo.
Los argumentos esgrimidos en el libro no son totalmente novedosos, puesto que las derechas históricamente han abordado la discusión con su opuesto en términos relacionales, al igual que interpretaciones pensadas desde las izquierdas. El argumento es que tras la caída del Muro de Berlín y el ascenso político de las derechas liberales, la izquierda -en términos generales- se habría visto obligada a replantear sus estrategias, centrándose en una lucha cultural. Ante el éxito político y económico del capitalismo sobre el socialismo, la disputa cultural e ideológica quedó relegada al ámbito de la izquierda, que habría logrado imponer su ideología. Uno de los argumentos novedosos -además de su circulación inusitada en un contexto actualizado- es que el "marxismo cultural", narrativa conspirativa que acusa las pretensiones globalistas y hegemónicas de las izquierdas, interviene principalmente a partir de una serie de discursos y prácticas vinculadas a los movimientos feministas y LGTB+. Estos habrían buscado desmantelar los "valores tradicionales" mediante una supuesta "confederación filicida" y "homosexualista", en palabras de Márquez. En esta "batalla cultural", el feminismo y la llamada "ideología de género" son los principales adversarios a combatir desde una estrategia planteada en términos morales, enfocada en la defensa de la familia heterosexual y el derecho a la vida. La visibilización de los peligros del liberalismo sexual pone en cuestión no solamente a los representantes tradicionales del "marxismo cultural", referenciado en la Escuela de Fráncfort y en los exponentes franceses del posestructuralismo y del existencialismo. Para Laje, autores como Paul Preciado y Judith Butler, así como las nociones de performatividad del género y los postulados de la teoría queer, representan la nueva oleada del progresismo académico a combatir.
Los capítulos redactados por Laje y los escritos por Márquez, cada uno con su estilo y sus adversarios, ofrecen la supuesta evidencia de la penetración de las izquierdas en el mainstream, es decir, en la corriente dominante del pensamiento, así como en la conquista del "sentido común" en términos de producción discursiva y en el control de las fronteras de lo que puede ser dicho y pensado, todo ello a través del lobby ejercido por actores económicos, políticos e ideológicos, como empresas transnacionales, fundaciones y corporaciones de entretenimiento. Otra novedad del libro y que expresa un proceso que caracteriza a las derechas radicalizadas en la Argentina es la fusión bibliográfica de autores provenientes de diversas corrientes. Si los argumentos centrales replican narrativas de los nacionalismos reaccionarios mediante el recurso de tradicionalistas católicos como Plinio Corrêa de Oliveira para explicar las conspiraciones, la incorporación de figuras como la del economista austriaco Ludwig von Mises para fortalecer tales argumentos resulta en una amalgama productiva contra todo progresismo y colectivismo que abreva de distintas familias de las derechas (Morresi y Vicente, 2023), así como también mediante reinterpretaciones de Antonio Gramsci, Michel Foucault, Judith Butler y Ernesto Laclau, a quien Laje destaca como su autor "favorito" (Elman, 2018), más allá de sus posicionamientos políticos.
La repercusión que tuvo El libro negro permitió a los autores vender decenas de miles de ejemplares tanto en formato físico como digital en toda la región, además de realizar giras y presentaciones en diversos países como Argentina, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Perú, Paraguay, Uruguay y España. En esos países, diferentes editoriales políticas, fundaciones religiosas y laicas, espacios activistas o think tanks publicaron ediciones del libro o actuaron como anfitriones para los autores9. La publicación original de este libro en el grupo Unión sintonizó con las vertientes de derecha con las que comparte el catálogo y con iniciativas similares en la región. La editorial es definida por su director como una "distribuidora de ideas" que potencia a los referentes de las "ideas de la libertad", por lo que -desde la perspectiva del editor- no hubo reparos a la hora de permitir o habilitar diferentes publicaciones a escala nacional e internacional. Desde su concepción, los libros son un componente para difundir las ideas y todas las plataformas y escenarios se complementan. En ese sentido, Unión funciona como una editorial política, dedicada a promover una línea de pensamiento y formar lectores, alineados con la tradición de editoriales programáticas de otras culturas políticas (Ribadero, 2018).
El libro negro fue tomado como un "texto de batalla", editado, circulado, leído y utilizado por activistas de distintas causas vinculadas al combate a la llamada "ideología de género". Los recorridos de los autores por distintos medios y plataformas digitales nacionales e internacionales, así como la utilización del libro y la difusión de las intervenciones de los autores por parte de organizaciones, instituciones religiosas y laicas o fundaciones activistas que oficiaron de editoras u organizadoras y patrocinadoras de conferencias en el marco de sus respectivas intervenciones sobre temas como la lucha en contra de la legalización del aborto o en contra de la educación sexual integral -por ejemplo, a través del movimiento Con Mis Hijos No Te Metas (Romero, 2021; Santamarina, 2020)-, convirtieron a sus autores en representantes de la lucha contra la ideología de género. En un contexto marcado por la expansión del movimiento de mujeres y la institucionalización de políticas relacionadas con la identidad y la educación sexual, El libro negro de la nueva izquierda se erigió como un ejemplo de la capacidad de reacción mediante la fusión de autores e ideas provenientes de las diversas corrientes de las derechas contemporáneas.
Si el estilo de Márquez se define en la introducción del libro como "polémico, enérgico y a menudo sarcástico", el de Laje es considerado como "reflexivo, pausado y pedagógico". La profusión de referencias bibliográficas, citas de autoridad y un lenguaje académico, a veces conceptualmente denso, se entrelaza con una postura de intelectual comprometido, orgánico a un movimiento que convoca a la formación para la acción política, en consonancia con los recorridos que tuvo El libro negro de la mano de sus protagonistas. En Laje, este movimiento alcanza complejidad con la publicación de La batalla cultural: reflexiones críticas para una Nueva Derecha, en 2022, y de Generación idiota. Una crítica del adolescentrismo, en 2023, en la editorial transnacional Harper Collins.
6. Una "teoría política" de la cultura y una pragmática de la batalla cultural
La batalla cultural es un libro que pretende contribuir, en palabras de Laje, a una "teoría política de la cultura" y a un programa político a partir de esa doctrina. Allí expande, sistematiza y sofistica su teoría de la batalla cultural. Con escasas menciones a la dimensión nacional, en este libro Laje recoge y a la vez trasciende la dimensión de género y el combate al feminismo que había sido el nudo argumental de su libro anterior. Aquí, la dimensión de género es una más entre las dimensiones que le permiten sistematizar "su" teoría sobre la cultura y proponer, al mismo tiempo, un programa que parta desde el paso de la disputa y conquista desde el ámbito cultural mediante una articulación entre las distintas familias de las derechas.
Luego de explorar diversas interpretaciones del concepto de cultura, define lo que es "batalla cultural" y propone la formación de una "nueva derecha" que integre a "libertarios no progresistas, patriotas no estatistas, conservadores no inmovilistas y tradicionalistas no integristas", buscando establecer una oposición radical al progresismo desde la base, concebida como una "guerra de guerrillas" (Laje, 2022).
Como en sus libros anteriores y en sus presentaciones públicas, la parsimonia y pretendida erudición con la que Laje expone sus argumentos marca un modo tradicional de intervención intelectual. La modulación académica y profesoral se presenta mediante un ethos erudito constantemente resaltado, al mismo tiempo que demuestra una capacidad de interpelación y divulgación hacia un público masivo. Los libros sobrecargados de arsenal bibliográfico para su divulgación masiva -en una industria editorial que de manera cada vez más frecuente exige reducir páginas e interpelar a un público más amplio que el académico- son el arsenal legitimador que se complementa y nutre de intervenciones en otras plataformas, más llanas en su capacidad de llegada. En Querida resistencia, el documental donde Laje reconstruye su biografía y derrotero intelectual desde un punto de visibilidad y legitimación entre pares y el público masivo, se explica y transmite los conceptos y argumentaciones vertidas en el libro, al que Laje define como "un libro político", de manera tal que sea un frente más de difusión.
En La batalla cultural, Laje retoma los usos de Gramsci, de Foucault, de los principales representantes de la Escuela de Fráncfort como Max Horkheimer y Herbert Marcuse, al igual que los de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, todos presentes en su parte de El libro negro de la nueva izquierda. Con este mapa de lecturas, y ya desde una posición de autor consagrado por su camino recorrido, resume y transmite a sus seguidores desde una posición de "traductor" o mediador; es decir, la del intelectual que tendría la capacidad singular y original de leer al adversario, entenderlo, apropiarse de algunas de sus categorías para su propio programa teórico político y, a la vez, resumir, destacar, seleccionar ideas y compartirlas con sus interlocutores y lectores de manera matizada, interpretada, apropiada. Esta operación de recepción -que, como toda recepción, es situada, contextualizada, interesada, con efectos de lectura (García, 2009)- le permite
construirse como intelectual conceptivo a la vez que como mediador y "garante" de una lectura "cuidada" de textos para la que su rol de guía para entenderlos y conducirlos sería fundamental y hasta inédita. Es decir, se adjudica una capacidad hermenéutica, reconocida por sus pares como distintiva y destacable, capacidad que opera a partir de su historial de lecturas y erudición, no obstante su juventud. Al mismo tiempo, su escritura e intervención que interpela a públicos masivos y también a pares, le terminaría de garantizar la confianza entre sus lectores. Así, Laje construye y es construido por sus pares y el público como un autor que tiene la posición legitimada como para leer adversarios ideológicos, entenderlos e interpretarlos y difundirlos desde una lectura programática diferente a la de los derroteros políticos de aquellos autores. La idea de leer a autores no afines ideológicamente es presentada constantemente como un valor, no necesariamente desde una pretensión de amplitud, sino desde una capacidad de identificar su "éxito" en la "batalla cultural" que es preciso contrarrestar. Es decir, encontrar en el adversario -las izquierdas y sus autores- las herramientas que les habrían permitido triunfar en términos culturales, para evidenciar ese propósito y desmontarlo, en complemento con aportes propios y de diferentes tradiciones de las derechas filosóficas y políticas10.
Como ya habían señalado José Aricó (1988) y Raúl Burgos (2019), los usos de Gramsci que realizan autores de derechas y su noción de hegemonía funcionan como apropiación y soporte teórico de la batalla cultural. El andamiaje conceptual de las ciencias sociales traducido a un público amplio se presenta como relato "contrahegemónico". La apelación a este tipo de autores, en el caso de Laje se enriquece con ejemplos ad hoc, interesados y descontextualidados, para "conocer al enemigo" que habría conquistado el sentido común de las sociedades occidentales de manera exitosa, aunque también se los presenta en una clave interpretativa, para posicionar sus propios puntos de vista. Si las izquierdas triunfaron en la batalla cultural, recurrir a sus autores implica un reconocimiento (a menudo explícito) y a la vez un llamado a la intelectualidad de derechas a replicarlo.
Junto con los autores previamente abordados en sus intervenciones, Laje propone una revisión teórica para lo que denomina como una "nueva derecha". En tal sentido, recurre a figuras asociadas con la Escuela Austriaca de Economía, destacando la relevancia de Rothbard como lectura fundamental para la configuración de esta corriente, en línea también con la propuesta económica de Javier Milei, el economista y líder político de esta corriente en la Argentina que fue elegido presidente de la Nación en 2023. Los postulados paleolibertarios del autor estadounidense, que abogan por una convergencia entre los libertarios y los conservadores, sirven como elementos cohesionadores de una "cultura de derechas" que rechaza el papel del Estado, la noción de "justicia social", así como la legalización del aborto y otras manifestaciones del progresismo cultural. De esta manera, en la estructura narrativa de su propuesta teórica para una "nueva derecha", Laje promueve la unión de distintas corrientes de la derecha, incluyendo las vertientes libertarias, nacionalistas y conservadoras, con el fin de crear un "nosotros" que resuene tanto entre sus seguidores como entre sus pares. El proceso de fusionismo que se desarrolló en las derechas radicalizadas a partir de la dinámica política en las últimas décadas (Morresi y Vicente, 2023), sustentado teóricamente por George Nash, Murray Rothbard y Frank Meyer, tiene en La batalla cultural una apuesta regional y actualizada. Los autores de las ciencias sociales "progresistas", junto a las referencias del pensamiento libertario que demostrarían los peligros del estatismo en pos de una economía liberal sin ataduras, se articulan con tropos conservadores y nacionalistas reaccionarios que funcionan, de modo pragmático, en la articulación del campo. A la vez que expresan una visión y una perspectiva del capitalismo puro y sin regulaciones como panacea de la libertad, manifiestan visiones conservadoras en aspectos societales, porque los valores "occidentales y cristianos" son los que mejor organizarían las sociedades capitalistas libres. Por ello, si bien las referencias de corte nacionalista y religioso aparecen en un segundo plano, hay una apelación a su articulación. Evitar el purismo ideológico permite a autores como Laje llamar a la fusión entre "libertarios no progresistas, patriotas no estatistas, conservadores no inmovilistas y tradicionalistas no integristas", para dar como resultado "una fuerza resuelta en la incorrección política" en "oposición radical a la casta política11 [...] al globalismo, al establishment multimediático y la hegemonía progresista que domina la academia, a los ingenieros sociales y culturales de las Big Tech y del poder financiero global inclinados sin disimulo alguno hacia la izquierda cultural" (Laje, 2022)12.
Generación idiota es, en cambio, un libro más breve y más "liviano" en términos de autores y conceptos, con más ejemplos y datos de color que buscan mostrar cómo Miley, Cirus, Netflix y Disney forman parte de una gesta woke que idiotiza a una sociedad adolescente. Según el propio Laje, el libro "es un diagnóstico concreto sobre nuestra cultura. Si La batalla cultural es un libro sobre teoría política de la cultura, Generación idiota es un análisis crítico sobre la cultura contemporánea, una bajada más concreta" (NEWMEDIA UFM, 2023). Hacia el final, Laje también le da un tono programático al realizar un nuevo llamado a la acción, esta vez no a la dirigencia, sino a sus seguidores a que se rebelen políticamente en el marco de la batalla cultural. Retoma el diagnóstico que realizan en sus respectivos libros Steven Forti (2021) y Pablo Stefanoni (2021) sobre la rebeldía de la derecha y añade la metáfora del "emboscado" de Ernst Jünger que, desde una lectura conservadora, encuentra la "libertad" en la recuperación de un pasado valorado: "Si el progresista plantea su rebelión contra todo lo que no ha sido creado por él mismo, el emboscado se rebela contra los megalómanos que están destruyendo su mundo en el nombre de la Nada". Un "emboscado que resiste" es el sujeto que Laje busca alentar, desde una épica de la batalla cultural que combina el victimismo y la valentía de los incomprendidos: los que son censurados en las redes y en YouTube por sus contenidos, los que son reprendidos por sus educadores/adoctrinadores, quienes escriben y deben autoeditarse porque no encuentran eco en editoriales. De esta manera, Laje cierra su último manifiesto ensalzando a quienes rechazan "la cultura woke" y reivindican "todo lo que esa cultura de pacotilla dice ‘no’: a la vida, a la familia, a la patria, a la propiedad, a la libertad [...] La rebeldía se volvió de derechas, y no podía ser de otra manera. La rebeldía consiste en decir ‘no’ al sistema establecido" (Laje, 2023, p. 300).
En tal sentido, y como Laje se encarga de remarcar, la propuesta de lectura busca apoyar una "práctica política al servicio de la derecha en general", así como fomentar e incentivar la rebeldía y el involucramiento en la "batalla cultural" por parte de sus seguidores. Esta práctica política desde arriba y desde abajo se basa en una articulación de las "diferentes corrientes de la derecha que sitúan sus batallas culturales en el centro de un nuevo ‘nosotros’ político" (Laje, 2022, p. 11). Esta búsqueda lo reafirma en aquel lugar privilegiado en el campo de las derechas, por su compromiso intelectual y político y su capacidad de divulgación e interpelación de un auditorio masivo. Sus libros y sus intervenciones, si bien proponen una perspectiva a través de un lenguaje que pretende ser académico, se autocalifican como libros e intervenciones activistas, como llamados a la acción.
En su literatura se combina un antagonismo con las izquierdas con propuestas programáticas de cara al futuro. Articula diagnósticos sobre la actualidad nutridos por recursos, notas y evidencia ad hoc, referencias teóricas traducidas a un público masivo, argumentaciones para discutir y propuestas tan ideológicas como pragmáticas. Se erige, junto a otros autores, como un intelectual referenciado en pares, maestros y formadores, al tiempo que renueva el ethos intelectual gracias a su modo de intervenir en la masividad del mercado de libros y las redes sociales. Estos modos de intervención posibilitan el acceso a un espacio que -denuncia- le habría estado vedado y que gradualmente pudo ocuparlo "desde abajo", de manera parsimoniosa y constante. Si, como muestra en su libro Pablo Stefanoni, la izquierda se ha resguardado en una posición que abraza el statu quo, las posiciones de las derechas irían a contramano y sus prácticas "contrahegemónicas" funcionan como "resistencia".
7. La "marca Laje"
La exclamación de rebeldía e incorrección política no excluye a Laje del mainstream cultural, sino que refuerza su lugar allí. Tanto La batalla cultural como Generación idiota fueron publicados por uno de los mayores grupos editoriales a escala transnacional, Harper Collins. El lugar que ocupa en la actualidad, si bien se mantiene discursivamente desde una épica de resistencia, se invirtió en términos materiales. Desde 2016, la difusión de El libro negro había sido propiciada por una recepción activa del libro en un contexto propicio y por las posibilidades de circulación potenciada por plataformas digitales. Aunque este había sido publicado por un sello relativamente pequeño, se ubicó durante mucho tiempo en los primeros puestos de venta de Amazon en la categoría de libros de no ficción, fue traducido al inglés y al portugués, se vendió en las grandes cadenas de librerías y también circuló masivamente en su versión digital de manera "pirata"13. Fue un libro consumido, leído, comentado y discutido no solo por las organizaciones e instituciones que mediaron en su circulación, sino por un amplio espectro de lectores y lectoras interpelados por la "batalla cultural" a la que Márquez y sobre todo Laje llamaban constantemente a expandir y replicar desde sus apariciones en diversos espacios físicos y virtuales (Goldentul y Saferstein, 2021; Saferstein y Goldentul, 2023). Esa visibilidad, en un contexto incluso más propicio en tanto las fuerzas de derecha radicalizadas ya tenían relevancia electoral en Chile, Brasil, Estados Unidos y también en la Argentina, el grupo editorial Harper Collins captó la posibilidad de publicar a Laje y convertirlo en autor insignia de su sello de interés general.
La batalla cultural y Generación idiota fueron editados por Harper Collins Christian Publishing, la filial de Nashville, y publicados en México por su sello de interés general, que desde 2023 se llama Harper Enfoque14. Desde allí fueron distribuidos a la región, con excepción de la Argentina en donde el libro fue impreso y distribuido por Hojas del Sur15. Lo mismo sucederá con el tercer título de Laje contratado por Harper y programado para octubre de 2024, Globalismo: Ingeniería social y control total en el siglo XXI. Allí el autor promete profundizar la idea de la agenda globalista como mecanismo de control por parte de corporaciones e intereses transnacionales16.
Los editores encargados de la contratación de Laje coinciden con el potencial del autor como referente de una generación y, por ende, de un mercado propicio, en un movimiento que articula una visión comercial y, a la vez, una misión editorial, un proyecto de lectura:
Hemos publicado libros siempre con una intencionalidad en publicar libros que tengan una importancia más allá de lo comercial [...] La batalla cultural, honestamente no era el libro que queríamos publicar, pero era el libro que necesitábamos publicar. Queríamos a Laje y La batalla cultural viene a publicarse por la motivación de él, de que haya un texto definitivo presentando y argumentando por las posiciones de las derechas. Creo que nadie esperaba el éxito que ha tenido y es porque realmente no hay otro. Incluso muchas personas de izquierdas que quieren ser objetivas y quieren entender el otro lado van a comprar ese libro porque es el texto definitivo en la materia. (Publisher, Harper Collins Christian Publisher, entrevista personal, 2024)
Queríamos algo más comercial. Es un libro muy denso. Pero somos editores. Y yo creo que tenemos que ser objetivos y publicar para todos. Harper Collins es parte del grupo News Corp. No es Fox. Y algo que caracteriza al grupo siempre, aunque mucha gente diga que es un grupo de derecha, se trata de ser objetivo y de amplificar todas las voces. (Publisher, Harper Collins Christian Publisher, entrevista personal, 2024)
[Laje] Es muy afable, o sea, nunca se exalta, nunca se perturba, mantiene muy bien el control de sí mismo, es una especie de político Zen de ultraderecha [...] Es muy lógico y es un gran retórico. Quizá lo que está diciendo no es cierto, pero lo construye bien en términos discursivos, que convence. (Gerente, Harper Collins México, entrevista personal, 2022)
Yo venía viendo cómo venía la mano y dije "bueno, se acabó, ya no entrás a la librería y ves al Pepe Mugica en la primera mesa, ya no le interesa a nadie. Están de saldo, como está de saldo Macri, como va a estar de saldo los de la derecha. Es todo un ciclo. Vos como editor tenés que estar viendo para dónde viene la ola. Ahora está así. Estoy hablando [de forma] netamente comercial. No estoy hablando ni de ideología ni que estoy a favor de alguien. Los libros que tienen sentido para mí, son los otros, los que digo que quiero que los leas porque no podes seguir llevando la vida que llevas. (Editor, Hojas del Sur, entrevista personal, 2022)
Como editorial, sabemos muy bien dónde estamos parados. Publicamos ideas e historias, es decir, volvemos público algo necesario [...] Profesamos un eterno amor al libro, y es un momento de alegría para nosotros haber experimentado cómo se formaba una comunidad alrededor de los libros de Agustín Laje [...] Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?… Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro, como dijo Kafka. Generación idiota es esa nueva hacha. (Cuenta de Instagram personal del editor de Hojas del Sur, 2023)
El circuito de vida de un libro y un intelectual de derechas requiere de agentes cuya actividad y trayectoria hacen posible que los productos culturales sean accesibles y se difundan. En sus intervenciones en redes, los autores llaman a comprar libros, a consumir y compartir contenidos, programas televisivos, radiales, streams. En esta "batalla cultural" también intervienen los editores en tanto mediadores con los públicos y que forman una parte fundamental -junto a libreros, activistas y otros agentes- no solo del circuito de recomendación y expansión, sino también de hacer posible la existencia misma del libro y sus formas. Así, en los últimos años, con la creciente difusión y aceptación social de sus ideas, Laje y otros autores que solían publicar en pequeñas editoriales de derechas como Unión han tenido la oportunidad de "ascender" hacia importantes editoriales que manejan catálogos comerciales con una amplia capacidad de circulación a escala internacional, acceso a traducciones y distribución más allá de las fronteras nacionales. Este fenómeno representa un cambio significativo para estas corrientes políticas de derecha, ya que pocos años atrás sus discursos eran ignorados por las grandes editoriales debido a su radicalidad y a la percepción editorial de que no constituían un mercado viable. Lejos de ser un fenómeno marginal, Laje y otros autores ya son considerados "autores marca", con una previsibilidad de ventas que funciona como un producto atractivo para las editoriales comerciales. En el caso de los libros de derechas, sus autores tienen seguidores fieles consumidores de sus intervenciones en distintos espacios, lo cual los convierte en referentes. Por ello, para los editores, los "autores marca" no solo son repetidores de éxitos, sino también continuos en su trabajo de escritores profesionales. Pueden escribir y entregar regularmente, una certeza no siempre lograda que les permite construir y reproducir la marca del autor.
Entonces, la construcción de Laje como "autor marca" y su posicionamiento intelectual, al igual que su reconocimiento entre pares y por el público masivo, es apuntalada por el espacio editorial, como una instancia de mediación fundamental para la circulación de ideas en forma de libros y contenidos, así como en presentaciones, eventos y campañas de prensa y difusión. Los paratextos, por ejemplo, son un aspecto clave. La batalla cultural tiene en su contratapa y solapas paratextos con recomendaciones e invitaciones a comprar y leer el libro por parte de la comunidad de pares de la derecha de renombre internacional que legitima y consagra a Laje como su referente: el escritor estadounidense Ben Shapiro, el economista argentino (y presidente desde 2023) Javier Milei, el político brasileño Eduardo Bolsonaro y el político español y fundador de Vox Santiago Abascal. Como forma de legitimar y conformar un espacio político e ideológico y de construir un espacio de filiación, los referentes elogian a Laje y lo consagran como uno de los principales exponentes de la "batalla cultural" al recomendar, citar y utilizar sus textos en sus intervenciones y prácticas políticas. Estos reconocimientos incluyen a colegas, amigos de la derecha a quienes Laje también les da lugar como parte de la conformación de sus ideas y de su propio libro.
En los paratextos, en los prólogos que escribe para sus colegas, en los eventos de presentación que funcionan como ocasiones para construir y fortalecer conexiones políticas, en sus producciones audiovisuales, así como en las descripciones que ofrecen sus editores y mediadores, se refuerza la posición de Laje como intelectual, como intérprete de una época y como autor de libros. Mucho más que el rol de "influencer", calificativo que para Laje y para el espacio del que forma parte resulta una reducción frente a su "marca" como autor comprometido, con intención política, sin pretensiones de neutralidad.
La épica de la batalla cultural impulsada por Laje a lo largo de su trayectoria lo ha convertido en un emprendedor de ideas, permitiéndole posicionarse como un referente del ámbito ideológico de las derechas en el mundo de habla hispana17. Aunque hasta el momento no pueda verificarse una consagración o legitimación por parte de quienes ocupan posiciones ya legitimadas del escenario intelectual argentino, su trayectoria sigue un patrón de prácticas y estrategias de reconocimiento intelectual. Estas, sin embargo, difieren del sistema establecido de revistas académicas, editoriales, conferencias científicas e instituciones convencionales, a las que cuestiona no por sus formas, sino por su pertenencia a un circuito al que descalifica. Sin embargo, aunque su legitimación comenzó a escala local dentro de su ámbito ideológico, con sus respectivos espacios de publicación e instituciones afines, ha crecido de manera significativa gracias al mercado cultural digital y editorial, lo que le ha permitido llegar al mainstream regional18. Si bien el financiamiento de las editoriales transnacionales y otras fundaciones resulta una arista relevante para la circulación de estos autores y discursos, la dinámica de la mediación y de apropiación presenta tensiones entre lógicas comerciales e ideas políticas, a partir de prácticas de búsqueda de contactos y de recursos que editores, editoriales, activistas culturales, libreros y distribuidores intervienen para construir la épica de la "batalla cultural" de derecha.
8. Conclusión
Como un movimiento cultural y político dinámico, el ecosistema de productos y productores conformando como un dispositivo que visibiliza y promueve ideas, productos y prácticas tiene en Agustín Laje un agente fundamental. La configuración de un sistema de valores que fomenta un cambio en la matriz política desde posiciones de derecha radicalizada delimita un adversario, justifica su combate y promueve una sociedad imaginada con niveles de desigualdad que apuestan a un cambio en las reglas de juego político y social conocidas hasta el momento. Este dispositivo, que surgió en los márgenes, se ha renovado y expandido de tal manera que ha trascendido los círculos derechistas más dogmáticos y sus temas recurrentes, alcanzando el ámbito cultural y político mainstream, mediante prácticas de construcción de visiones del mundo emergentes que se nutren de dinámicas tradicionales de consagración intelectual, como las que reúne, combina, resalta y exalta Agustín Laje, sus pares y el público que lo sigue y posiciona. De tal modo, el circuito que lo consagra como un productor privilegiado de visiones del mundo (Rubinich, 2011) puede contrastar con otros circuitos de legitimación tradicionales, considerados "adversarios" y contra quienes debe disputarse la "batalla cultural", aun fuera replicando e impostando prácticas similares. De esta forma, circuitos con distintas direcciones pueden encontrar públicos receptores que se crucen en el mercado cultural mainstream, dándole forma a modos de ser intelectual que contrastan y a la vez conviven con modelos previos.
Es importante resaltar que la teoría de la "batalla cultural" plasmada por Laje en un dispositivo cultural que se nutre tanto de libros como de contenidos digitales tiene apropiaciones diversas que no están determinadas de manera unilateral por la producción de ideas y su materialización en libros y contenidos digitales. En estas páginas hemos abordado las instancias de producción y mediación, pero las ideas conceptualizadas, sistematizadas y publicadas se movilizan y difunden de manera dispar en un escenario amplio y heterogéneo en el que es preciso profundizar. Las dinámicas de lectura, apropiación y discusión de libros y contenidos digitales demuestran la implementación de una "batalla cultural" que no se deriva directamente de una conceptualización teórica, ya que los lectores se vinculan con los libros y los contenidos digitales de manera creativa, desarrollando formas de pensamiento y acción (Cuestas, 2022; Hennion, 2017).
En los eventos, en las presentaciones, en las conferencias y en las manifestaciones, las lecturas se ponen en juego y se resignifican. Las prácticas inconformistas o "políticamente incorrectas" que Laje y sus pares proclaman, promueven sentidos al mundo del que forman parte sus adherentes, ante un estado de cosas que estos referentes presentan como amenazante y contra el que deben activar. La consolidación de Agustín Laje como referente de esa "batalla cultural" presentada en términos gramscianos se reconoce como parte de un proyecto político cuya dimensión cultural incluye a intelectuales, textos, libros, editores, editoriales, librerías, activistas, partidos, fundaciones, periodistas, divulgadores, medios de comunicación, mediadores de contenido y lectores, simpatizantes y adherentes que actúan de manera más dispar que sistemática y que resulta una clave de análisis para reflexionar no solo sobre los procesos de adhesión electoral a proyectos políticos conservadores, autoritarios y excluyentes, sino también sobre la formación de subjetividades políticas contemporáneas.