10.30920/letras.95.141.3

Artículos

Derechas emergentes en Colombia

Emerging Far-Right in Colombia

Eduardo Restrepo1 
http://orcid.org/0000-0002-5634-465X

1Universidad Católica de Temuco, La Araucania, Chile. erestrepo@uct.cl


RESUMEN

En este artículo propongo abordar la configuración nacional de la derecha en Colombia a partir de la conocida distinción analítica elaborada por Raymond Williams de emergente, dominante y residual. Por lo tanto, no simplemente las nuevas derechas, sino las derechas emergentes permiten pensar sus articulaciones, distinciones y tensiones con un campo de fuerzas que se despliega en contextos específicos de las formaciones nacionales. En la primera parte del artículo, se abordan algunas de las características y contrastes que en la actualidad definen a las derechas residuales, las dominantes y las emergentes en Colombia. Para hacerlo, se considera pertinente pensar desde la especificidad histórica y contextual del campo de tendencias y fuerzas que constituyen lo que se plantea en términos de configuración nacional de derecha. El análisis de los discursos y las subjetividades políticas de las derechas emergentes es realizado en la segunda y tercera partes del texto. Aquí se recurre como fuentes a las intervenciones de dos visibles congresistas, así como a documentos y materiales que circulan en las redes sociales producidos desde distintas tendencias de las derechas emergentes. Se espera entonces adentrarse en contenidos y disputas concretas que se anudan en estos discursos y que habilitan las subjetividades políticas de las derechas emergentes en Colombia.

Palabras claves: Derecha; Derechas emergentes; Discursos; Subjetividades políticas; Colombia


ABSTRACT

In this article, I propose to address the national configuration of the political right in Colombia based on the well-known analytical distinction elaborated by Raymond Williams of emergent, dominant, and residual. Therefore, it is not just about the new rights, but emergent rights that allow us to think about their articulations, distinctions, and tensions within a political field of forces that unfolds in specific national formations contexts.

The first part of the article addresses some of the characteristics and contrasts that currently define the residual, dominant, and emergent rights in Colombia. To do so, it is considered pertinent to think from the historical and contextual specificity of the field of trends and forces that constitute what is proposed in terms of the national configuration of the political right.

The analysis of the discourses and political subjectivities of the emergent rights is carried out in the second and third parts of the text. Here, interventions from two visible congressmen are used as sources, as well as documents and materials circulating on social networks produced from different trends of the emergent rights. This is expected to delve into specific contents and disputes that are tied to these discourses and that enable the political subjectivities of the emergent rights in Colombia.

Keywords: Right-Wing; Emerging Right-Wings; Discourses; Political Subjectivities; Colombia


1. Introducción

"Una historia coyuntural busca comprender la especificidad de lo que está sucediendo identificando con el mayor cuidado posible lo que es nuevo y lo que es viejo, lo que es parte de una historia más larga y lo que se ha introducido en el contexto actual [...]." Lawrence Grossbeg (2018, p. 34)

La elección de Gustavo Petro y Francia Márquez para asumir en agosto de 2022 como presidente y vicepresidenta ha implicado que, por vez primera, Colombia cuente con un gobierno que se enuncia como progresista, uno explícitamente asociado a la izquierda. Más allá de la adecuación o no de estas categorías para dar cuenta de este gobierno, es innegable una serie de transformaciones en vocabularios y corporalidades que interrumpen las gramáticas y visibilidades establecidas hasta entonces.

Una vicepresidenta negra, de origen campesino, que alguna vez se ganó la vida como empleada doméstica y reconocida por sus luchas al frente del movimiento social de comunidades negras del norte del Cauca, es acompañada en el gobierno por otras mujeres y hombres afrodescendientes o indígenas en varios ministerios y embajadas. La dominancia naturalizada de la blanquidad de quienes encarnaban el gobierno nacional es contestada por estas corporalidades con performances que remiten a otras trayectorias de vida, a otras esteticidades y politicidades.

Este contexto ha generado un escenario político sin precedentes para la mayoría de las corrientes de derecha en Colombia, las cuales se encuentran en proceso de reajuste y transformación. Dicho proceso está siendo impulsado, en parte, por la influencia y el posicionamiento de diversas corrientes de derecha en América Latina y a escala global.

La distinción entre derecha extrema y derecha radical que ha sido propuesta en la teoría política es crucial para entender mi decisión de trabajar con el concepto de derechas emergentes. Cas Mudde (2021), por ejemplo, ha argumentado que el conservadurismo radical se asocia más estrechamente con una derecha radical, caracterizada por su rechazo al cambio social y su afán por preservar identidades culturales y tradiciones. Mientras la derecha extrema tiende a abogar por posturas más violentas y autoritarias, la derecha radical se centra en la defensa de valores y estructuras tradicionales, sin recurrir necesariamente a métodos extremos.

Con ello en mente, quiero subrayar que el concepto de derechas emergentes con el que trabajo en este artículo se posiciona en un registro muy diferente del que usualmente se moviliza en la ciencia política. Es una categoría mucho más etnográfica, que no busca inscribirse ni instaurar una tipología normativa como parece impulsar las preocupaciones teóricas de gran parte de los politólogos. Retoma la propuesta de Williams en pensar la relevancia en concreto de lo que aún no se instituye, de entender disputas que apenas afloran entre lo consolidado que es dominante y lo que emerge que tiene vocación y posibilidad de devenir en dominante. No supone por lo tanto un contenido generalizable o subsumible en una tipología normativa, su relevancia radica en entender en concreto la configuración nacional de derecha en Colombia que supone especificidades e historicidades que no pueden saldarse endosándoselas a procesos más generales.

En la primera parte del artículo se realiza una descripción que busca ofrecer insumos para la caracterización de las tendencias y la configuración nacional de la derecha en Colombia en términos de lo residual, dominante y emergente. Aquí se esbozarán algunos contrastes, pero también confluencias de estas derechas. En la segunda parte se abordarán los discursos de las derechas emergentes recurriendo al análisis de las intervenciones de los dos congresistas más visibles, al igual que unos materiales derivados de textos y contenidos de las redes sociales. Finalmente, se examinan las subjetividades políticas de las derechas emergentes a partir de las representaciones que sobre sí hacen quienes se enuncian apelando con orgullo al significante de derecha. También se aborda el sujeto moral que se constituye a partir de estas subjetividades políticas desde la cristalización de la izquierda como su antípoda.

2. Derechas dominantes, emergentes y residuales

Antes del proceso de negociación con las FARCEP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo) en 2016, apelar a los términos de derecha e izquierda no configuraba el espectro de la imaginación política en Colombia. Por aquel entonces, ni siquiera los miembros más radicales del Partido Conservador ni tampoco quienes se identificaban con el uribismo solían enunciarse a sí mismos desde el significante "derecha". No era un término que galvanizara las subjetividades políticas en el país.

Ello contrastaba con lo que se podía atestiguar en otros países de América Latina, como en Argentina, Chile o México, por ejemplo, donde en encuentros informales, medios de comunicación o en eventos académicos se podía escuchar fácilmente un vocabulario político que recurría a las nociones de derecha e izquierda. No solo los significados, sino también los términos a los que recurrimos para hacer sentido del campo político y sus anudamientos emocionales son históricos y contextuales (Hall, 2018). Los vocabularios desde los que hace sentido la política y que expresan y galvanizan contrastantes subjetividades se transforman y modulan en un espectro de multiacentualidades que requieren ser examinadas histórica y etnográficamente (Semán, 2023).

En Colombia, las sensibilidades políticas han cambiado. Hoy se apalabran concepciones y posicionamientos con un vocabulario en donde términos como los de derecha e izquierda tienen su lugar. En los análisis y conversaciones políticas, sea en redes sociales, en los medios, en reuniones informales o en textos académicos los términos izquierda o derecha aparecen fácilmente, a veces derivando en disputas por sus significados o por si son utilizados adecuadamente para caracterizar una persona, un partido (o coalición de partidos) o una política en particular. Esta creciente presencia en el vocabulario político de los términos de izquierda y derecha constituye un indicador de transformaciones en la manera en la cual se enuncian y posicionan las subjetividades políticas en Colombia. No es que antes nadie nunca utilizara los términos de derecha o izquierda. Mi argumento se refiere más a la centralidad de dichas expresiones en el imaginario y vocabularios políticos, como a que cada vez es más común encontrarse con personas que se reivindican orgullosamente de derecha.

Según un estudio realizado en 12 ciudades del país por la Universidad del Rosario (2023), los jóvenes entre 18 y 32 años que explícitamente se identifican de derecha pasaron del 7% en 2021 al 37 % en 2023. En contraste con los jóvenes que se identifican como centro, que para 2023 alcanzan el 44%, mientras que el 19% restante se reconoce como izquierda. En el artículo publicado sobre este estudio en el periódico de circulación nacional El Tiempo, se señalaba que "para César Caballero, gerente de la encuestadora Cifras y Conceptos, no es exagerado afirmar que se trata del surgimiento de ‘una nueva juventud de derecha en Colombia’" (Penagos, 2023, s/p). Esta tendencia, sin embargo, tiene sus matices si se presta atención a las diferencias regionales:

[...] es en la región Pacífico donde más predomina el porcentaje de jóvenes que se ubican en la izquierda, con 42 por ciento, mientras que la derecha se queda en 29 por ciento, al igual que el centro. En contraste, la derecha supera a la izquierda en Antioquia, Bogotá, Valle del Cauca, Orinoquía-Amazonía, la región Oriental (Bucaramanga y San José de Cúcuta), el Caribe y San Andrés con un promedio de 35 por ciento. (Penagos, 2023, s/p)

Lo que me interesa resaltar aquí no son tanto las diferencias de porcentaje en las regiones o el resultado del estudio en torno al notable incremento del número de jóvenes que se identifican como derecha, sino que el estudio haya sido diseñado desde esos términos de derecha, izquierda y centro. La interpelación de los encuestados para que se identifiquen políticamente desde ese vocabulario evidencia cómo se constituye el sistema de diferencias en el imaginario político, no solo de quienes responden sino sobre todo de quienes diseñan la encuesta. Apelar al término de derecha supone un sistema de diferencias en el cual se constituyen otros significantes, como el de izquierda o el centro, como exterioridades constitutivas (Hall, 2018).

Nuevas derechas es un concepto que no es para nada de ahora. Por ejemplo, Hall et ál. (2023 [1978]) caracterizaban como nueva derecha las transformaciones políticas articuladas al pánico moral en la Gran Bretaña de finales de los setenta que perfiló el ascenso al poder de Margaret Thatcher. Soy consciente de que en la ciencia y filosofía política este término de nueva derecha es un referente analítico relevante. Roger Eatwell y Matthew Goodwin (2019) son destacados por sus trabajos sobre el auge del populismo de derecha en Europa y América del Norte. Cas Mudde (2021) ha examinado la radicalización y normalización de la extrema derecha. Pippa Norris y Ronald Inglehart (2019) también han contribuido con estudios sobre la reacción populista y el cambio cultural. Otro autor relevante es Mark Lilla (2017), quien analiza las dinámicas políticas y sociales detrás del ascenso de la nueva derecha.

Antes que apelar a alguna de las acepciones ya establecidas por la filosofía o ciencia política de nuevas derechas, para los propósitos de este artículo considero más acertado teórica y políticamente recurrir al concepto de derechas emergentes. Me explico. En Marxismo y literatura, Raymond Williams (2009 [1973]) propone los conceptos de lo dominante, lo emergente y lo residual como herramientas teóricas para encarar la dimensión procesual de las relaciones de dominación en el campo de la vida social: "En el auténtico análisis histórico es necesario reconocer en cada punto las complejas interrelaciones que existen entre los movimientos y las tendencias, tanto dentro como más allá de una dominación efectiva y específica" (p. 166).

Para Williams, lo emergente no es simplemente lo nuevo, así como lo residual no es lo mismo que lo arcaico. Emergente y residual deben entenderse en relación de disputa o de funcionalidad con lo dominante. Emergente, en palabras de Williams (2009 [1973]), significa "[...] que los nuevos significados y valores, las nuevas prácticas, las nuevas relaciones y tipos de relaciones, son creados de continuo [y que] los elementos [...] son esencialmente alternativos u opositores a ella [la cultura dominante]" (p. 169). Por su parte, "[l]o residual, por definición, ha sido efectivamente formado en el pasado pero todavía se halla en actividad en el proceso cultural; no sólo, y a menudo ni eso, como un elemento del pasado, sino como un elemento efectivo del presente" (p. 167).

En tal sentido, la noción de "emergente" en el concepto de derechas emergentes, en este texto, se inscribe en la propuesta de Williams de examinar los discursos y subjetividades políticas de las derechas no simplemente en lo que tienen de nuevo con respecto a lo que se pueden considerar como derechas dominantes o residuales, sino en trazar los aspectos de vocación de poder alternativo y de oposición que las hace emergentes y encarnan su vocación de devenir en lo dominante.

Ello supone que la derecha no es una sola, sino que existen distintas derechas que se encuentran en un sistema de diferencia con sus exterioridades constitutivas como la izquierda en contextos históricos concretos (Bohoslavsky, 2023; Traverso, 2021). Antes que una esencia, hay que pensar la derecha en términos relacionales y contextuales que varían dependiendo de las sedimentaciones y trayectorias nacionales (Grossberg, 2018). Retomando a Carlos Olaya (2017), proponemos el concepto de configuraciones nacionales de derecha para dar cuenta de las especificidades históricas del campo político en cada país, así como de las estructuras del sentir (Williams, 2009, [1973]) en las que operan.

La configuración nacional de derecha en Colombia ha estado atravesada por la violencia política durante todo el siglo XX, con diferentes ciclos que han constituido el conflicto armado y sus múltiples derivaciones (Comisión de la Verdad, 2022). La derecha en Colombia se ha articulado históricamente por "[...] su posición belicista con respecto a la solución del conflicto armado" (Botero y Jaimes, 2023, p. 7). Es en dicho marco que emergen expresiones armadas de la derecha, como los grupos paramilitares, y que se instaura un sentido común que he denominado mentalidad paramilitar (Restrepo, 2023). La hegemonía del populismo de derecha en la primera presidencia de Uribe (López de la Roche, 2014) debe ser entendida en este contexto, así como sus reconfiguraciones como oposición al gobierno de Juan Manuel Santos y de Gustavo Petro (López, 2022).

En el contexto de un gobierno que se reconoce a sí mismo de izquierda o progresista, hoy se pueden identificar en la configuración nacional de la derecha en Colombia, como derechas residuales, algunas vertientes más tradicionalistas, conservadoras o radicales, como las que se encarnan en el exprocurador Alejandro Ordoñez, en el expresidente Andrés Pastrana, la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez o en el movimiento de Salvación Nacional, encabezado por Enrique Gómez Hurtado. Las expresiones armadas de la derecha (como los paramilitares y sus derivas) también harían parte de estas derechas residuales, así como algunas organizaciones de militares retirados. Son marginales en términos políticos porque no articulan sectores relevantes de la población, no establecen los términos en los que se despliega el debate político público o en las redes sociales ni porque sus deseos de exterminio ya no se expresan en estructuras armadas paramilitares o de la fuerza pública como hace algunos años.

En las derechas dominantes se encuentran diferentes figuras, partidos políticos y organizaciones que exigen mano dura por parte del Estado para encarar militarmente a los terroristas y criminales, que reclaman imponer autoridad y orden ante las movilizaciones y protestas sociales, y que critican las políticas públicas que socaven las naturales jerarquías sociales. En estas derechas dominantes encontramos el grueso de la derecha en el país, contiene disímiles tendencias que abarcan desde unas expresiones del uribismo (en y por fuera del Centro Democrático) hasta personajes del Partido Liberal, el Partido Verde, el Partido Conservador o conglomerados mediáticos (Revista Semana, RCN, Caracol, entre otros).

Estas derechas continúan siendo las dominantes no solo porque controlan los partidos políticos que operan en el espectro de la derecha (como Centro Democrático, Cambio Radical y parte importante del Partido Verde), sino porque establecen los términos en los que se tramitan el grueso de las posiciones e imaginarios que convocan no solo a los sectores políticos, sino también a los medios y una parte significativa de los colombianos.

Por su parte, en las derechas emergentes se pueden identificar aquellas figuras políticas, influencers o expresiones organizativas que apelan con orgullo al significante de derecha para enunciarse a sí mismos. Estos entienden a la izquierda a partir de los análisis que la conciben como expresión del "marxismo cultural", con todos los entramados de las teorías conspirativas asociadas al globalismo, y lidian con una serie de ansiedades morales que se traducen en la urgencia de desplegar la "batalla cultural".

En las derechas emergentes confluyen hoy, desde sectores libertarios, figuras de los partidos políticos, jóvenes conservadores, hasta organizaciones religiosas. Las redes sociales, sobre todo Instagram, Twitter (hoy X) y TikTok tienen gran protagonismo en la producción y circulación de contenidos asociados a estas derechas emergentes. En su mayoría, son jóvenes los que se encuentran al frente de las distintas tendencias, algunos con formación en derecho, en ciencias políticas e incluso no faltan los egresados de posgrados en estudios culturales. Estos jóvenes no suelen militar en los partidos políticos de las derechas dominantes ni mucho menos en las residuales, aunque en épocas electorales o en momentos como los del plebiscito por la paz se alinean con candidatos o posturas que se oponen a expresiones progresistas o que se las marque como izquierda, con lo que terminan apoyando candidatos o posiciones apuntalados por esos partidos. Siguiendo a Pablo Stefanoni (2023), podemos considerar que estos jóvenes encarnan una rebeldía articulada desde las derechas.

3. Discursos

Para abordar los discursos de las derechas emergentes en Colombia, partiré por examinar las intervenciones de dos congresistas con gran visibilidad y que se ubican en la oposición a propósito del debate suscitado en torno a la creación del Ministerio de la Igualdad y la Equidad impulsado por la vicepresidenta Francia Márquez. Ambos congresistas, la senadora María Fernanda Cabal del Centro Democrático (partido político creado en torno a la figura del expresidente Álvaro Uribe) y Miguel Polo Polo, joven representante a la Cámara elegido por circunscripción especial para comunidades negras, fueron los proponentes para archivar el proyecto de ley que buscaba crear el Ministerio de la Igualdad y la Equidad.

En su ponencia, el 24 noviembre de 2022, la senadora María Fernanda Cabal argumentaba: "La igualdad, señores congresistas, solo es posible ante los ojos de dios que nos creó iguales y ante ley" (2022, 0m03s-0m10s)1. Solo en esos planos, somos iguales. En el resto, es obvio para Cabal que somos distintos. Nadie es igual a otro. Ni siquiera dos hermanos educados en la misma casa por sus padres. Abogar por un ministerio de la igualdad y equidad no es otra cosa que operar en la "fantasía revolucionaria de los progresistas [que] nos quieren imponer que todos seamos iguales. ¡No señor! Esto es incluso un imposible biológico. Cada uno es un individuo único e irrepetible con un ADN propio, con talentos y capacidades propias" (Cabal, 2023a)2.

Este exabrupto, que choca contra los hechos duros de la biología y el sentido común, es para la senadora el resultado de unas ideologías colectivistas que imponen la emoción en contra de la razón, que buscan apelar a las más absurdas excusas para legitimar la creación de burocracias ideologizadas:

[...] la igualdad tal y como la plantean hace parte de las doctrinas colectivistas. Ponen primero la emoción sobre la razón y traen a colación toda clase de excusas. La deuda histórica, las diferencias raciales, el patriarcado, todo les sirve de pretexto para crear instituciones burocráticas ideologizadas, con el supuesto de que nos van a resolver los problemas. (Cabal, 2023b, p. 14)

Se introducen culpas y se alimentan los odios raciales, de género, generacionales y de clase que a partir de unas doctrinas identitarias tienen el efecto de tribalizar la sociedad, que atizan los enfrentamientos de unos contra otros:

Aquí nos quieren hacer sentir culpables para tribalizar la sociedad, enfrentándonos a unas doctrinas identitarias, enfrentar negros contra blancos, indígenas contra todo el mundo, las mujeres contra los hombres, los profesores contra los padres de familia, los empleados contra los empleadores. (Cabal, 2023b, p. 14)

Detrás de todo ello, para la senadora Cabal está la influencia del marxismo cultural, ante el cual no se puede claudicar. Este se nos ha estado imponiendo como una estrategia de la izquierda que se ha desplazado de la lucha de clases a estas doctrinas identitarias, el colectivismo y la imposición de una descabellada idea de igualdad:

[...] yo no me voy a sentir menos por ser mujer ni por tener el color de piel que tengo, no soy culpable por eso, ni por ser heterosexual, ni mucho menos, yo no le voy a conceder nada al marxismo cultural que nos quieren imponer.

Esta es una nueva forma de lucha, porque como la lucha de clases la perdieron frente al capitalismo que permitió la movilidad social, que logró sacar de la pobreza a los pobres con el emprendimiento, con el crédito. (Cabal, 2023b, p. 14; énfasis añadido)

Cabal presenta a la izquierda y sus "fantasías revolucionarias" como contrarias a la razón, al sentido común, como algo que se ha logrado imponer y que, de no ser detenida, va incluso a normalizar la pederastia con sus nocivos adoctrinamientos a los niños por burocracias ideologizadas: "[...] no solo la izquierda ha logrado mucho de lo que ha querido en contravía del sentido común y de la coherencia, sino que ahora van por más" (Cabal, 2023b, p. 15). De ahí que se pregunte,

[...] será que vamos a terminar igual que los Ministerios de la Igualdad de Chile, de Argentina y de España?, que además les encanta confundir a los niños en su etapa de formación, de la formación de su propia identidad, para generar ansiedades tempranas frente al conocimiento sexual, que debe ser enseñado en edades posteriores. (Cabal, 2023b, p. 15)

Perversas concepciones de las cuales los niños deberían estar protegidos. Sus identidades son objeto de manipulación. Todo por la ideología de género que la izquierda ha inoculado en contravía de la naturaleza y de la moral.

En esta intervención de la senadora Cabal se recogen algunos de los rasgos recurrentes en los discursos de las derechas emergentes en Colombia. Algunos de tales rasgos son compartidos con las derechas dominantes o incluso las residuales. Otros, sin embargo, son específicos a las derechas emergentes, como su particular énfasis en marcar como izquierda prácticamente todo el escenario político que no confluye con sus posiciones, apelar a la angustia por el posicionamiento del marxismo cultural, la ideología de género y lo de la batalla cultural. La singularidad discursiva de las derechas emergentes radica en la manera en que son organizados los asuntos específicos con aquellos que han estado presentes en articulaciones de derecha previas.

Uno de los rasgos que ha estado presente en las diferentes articulaciones de derecha (y no solo de las emergentes) ha sido la legitimación de la desigualdad social. Se observa cómo Cabal asume, por ejemplo, que la diferencia entre los individuos, la obvia constatación de que no somos idénticos unos de otros, se traduce en hacer ver que la desigualdad social no solo es inevitable, sino que es moralmente justificada, ya que impulsa el mundo social generando riqueza y desarrollo. Se cuestionan las políticas para la igualdad (que se asocian con la izquierda, el progresismo, el comunismo y el colectivismo), con argumentos biológicos y meritocráticos que evidencian que no somos iguales, ni en características, capacidades ni en los esfuerzos realizados. Parafraseando una conocida nota al pie de página, desde análisis como los de la senadora, la desigualdad es el verdadero motor de la historia.

En esos debates, para archivar la iniciativa de la creación de este ministerio, una visible y joven figura de la derecha, Miguel Polo Polo, elegido por la circunscripción especial para comunidades negras, y quien es bien cercano a la senadora Cabal, argumentaba que "de desigualdad nadie se ha muerto" (2023a, p. 16). Para Polo Polo, la gente se muere de pobreza, no de desigualdad. Para el representante a la Cámara, no es lo mismo desigualdad que pobreza: "De desigualdad nadie se muere, la gente se muere por la pobreza, que es muy distinto a la desigualdad" (2023a, p. 16)3.

Para Miguel Polo Polo las cosas están bien claras: no era la creación de un Ministerio de la Igualdad y la Equidad el camino para acabar con la desigualdad (que, por lo demás, no es gran cosa porque nadie se ha muerto de desigualdad). Este ministerio solo redundaría en generar "[...] más puestos burocráticos y más entidades, la desigualdad y la pobreza se acaba con capitalismo y con el sistema de mercado" (2023a, p. 16). Para el representante, la fórmula es capitalismo y libre mercado. Más adelante en el debate, citando como evidencia los "índices de libertad económica" de The Heritage Foundation entre otras fuentes, Polo Polo esgrimía apasionadamente que "[...] la fórmula para superar la pobreza en los países, no es con Estado, no es con decretos, no es más burocracia, es con capitalismo y con libre mercado, así les arda" (2023a, 24). No sorprende, entonces, que en su perfil de X Miguel Polo Polo se describa a sí mismo como "casado con el capitalismo"4.

En el discurso de las derechas emergentes hay un fuerte cuestionamiento a lo que consideran un exceso de Estado, las burocracias y los subsidios. Cabal, por ejemplo, subrayaba en su intervención que lo que implicaba el Ministerio de la Igualdad y Equidad era "[...] otro repartidor de subsidios, multiplicación de subsidios, que es lo que más les gusta a los progresistas, porque de generación de riqueza no tienen ni idea, de apropiación de la riqueza de los demás sí" (2023b, p. 15).

En el discurso de las derechas emergentes se evidencia una abierta apología al mercado y al capitalismo, que se conciben como condición de la libertad individual, así como de generación de riqueza y de bienestar social. Su defensa del libre mercado y del capitalismo es incondicional. Los empresarios son considerados "verdaderos colombianos", parte de la "gente de bien" que mediante sus iniciativas impulsan el desarrollo económico, el cual se traduce en unas mejores condiciones de vida, en más y mejores oportunidades para quienes realmente quieren trabajar y "salir adelante".

Esta irrestricta apología al libre mercado y al capital supone una crítica al Estado, que se percibe como el enemigo de las libertades del individuo. La senadora Cabal, en la intervención que hemos venido comentando, plantea enfáticamente: "no señores, el Estado hace mucho tiempo perdió la capacidad de resolverle los problemas a los ciudadanos, muy por el contrario, hoy el Estado es el peor enemigo de las libertades del individuo" (2023b, p. 14). De ahí que los impuestos a los generadores de riqueza son denunciados en este discurso de las derechas emergentes como una estrategia socialista o progresista, derivada de sus "fantasías revolucionarias", de sus falacias ideologizadas, que en última instancia llevan al empobrecimiento general, a la destrucción de la economía.

Los subsidios estatales, los programas de acción afirmativa o políticas enfocadas a sectores vulnerables son concebidos como la instauración de privilegios para unas poblaciones que solo reproducen burocracias y consolidan su pobreza. Así, por ejemplo, en la intervención ya citada, Polo Polo afirma:

Miren, yo soy negro, soy raizal, palenqueros los represento también, represento a los afrocolombianos y yo soy de los que cree que aquí las cosas no se van a solucionar dando privilegios, aquí esta sociedad va a empezar a funcionar cuando empecemos a dar igualdad ante la ley, para que todos seamos tratados por iguales ante la ley, mis ancestros, negros, no lucharon su libertad hace más de 170 años, para que hoy los tratarán mejor que los blancos o mejor que los indígenas o mejor que los mestizos, mis ancestros lucharon para ser iguales. (2023, p. 17)

Así se entiende la igualdad desde los discursos de las derechas emergentes en Colombia. Igualdad (formal) ante la ley. Nada de políticas estatales dirigidas a poblaciones específicas -indios, negros, pobres o mujeres- para revertir vulnerabilidades o desigualdades históricamente sedimentadas: eso es instaurar privilegios. Paradójico que lo argumente quien fue elegido al Senado por una de esas políticas, la circunscripción especial para comunidades negras5.

En la misma línea de argumentación, la senadora afirmaba enfáticamente, que este Ministerio es "una herramienta detestable en nombre de la igualdad, la tiranía de las causas justas, a eso nos llevan" (Cabal, 2023b, p. 15). Esa "tiranía de las causas justas" busca legitimar la instauración de una serie de "privilegios" para unas personas (sujetos morales en falta o falla) a costa de otras personas (que se han esforzado, exitosas, empresarios de sí, productivos, generadores de riqueza). Desde la perspectiva de los discursos de las derechas emergentes, las acciones afirmativas, las políticas focalizadas en poblaciones vulnerables, los programas de subsidios a madres cabezas de familia, personas de la tercera edad, a los afectados por la violencia o los sectores más empobrecidos es tratar "mejor" a unas personas que a otras.

Este es el marco en el que se cuestiona que existen "deudas históricas" con las poblaciones empobrecidas o marginadas, ya que son los individuos hoy en su presente los que con sus acciones concretas determinan su éxito o el fracaso, quienes tuercen a su voluntad o no las desigualdades sociales. Nadie le debe nada a nadie. Nadie es culpable de lo que hicieron sus antepasados. Todo aparece como una suma cero, en la que solo el esfuerzo y talento de unos individuos dan cuenta de su acumulación de riqueza o de poder; en contraste con otros que no se han esforzado lo suficiente o no han nacido con el talento o la suerte para escapar de unas existencias precarizadas, en falta y falla. Así, por ejemplo, en un mensaje de una red social, Polo Polo escribía:

La deuda histórica es lo más estúpido qué [sic] hay. Pretenden corregir una injusticia del pasado, cometida por gente q está muerta hacia gente que ya es polvo, con otra injusticia en el presente; poniendo a gente q no tiene la culpa, a pagarle cosas a otros que no sufrieron nada. (2022a)

La senadora Cabal también cuestiona que existan deudas históricas hacia las poblaciones que fueron despojadas o sometidas:

Nos vendieron la idea de que como los españoles vinieron hace 500 años y se apropiaron de esto. Pero entonces si hay deuda histórica ¿qué va a hacer cada individuo en cada país los que conquistaron los vikingos? Tendrán que devolverse a decir, ¿usted me debe? Los moros estuvieron 800 años en España. Fueron expulsados por los reyes católicos. ¿También les deben? ¿Cómo es este cuento de deudas? ¡Aquí no hay deudas históricas con nadie! (En Menoni, 2023, 10m23s10m50s)

Como hemos visto, en el discurso de las derechas emergentes se habla de la igualdad de oportunidades o de igualdad ante la ley, pero toman distancia de cualquier sustanciación de política pública que interrumpa realmente las condiciones materiales y simbólicas que reproducen la desigualdad social. Así, desde el discurso de las derechas emergentes, los sectores sociales que luchan por el derecho a su reconocimiento, que tratan de revertir sus condiciones de precarización o marginalidad con la instauración de acciones concretas por parte del Estado o de la sociedad en su conjunto, lo que impulsan es la institucionalización de una desigualdad entre los colombianos; tratan de instaurar privilegios que redundan no en una fantasiosa igualdad social, sino en la consolidación de instituciones o programas atiborrados de burocracias ideologizadas y en la producción de clientelas políticas propias del progresismo o del socialismo.

Uno de los rasgos de las derechas emergentes es sin duda su apelación a la idea de la "batalla cultural". Esta batalla, como un relevante terreno de disputa, aparece reiteradamente en el discurso de las derechas emergentes. Se puede encontrar la referencia explícita en la ya citada intervención de la senadora Cabal, al igual que en una expresión a la que apela Miguel Polo Polo, por solo indicar a los dos congresistas examinados. Las derechas emergentes se muestran amenazadas por lo que consideran un nefasto avance de la izquierda en el terreno de la cultura y el sentido común que amenaza los valores más preciados de la libertad individual, la familia y el orden social. Con la expresión de batalla cultural, en el discurso de las derechas emergentes se establece un diagnóstico de los profundos alcances de esta amenaza moral y se perfila una estrategia de visibilización y movilización que toma el ámbito cultural como terreno de disputa.

En Colombia, el asunto de la "batalla cultural" ha calado con especial fuerza en los discursos de las derechas emergentes. Es de particular relevancia en documentos escritos o de generación de contenido que circulan en las redes sociales. Muchos de estos materiales son producidos por jóvenes, vinculados a diferentes expresiones y tendencias de las derechas emergentes. Al respecto, ya para 2017, un joven egresado de derecho, John Alejandro Bermeo6, quien se enuncia como libertario, publicaba en la plataforma del Centro Mises el artículo "Mitos y verdades sobre el marxismo cultural". Allí se detiene en examinar la relación entre la batalla cultural y la Nueva Izquierda, siguiendo una línea de argumentación que reproduce el relato del desplazamiento de la lucha de clases y lo económico hacia lo cultural, sin dejar de lado las conspiraciones globalistas.

En el mismo sentido, Nicolás Goyeneche, estudiante de último semestre de derecho en la Pontificia Universidad Javeriana, escribió un documento titulado "La cultura bajo asedio: reflexiones sobre la batalla cultural", inspirado por una de las entrevistas que le hicieron a Agustín Laje en 2020, y publicado por Fundación Escuela Libertad. En este documento, Goyeneche (2022) afirma que:

La cultura está en peligro, nuestras tradiciones, gustos, el idioma, la religión, nuestros usos y costumbres, todo lo constituye el ser de nuestros pueblos iberoamericanos está en riesgo de ser "deconstruido". Hoy se libra a ambos lados del Atlántico una auténtica Batalla Cultural que debemos saber luchar, y ganar. (p. 2)

El documento termina con un decálogo de consejos para "dar la batalla por la cultura":

1. No permita que lo etiqueten, no deje que los opositores definan lo que es usted y lo que representa; prepárese para defenderse y no callar ante los señalamientos. Su silencio es cultivo para destruir su pensamiento. 2. Diga siempre las cosas como son, no caiga en la tentación de moderar su discurso para caer bien, defienda sus ideas con convicción, acabe con los eufemismos, pues esos son usados por la extrema izquierda para engañar. 3. Manténgase al día, infórmese permanentemente, construya argumentos, busque nuevas evidencias, aproveche las redes para contribuir con la verdad, que se deconstruye por parte de la izquierda que usa trolls para desinformar. 4. De [sic] la batalla al interior de su hogar, si tiene hijos, edúquelos en las ideas de la libertad y la defensa de los valores, no tenga miedo a expresar sus ideas a sus padres, hermanos y demás familiares. La batalla cultural se empieza a perder en casa y por el lenguaje. 5. Enfrente el adoctrinamiento en colegios y universidades, si es estudiante, no tenga miedo de enfrentar a sus profesores con argumentos, si es padre de familia, no dude en rechazar el adoctrinamiento, como herramienta violatoria de los derechos fundamentales de los menores. 6. Busque aliados, forme políticamente a sus compañeros en el trabajo, en la iglesia, en la asociación de padres, a sus vecinos y amigos. 7. Difunda sus ideas, usted tiene al alcance de su mano un enorme poder de generar impacto a través de las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, Tik-Tok, Whatsapp, etc.) 8. Llegue a todas las personas que pueda, no solo a su círculo cercano, la Batalla Cultural debe librarse en todos los escenarios y en todos los estratos sociales. 9. Comience de inmediato, no pierda un solo instante, recuerde que la izquierda jamás descansa en la persecución de sus objetivos. 10. Elija bien a sus representantes en las instituciones públicas, ganar la batalla cultural es un esfuerzo inútil si se pierde la batalla política y los adversarios alcanzan el poder. (Goyeneche, 2022, p. 6)

4. Subjetividades políticas

Como ya se indicaba, las derechas emergentes apelan explícitamente a enunciarse con orgullo desde el significante de derecha, y al identificarse de tal forma configuran unas subjetividades políticas que sobreenfatizan el desprecio por lo que imaginan como izquierda (que se superpone con una sarta de términos despectivos como progresista, progre, guerrillero, comunista...). Se ha anotado anteriormente que esto contrasta con las derechas que han dominado el espectro político en Colombia, en las cuales rara vez se apelaba al significante de derecha para enunciarse a sí mismas y su subjetividad política operaba más desde la identificación retórica con la nación o la colombianidad.

Siguiendo en ello a Hall (2019), la subjetividad siempre es política debido a que no es simplemente posición de sujeto, sino que implica un posicionamiento derivado de las particulares articulaciones de las experiencias vividas anudadas al proceso de interpelación. Posicionamiento que pone en juego una serie de identificaciones y rechazos que opera no solo como reflexividad, sino también como visceralidad, que abarca densos ensamblajes de pensamientos y emociones.

Ahora bien, el espectro de quienes se autoproclaman con orgullo de derecha tiende a ser amplio y diverso. Abarca desde figuras políticas que han sido asociadas a la derecha (aunque no necesariamente se habían reivindicado antes en esos términos) hasta una generación de jóvenes, algunos con formación académica, que provienen de sectores sociales tradicionalmente considerados como clases medias o incluso de estratos más populares.

Así, por ejemplo, una joven abogada, María del Rosario Vargas, publicó en su cuenta de X, un post en el cual, de manera pausada pero enfática, argumentaba:

Hay que eliminar la idea de que los jóvenes deben ser de izquierda. Yo soy una joven de derecha, sin ningún tipo de complejos. ¿Por qué sentir vergüenza de defender la vida, la dignidad, la familia, los valores, la propiedad privada y el libre mercado? (2020)

En un video más reciente, del 13 de marzo de 2024, titulado "No es vergonzoso ser conservador. Vergonzoso es ser progre", decía lo siguiente: "No es vergonzoso ser conservador, creyente y de derecha. Vergonzoso es creer que el socialismo funciona, vergonzoso es creer que un hombre disfrazado de mujer es una mujer. Eso sí es vergonzoso. Defender los valores no es vergonzoso" (Vargas, 2024a).

Este orgullo de asumirse públicamente de derecha se puede articular, incluso, a partir de una distinción entre lo que se enuncia como una "verdadera derecha" de aquello que se adjetiva como "derecha vergonzante" o una "derechita cobarde". Así, Nicolás Goyeneche, en el texto ya citado, indicaba:

La Derecha permanece aún a la defensiva, en demasiados casos acobardada y sometida a una corrección política autoimpuesta, incapaz de defender sus ideas por una lamentable actitud vergonzante. Por temor a ser catalogada como extrema, esa derechita cobarde se arrojó́ al centro político y renunció a sus principios más elementales. (2022, p. 4)

En este contraste, la "verdadera derecha" no se deja cooptar por engaños de lo políticamente correcto.

Para junio de 2021, en el podcast realizado por las @LasOpinadoras, Alejandro Bermeo, en conversación con Miguel Polo Polo, planteaba no solo la presencia de unas nuevas generaciones con un discurso de derecha, sino que se distanciaba de lo que en Colombia se asumía como derecha:

[...] hay un nuevo espacio, hay unas nuevas generaciones, y aquí estamos con un discurso de derecha yo diría nuevo en el país, porque a esta gente se le tilda de derecha pero tiene poco de derecha, cierto, más allá de un elemento de autoridad. Todo lo demás, son proteccionistas como la izquierda [...] En política económica son muy similares a la socialdemocracia, o sea al partido demócrata en los Estados Unidos. Entonces estamos dando la lucha con un discurso nuevo. (Las Opinadoras, 2021, 9m02s-9m-23s)

En este ejercicio de autodefinición, se pueden encontrar argumentaciones que buscan sustentar que Álvaro Uribe no puede ser considerado como una "verdadera derecha". Por otro lado, hay posiciones como las de Polo Polo en esa misma conversación que establecen la noción de derecha más como la confluencia de disimiles corrientes que tienen un enemigo en común:

En la derecha estamos todos los que estamos en contra del comunismo y en contra de las filosofías políticas totalitarias. Entonces si usted es libertario, si usted es anarquista, si usted es minarquista, si usted es liberal clásico, usted debe considerarse que está en la orilla política de la derecha, que está en contra de la izquierda, en contra del totalitarismo, en contra del socialismo, en contra del fascismo. (Las Opinadoras, 2021, 24m22s-24m47s)

Para la anteriormente citada senadora Cabal no es adecuado hablar de extrema derecha, sino de una derecha que es coherente. Desde su perspectiva, lo de extrema derecha es una etiqueta que busca imponer la izquierda que "[...] no le gusta que los derrotemos con cifras y argumentos, no les gusta que los desenmascaremos, que tengamos la capacidad de defender la verdad" (Cabal, 2023a). En una entrevista realizada por Eduardo Menoni, quien se enuncia a sí mismo como un "verdadero patriota", Cabal reitera esta idea de que no existe una extrema derecha y perfila algunos trazos de cómo concibe ese "nosotros" que definiría la derecha en los siguientes términos:

[...] no existe extrema derecha. Existe extrema izquierda. Cuando se habla de extrema derecha se tiene que decir que es extrema coherencia. Y el error de quienes defendemos la autoridad y el orden para encontrar la libertad, es que no hemos hecho la suficiente propaganda ni la información asertiva [...] Nos falta el trabajo de enseñarle a la gente lo que es libertad económica, libertad de pensamiento, libertad de culto, responsabilidad individual, creatividad del individuo como generador de bienestar, eso es derecha. (En Menoni, 2023, 0m31s-1m25s)

Desde su perspectiva, entonces, solo existe una derecha, que se diferenciaría en el grado de coherencia con unos principios que defienden la autoridad y orden como garantes de la libertad (económica, de pensamiento y de culto). Ello a partir de la responsabilidad y creatividad del individuo, que es la fuente del bienestar.

No me interesa tanto entrar en la filigrana de la teoría o filosofía política para cuestionar o avalar estas definiciones, adscripciones o identificaciones, sino más bien señalar cómo en los últimos años en Colombia se han habilitado unas subjetividades políticas en nombre del significante de derecha, a tal punto de que se lo considera digno de clarificación y disputa. Lo relevante aquí es examinar cómo se constituyen y movilizan una serie de subjetividades políticas a partir de la apelación al término de derecha. Subjetividades políticas cambiantes, puesto que lo que antes no se enunciaba hoy se esgrime con orgullo. Multiacentuadas, dado que los sentidos articulados al significante de derecha que constituyen y movilizan estas subjetividades políticas son múltiples y hasta contradictorios.

En el terreno de la subjetividad política de esta derecha orgullosamente esgrimida aparece una serie de expresiones para cristalizar su antípoda. Aunque en ocasiones se establecen algunas diferencias, se las suele utilizar como sinónimos y operan como modulaciones del significante de izquierda. Entre las más usuales expresiones se encuentran: mamertos, progresistas, progres, comunistas, guerrilleros, narcoguerrilleros y terroristas. Las últimas tres son acentuaciones mucho más radicales de esta antípoda que cae incluso por fuera de la condición de humanidad; operan como cristalizadoras de unos "desprecios que matan", que habilitan la "mentalidad paramilitar" (Restrepo, 2023).

El término "mamerto" tiene una larga historia en Colombia. Utilizado hace algunas décadas para referirse a los militantes del Partido Comunista Colombiano, se ha transformado cada vez más en una expresión utilizada para referirse de una manera despectiva a cualquier persona o idea que se asocie con la izquierda. Aunque no es nuevo en el vocabulario político en Colombia, con las derechas emergentes se evidencia una particular insistencia en utilizar el término mamerto para ridiculizar planteamientos o personas hasta el punto de cancelar de entrada cualquier posibilidad de conversación o debate. Desde esta perspectiva, mamerto no es de ninguna manera un interlocutor, solo puede ser objeto de burla. Antes que discutir con el mamerto, se lo pone en su lugar... no pocas veces gritándole para silenciarlo.

Mamerto también supone una serie de corporalidades y esteticidades. Para recurrir a material que ha circulado en las redes, en un video sobre la visita de Polo Polo a una universidad privada de Bogotá, la Universidad Externado, se da una discusión con un estudiante que lo interpelaba y a quien el congresista adjetivó de mamerto. Como el estudiante le pide una explicación, Polo Polo (2023b) empieza a mencionar su corte de cabello, su vestimenta, su parafernalia "que se notan", lo que le hace mamerto. Me interesa subrayar una serie de diacríticos corporales y estéticos que se asumen propios de los mamertos, con sus respectivas articulaciones morales.

Para seguir con ejemplos de las redes sociales, en su cuenta de X, Natalia @Natalia44978808 publicó un video en el cual se veía a un hombre en la marcha para que la Corte Suprema de Justicia eligiera la nueva fiscal, con el siguiente texto: "Definitivamente el hombre mamerto es cavernícola, feo, lleno de odio, resentimiento, ignorante, vagos y sucios. Gracias a Dios estoy del lado correcto, porque el hombre de derecha es educado, serio, trabajador, impecable, bien hablado y sobretodo inteligente" (Natalia, 2024)7.

Estas marcaciones operan también cuando se habla de alguien de izquierda. JorgeJB, @jogeborjajp, pregunta: "Cuando a alguien le dicen que su aspecto es de izquierda que le están [sic] diciendo según ustedes?". A lo que responde Liliana Castaño, @ LilianaCastanoG, "Que es feo, mal vestido, ordinario y mal oliente" (Castaño, 2024). En el hilo derivado de esta respuesta se encuentran comentarios como el de Fabio Montoya, @fmontoya5150, "Así de simple es la respuesta... todos son iguales en apariencia; feos, mal vestidos, ordinarios y huelen a almizcle...todos".

Para quienes se enuncian orgullosamente de derecha, la dimensión moral e intelectual también hace parte de lo que aparece como izquierda, progresismo o comunismo. El término de "izquierdópatas" que utiliza regularmente la senadora Cabal cristaliza esa marcación moral e intelectual, ya que para ella todos son unos mentirosos, que deforman a su antojo la realidad, torciendo los valores de lo malo en bueno y lo bueno en malo. Por su parte, en la publicación ya citada de @Natalia44978808, se plantea que los mamertos son resentidos, ignorantes y vagos. Lo de resentidos y vagos apunta a un sujeto moral que debe ser cuestionado, y que contrasta con el hombre de derecha que es un sujeto moral adecuado.

Lo del resentimiento o la envidia constituye un asunto que a menudo introduce una tajante clausura moral, descalificando muchas de las luchas de distintos sectores sociales organizados o los cuestionamientos sobre la desigualdad en Colombia. Así, por ejemplo, con la candidatura en las pasadas elecciones presidenciales de Francia Márquez y su insistencia en el racismo estructural y la desigualdad social que imposibilitaban lo que enunciaba como vivir sabroso, afloraron los más viscerales ataques en los que la reducían a ser una "negra resentida" (Restrepo, 2023).

Las luchas indígenas, de los afrodescendientes, de los campesinos, de los sectores más empobrecidos y marginados son concebidas como la expresión de la inoculación de odios en estas poblaciones por parte individuos resentidos y envidiosos. La izquierda y el progresismo aparecen como unos sembradores de odios: el odio de clase, el odio entre razas, el odio entre géneros. Para citar un contenido más, veamos el post de María del Rosario Vargas (2024b): "La progresía ha promovido a los seres humanos a odiarnos entre sí. Lo vemos a diario. El pobre versus el rico. La mujer odiando al hombre [...] Y esas ideologías que promueven el odio son un cáncer para nuestra sociedad". Aquí, no se habla de contradicciones o antagonismos estructurales que serían los factores que explicarían reflexiones, cuestionamientos y luchas que se perciben, desde estas lecturas de la derecha, como el resultado de odios sembrados por la izquierda, por la "progresía". Por lo tanto, sembrar el odio no puede ser otra cosa que la expresión de un sujeto moral en falla que ha sido alienado por nefastas y destructoras "ideologías".

El adjetivo "vagos" es otra de las usuales marcaciones atribuidas desde la derecha a un sujeto moral en falta que conforma la izquierda. Desde esta perspectiva, los izquierdosos, progres o comunistas no trabajan, sino que buscan vivir del trabajo ajeno. Así, como individuos, aparecen a los ojos de la derecha como unos mantenidos, unos parásitos. De ahí que solo anhelan los subsidios del Estado que les garanticen una vida sin tener que trabajar. Como ideología, la izquierda no genera riqueza, sino que busca expropiarla o sobrecargar de impuestos a quienes sí la producen para apropiársela corruptamente y establecer subsidios que solo perpetúan la pobreza y lubrican clientelas para mantenerse en el poder.

La derecha supone, para quienes así se representan, un contraste absoluto con estas imágenes atribuidas a quienes adjetivan de mamertos, de izquierda o progres. Además de concebirse en una adecuación corporal y estética, se imaginan en la posición de sujeto moralmente superior. Se inscriben en el relato del "salir adelante" como parte del esfuerzo propio, como resultado de su arduo trabajo e inquebrantables convicciones. No pocos se presentan como unos exitosos empresarios de sí, en lo que para Argentina Pablo Semán (2023) ha conceptualizado como el mejorismo8.

Polo Polo, por ejemplo, ha instalado en redes, en entrevistas y en debates en el Congreso un relato sobre sí que hace énfasis en "salir adelante" desde las adversidades y como resultado de su esfuerzo. Para el 25 de noviembre de 2022, ya siendo congresista, en su cuenta de Twitter (ahora X) publicó, acompañado de fotos de algunos de sus trabajos previos, lo siguiente:

Yo vengo de abajo, de las clases populares, de un pueblo caribeño hermoso pero lleno de pobreza, y jamás mi motivación fue la IGUALDAD, porq no soy envidioso; mi motivación fue salir adelante y superarme. Entiendo q soy diferente al resto y mis resultados iban a ser distintos. (Polo Polo, 2022b; mayúsculas y ortografía del original

5. Conclusiones

Los discursos de las derechas emergentes en Colombia suponen un entramado de enunciados que reivindican explícitamente el significante de derecha, lo que habilita ciertas subjetividades desde unas categorías propias en un terreno (imaginado o efectivo) de disputas concretas. Como vimos, en Colombia no solo ha empezado a circular con frecuencia el significante de derecha e izquierda, sino que también se evidencia una creciente reivindicación con orgullo de este significante para nombrarse a sí mismo o para dar cuenta de una serie de concepciones y prácticas políticas valoradas positivamente.

Lo que no aparecía enunciado o podía operar fácilmente como una marcación de estigma, hoy es un significante que habilita una posición de sujeto que se reivindica. Como se observa, una de las características de las derechas emergentes en Colombia es precisamente esta reivindicación, sin rodeos y con orgullo, de ser de derecha en un campo político en el que hasta hace poco relativamente se la obliteraba.

La creciente ansiedad ante lo que se percibe como el avance de la izquierda en Colombia es una segunda característica de las derechas emergentes. La elección de Petro como presidente en 2022 confluye con otros acontecimientos que han generado particulares angustias entre quienes se reivindican orgullosamente de derecha. El surgimiento de la Primera Línea9, junto al despliegue de la minga indígena en las movilizaciones en torno al paro nacional de 2021, al igual que la negociación con las FARC-EP en la que supuestamente se le estaba entregando el país a la guerrilla y el plebiscito ganado por el "No", son algunos de los más visibles.

Esta preocupación no solo se limita al ámbito político, sino que se extiende a lo que se suele plantear en términos de "batalla cultural". Si bien las perturbaciones por el auge del comunismo y de las guerrillas no son para nada nuevas en los sectores privilegiados y conservadores, lo inusitado en el contexto colombiano es la recurrente referencia a este fenómeno como "izquierda". A diferencia del pasado, donde el miedo al "comunismo", a los "terroristas", "narcoguerrilleros" o al "castrochavismo" se utilizaba como sustento para defender el statu quo por la fuerza de las armas del Estado o de estructuras paramilitares, la actual ansiedad se articula en torno a un enemigo que se lo imagina más brumosamente omnipresente y complejo.

En esta manera de entender la izquierda encontramos precisamente otra característica en las derechas emergentes en Colombia. Alimentados por un discurso transnacional, con unos claros referentes en Agustín Laje y Javier Milei, la izquierda es imaginada en unos términos muy distintos a los de hace apenas unos años (Stefanoni, 2023). Según su visión, la izquierda ha dejado de estar centrada en el "odio de clases" para impulsar su agenda "desestabilizadora y violenta de la revolución". Ahora se ha transformado en un "marxismo cultural" que ha cooptado las políticas de la identidad y los movimientos sociales, las sensibilidades y movilizaciones feministas y ambientalistas, el cuestionamiento del heterosexismo y de la civilización occidental.

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Notas

1La grabación de la intervención de senadores (incluyendo también la de Cabal) y representantes a la Cámara se encuentran recogidas en el video "Comisiones I Conjuntas - 24 de noviembre de 2022" en el Canal del Congreso, en el siguiente enlace: https://youtu.be/mRPzEYACftg.

2Los planteamientos de su ponencia que examinamos son reiterativos en las intervenciones y entrevistas de la senadora, casi con las mismas palabras y énfasis.

3La intervención de Polo Polo se encuentra también en la grabación a partir del 1:07 min en el video "Comisiones I Conjuntas 24 de noviembre de 2022" en el Canal del Congreso, en el siguiente enlace: https://youtu.be/mRPzEYACftg.

4En el perfil, consultado el 2 de marzo de 2024, se lee: "DIOS, familia y patria [imagen de la bandera de Colombia y de Israel] | 28 años | Congresista de la República de Colombia, casado con el capitalismo".

5Polo Polo fue sido elegido a la Cámara de representantes precisamente mediante la circunscripción especial, que fue establecida en la Ley n.º 70 de 1993 para que dos curules en el Congreso fueran destinadas a las comunidades negras. Luego de una gran polémica por su candidatura y por cómo logró el aval del Consejo comunitario por el cual se inscribió, Polo Polo es congresista como resultado de lo que a sus ojos son "privilegios" y "dadivas" del Estado.

6En su cuenta de Patreon, se describe en los siguientes términos: "Soy un joven abogado colombiano que se encuentra luchando contra la tiranía socialista en Colombia y en la región. Para poder seguir y lograr dedicarme a esta difusión en tiempo completo como ya lo hago en youtube necesito de tu apoyo. Un saludo patriota!". https://www.patreon.com/AlejandroBermeo?l=es.

7Natalia @Natalia44978808, en su perfil, se presenta como "Diseñadora Gráfica, Antipetrista, por una Colombia libre de izquierda y socialismo".

8En Colombia, la expresión de "salir adelante" tiene múltiples significados. Está el de hacerse a uno mismo, incluso a pesar de las adversidades, que es la que se encuentra muy estrechamente ligada al "mejorismo". Hay otro significado, muy anterior y que se mantiene sobre todo en ciertos sectores precarizados, que es más el de la lucha con otros, el de no claudicar para un bienestar más colectivo.

9La "Primera Línea" en Colombia se refiere a un grupo de manifestantes que se ubicó adelante de las protestas durante el paro nacional. Estos manifestantes suelen ser jóvenes y están en la vanguardia de las protestas, enfrentándose a las fuerzas de seguridad y actuando como una barrera entre los manifestantes y la policía.

Recibido: 12 de Junio de 2023; Revisado: 12 de Abril de 2024; Aprobado: 16 de Mayo de 2024

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