1. Introducción
Recientemente, en el Glosario de la edición independiente, publicado por la Alianza Internacional de Editores Independientes en 2021, se incluye la siguiente definición de edición independiente, preparada por Lucía Moscoso:
La edición independiente es aquella que, sin desligarse del rendimiento económico de su proyecto, apuesta por la calidad de su catálogo y lo entiende como un aporte a la diversidad literaria no supeditada a la demanda del mercado, a las tendencias lectoras del momento o a las necesidades de cualquier gobierno o institución. En este sentido, supone una visión del libro como objeto estético y cultural, pero también como un derecho básico y no como un bien de consumo. Este término ha ampliado y desplazado su significado a las editoriales pequeñas que trabajan con limitados recursos o asumen el proceso del libro de forma alternativa (mediante la autogestión, impresión y encuadernación artesanales, títulos libres de derechos, etc.). En la edición independiente, las editoras y los editores están a la cabeza de las editoriales y no dependen a nivel de la propiedad de otras empresas u organizaciones. (p. 18)
La actualidad de esta definición no desconoce que la construcción semántica del término "independiente" ha atravesado un amplio marco temporal, que se remonta por lo menos a la década de los noventa del siglo pasado, y que, para el caso latinoamericano, tiene antecedentes de importancia. En el año 2000 se llevó a cabo el Primer Encuentro de Editores Independientes de América Latina, en el marco del +-I Salón del Libro Iberoamericano de Gijón-España. Adriana Astutti y Sandra Contreras, quienes participaron del evento, señalan que las discusiones versaron sobre cuestiones relacionadas con la definición de edición independiente, sobre las amenazas existentes para esta, sobre la relación entre las editoriales independientes y las multinacionales y también sobre el rol que cumplen las políticas públicas de los diversos estados, allí donde existen, para promover la edición independiente (2001, p. 767). Ambas autoras, además, convienen en que el mundo editorial en un contexto de globalización ha sufrido enormes transformaciones, y, contrariamente a lo que es posible creer, no tiene a la desaparición de pequeñas editoriales o a la absorción de empresas como su característica principal (2001, p. 767). Para las autoras, lo novedoso es "la adquisición del control de todos los medios de comunicación por parte de los (pocos) grandes conglomerados internacionales, en cuyo seno la edición representa sólo una pequeña parte de la actividad" (2001, p. 768); fenómeno que lleva, siempre según Astutti y Contreras, a la interrogante sobre la sostenibilidad de proyectos editoriales alejados de la mencionada concentración editorial (2001, p. 768). En cuanto a la ubicación de la edición independiente, las autoras señalan que es en relación con los antedichos conglomerados, casi siempre transnacionales, en donde se sitúa y se define una editorial independiente (2001, p. 768).
Dos años más tarde, en 2002, se creó formalmente la Alianza Internacional de Editores Independientes, que fue un hito en la historia de la construcción del campo de la edición independiente a escala global. Desde su conformación, esta Alianza motivó la creación de gremios nacionales, y, tempranamente, desde su texto fundador, la Declaración de Dakar de 2003, propone una serie de principios orientadores y definiciones programáticas que fueron moldeando los cauces de los crecientes esfuerzos de asociatividad que empezaron a reproducirse en diversas latitudes. Quisiéramos mencionar algunas ideas de importancia de la antedicha Declaración. En primer lugar, el reconocimiento de fuertes presiones económicas "en el contexto de concentración financiera de un sector cada vez más dominado por grupos monopólicos y depredadores para los mercados locales" (p. 2). En segundo lugar, el reconocimiento del libro como "un bien público y no una simple mercancía" (p. 2) para el "que son necesarias otras regulaciones, no sólo las que dicta el mercado" (p. 2). Se propone el entendimiento del acceso al libro como un derecho, ya que cumple un papel fundamental "en los procesos educativos y en el desarrollo social y en la construcción tanto de la ciudadanía como del imaginario colectivo" (p. 2). Finalmente, destaco el llamado a la asociatividad en el que la Declaración hace hincapié, y que tendrá gran impacto en diversos países de la región latinoamericana, entre ellos el Perú.
A propósito de la concentración financiera del sector, mencionada en la Declaración de Dakar, André Schiffrin, en su famoso libro La edición sin editores (2001), se dedicó extensamente a su análisis. Aunque principalmente se enfoca en la industria estadounidense, muchas de sus conclusiones también alcanzan a la edición latinoamericana, pues, como menciona José Luis de Diego (2018),
[...] durante los últimos treinta años se produjeron varias mutaciones que han ido reconfigurando el mercado del libro. A medida que se exploran diferentes contextos, se advierte que los cambios son globales y lo que ocurre en un mercado central parece reproducirse, en otra escala, en los mercados periféricos. (p. 131)
El caso peruano no parece ser la excepción, y la concentración editorial por la llegada de editoriales transnacionales, como veremos más adelante, marcó también el ideario de los tempranos esfuerzos de asociatividad de editoriales independientes, y motivó la creación y fortalecimiento de estos gremios.
Como puede apreciarse, desde comienzos del siglo XXI empezó la construcción del entendimiento de "edición independiente", que incorpora una serie de ideas y principios recurrentes e inherentes. Antes de pasar al caso peruano, quisiéramos citar a Margarita Valencia, quien, en su artículo de 2018 dedicado a la edición independiente colombiana, propone cuatro elementos definitorios, que pueden ser trasladados y contrastados con el caso peruano. En primer lugar, la estructura del negocio, es decir, el tamaño de la empresa, la composición del capital, y la pertenencia a un grupo empresarial o editorial. A propósito, la autora señala que el ánimo de lucro no es el que diferencia a una editorial independiente de una que no lo es (Valencia, 2018, p. 417). En cuanto al primer criterio definitorio, la autora propone que una editorial independiente sería:
[...] aquella que no pertenece a un grupo empresarial y cuyo capital proviene de quienes la manejan y/o de sus pares, y cuyo tamaño, por tanto, es máximo el de una empresa pequeña o mediana, es independiente a la hora de definir sus presupuestos y de señalar sus metas económicas, lo que le permite -si así lo quisiera- balancear la actividad cultural con la actividad económica. (Valencia, 2018, p. 420)
El segundo factor definitorio sería la configuración del catálogo, y las actitudes de riesgo que los editores toman para su construcción como proyecto (Valencia, 2018, p. 420). La autora señala que
[...] la noción de bibliodiversidad es esencial para entender la edición independiente porque su aparición pone en evidencia el hecho de que la consecuencia más nefasta de la industrialización de la producción editorial es la estrechez de la oferta de los productos culturales, su homogeneización. (Valencia, 2018, p. 420)
El tercer factor definitorio es el relacionado con la definición de sus públicos y las formas en que se relacionan con estos. La autora propone que "la edición industrial trabaja para un público anónimo consumidor de productos estandarizados, mientras que la edición independiente trabaja en productos que apelan a grupos específicos de consumidores" (Valencia, 2018, p. 424). El cuarto factor definitorio propuesto por Valencia es el relacionado con la comercialización, que se ejecuta en precarias redes de distribución (2018, p. 425).
Quisiéramos, para concluir con la definición de edición independiente, y antes de tratar sus características en el Perú, comentar que en el acta de creación que dio inicio a la Alianza Peruana de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos (ALPE), se propuso una definición de edición independiente, al afirmar que editor independiente "es la persona jurídica o natural que ejerce labores de edición de libros y/o productos editoriales afines, que no tiene vínculos de dependencia con empresas o corporaciones de capitales multinacionales o transnacionales" (ALPE, 2007). Más adelante, en diversos documentos oficiales del Ministerio de Cultura, por ejemplo en la convocatoria para la participación en la tercera edición de la feria del libro La Independiente realizada en 2019, se hace uso de la definición propuesta por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), que, como se observará, no dista mucho de las previamente mostradas, lo cual da cuenta de un proceso de definición que fue cristalizándose desde inicios del siglo XXI:
Entiéndase como "Editorial Independiente" a la persona jurídica o natural con negocio que ejerce como actividad económica labores de edición, publicación y comercialización de libros y/o productos editoriales afines, que no tiene vínculos de dependencia con empresas o corporaciones de capitales multinacionales o transnacionales. En este sentido, sus decisiones editoriales son autónomas y parte o totalidad de su catálogo está construido sobre la base de la bibliodiversidad. Además, se trata de microempresas o de pequeñas empresas. (Ministerio de Cultura, 2019, p. 3)
2. Edición independiente peruana
Principalmente desde el año 2003 comenzó a surgir en Lima una serie de nuevos sellos editoriales que fueron adhiriéndose al ideario de la edición independiente. Desde entonces, el campo de las editoriales independientes peruanas se ha ido ampliando1, diversificando y consolidando. Como en otras latitudes, la asociatividad cumplió un rol trascendental con el fin de aunar esfuerzos que contribuyeran a potenciar la producción y circulación de sus catálogos editoriales. El recuento de la asociatividad de las editoriales independientes peruanas tiene un derrotero que, a la fecha, ha contado al menos con cuatro etapas, con mayor o menor formalización y de mayor o menor duración en el tiempo.
El primer intento de asociatividad que podemos rastrear en el universo de las editoriales independientes peruanas es el que se gestó en 2005 con la Red Peruana de Editores, y que tuvo entre sus miembros a editoriales como Estruendomudo, Matalamanga y Sarita Cartonera, y las revistas literarias Dedo crítico y Ginebra Magnolia. La asociación, de existencia breve, apenas unos tres meses, tuvo principalmente la intención de encontrar formas de mejorar la circulación de los productos editoriales de los asociados. Así, como asociación incipiente y sin haber sido formalizada, tuvieron participación colectiva en tres ferias de libro en la ciudad de Lima: las de las universidades Católica y San Marcos, y la distrital de Jesús María. Si bien la Red Peruana de Editores no tuvo mayor impacto más allá del mencionado, sí permitió poner en agenda la necesidad existente entre las editoriales por asociarse, aunque todavía sin un ideario claro más allá de lo relacionado con una mejor participación en los canales de comercialización de libros y productos editoriales afines.
Unos meses más tarde, también en 2005, se gestó el segundo intento de asociatividad en el interior del mundo editorial independiente peruano, aunque, al igual que el previamente mencionado, con representatividad principalmente de editoriales limeñas. Este colectivo llevó como nombre "Punche" (que es un peruanismo que se refiere a la musculatura del brazo, especialmente del bíceps, en clara referencia a la fortaleza que como asociación adquirían) y tuvo entre sus miembros, además de las editoriales y revistas literarias que hicieron parte de la Red Peruana de Editores, a Solar y SIC, y a la revista El hablador. Si bien la asociación, al igual que la previamente señalada, tampoco logró su formalización, se convirtió en un antecedente de importancia, no solo porque permitió poner en agenda varias discusiones que, tras Punche, se volvieron habituales en el mundo del libro independiente peruano, sino también porque su participación en la Feria Internacional del Libro de Lima del año 2006 fue uno de los factores que motivó la creación de la que sería la primera asociación formalizada, de la que se hablará en breve. Contemporáneamente a la creación de Punche, también en 2005, Perú fue país invitado a la Feria Internacional del Libro (FIL) Guadalajara, y participó con una nutrida delegación de autores y editores. En dicho foro participaron editoriales asociadas a Punche, como Estruendomudo o Matalamanga, y la asociación tuvo representación en el Encuentro de Guadalajara del mismo año, en el que se redactó y firmó la declaración de los editores independientes del mundo latino. Junto a Punche, por Perú participó también la editorial Peisa y la revista trujillana Sumas Voces. Este encuentro muestra que la discusión alrededor de la edición independiente regional comenzaba a encontrar múltiples espacios de difusión, y, a la vez, permite ratificar la importancia de la Alianza Internacional de Editores Independientes como asociación difusora del ideario de la edición independiente, cuya estela alcanzó también a las editoriales peruanas.
Punche, al igual que la Red Peruana de Editores, nació buscando que los esfuerzos compartidos contribuyeran con la circulación de sus libros. A pesar de su breve duración, Punche no dejó de tener logros, entre los cuales quiero destacar tres principales: en primer lugar, contribuyó con la difusión de la labor editorial independiente y de los principales desafíos que atravesaban sus miembros. En segundo lugar, lograron ingresar libros de las editoriales miembro en cadenas de librerías, lo cual significó un hito en la circulación del libro independiente peruano, hasta antes excluido de estos canales. En tercer lugar, su participación en la FIL Lima 2006 fue una manera de difundir aún más la labor editorial independiente y los retos asociados a esta, no solo ante la opinión pública en general, sino, más en particular, entre otros aficionados y profesionales del mundo del libro, lo que permitió ampliar de manera considerable la red que se había comenzado a gestar, por lo menos desde la creación y vigencia de la Red Peruana de Editoriales. En dicha Feria, los miembros de Punche continuaron generando vínculos con editoriales extranjeras, principalmente chilenas y argentinas, que eran parte de la Alianza Internacional de Editoriales Independientes y/o que habían contribuido a desarrollar procesos de agremiación en sus respectivos países. Estos intercambios, según se ha podido recoger en entrevistas llevadas a cabo para la elaboración del presente artículo, les permitieron conocer y acceder a discusiones que no solo se llevaban a cabo fuera de las fronteras nacionales, sino que también introducían un ideario más amplio alrededor de la edición independiente, que excedía ampliamente al de la circulación y la comercialización, y que permitió articular, entre las editoriales peruanas, nuevas miradas alrededor de la edición independiente.
Pocos meses después de la participación en la FIL Lima 2006, y debido a diferencias internas, y a la falta de formalización de la asociación, Punche llegó a su fin. Pero la semilla plantada por este colectivo, así como el creciente posicionamiento del ideario de la edición independiente, generaron prontamente la creación, en 2007, del primer gremio formalizado, que llevó como nombre ALPE-Alianza Peruana de Editores, y que excedió el alcance de los colectivos antes tratados, pues agrupó no solo a editoriales independientes y revistas, sino también a editoriales universitarias y autónomas. La Asociación, que tuvo una existencia corta, dejó de funcionar en 2010, tuvo en su conformación 18 objetivos específicos, que pueden agruparse en cuatro grupos. En primer lugar, los relacionados con la producción y la circulación del libro, a través del fomento de la industria editorial, o el impulso de la libre circulación del libro por medio de librerías y bibliotecas públicas, así como la promoción de la bibliodiversidad y la internacionalización. En segundo lugar, los concernientes con el entendimiento del acceso a la lectura y el libro como derechos fundamentales de las personas, y como bienes de interés público. En tercer lugar, los relacionados con la generación de instancias de reconocimiento social a la labor editorial y la creación literaria. Finalmente, los que tienen que ver con la representatividad política y participación en procesos de diseño de normas y herramientas de políticas públicas en favor del ecosistema del libro. Esta alianza llegó a aglutinar a 18 editoriales. Además de las que venían asociándose desde la Red Peruana de Editores, como Estruendomudo o Matalamanga, se sumaron otras como Bizarro Ediciones, Borrador Editores, Casa Tomada, Lustra, Mesa Redonda, Peisa, entre otras. ALPE tuvo varias contribuciones al campo de la edición independiente peruana. Entre ellas, la organización en 2007 del Primer Encuentro de Editoriales Independientes. También se articularon como actores políticos de relevancia al presentar una queja formal ante la Defensoría del Pueblo por diversos incumplimientos, relacionados principalmente con los beneficios tributarios de la ley del libro emitida en 2003. ALPE no solo reforzó el ideario de la edición independiente, sino que además obtuvo una gran visibilidad gracias a los sucesos acontecidos alrededor de su participación en la FIL Lima 2008, que generaron una gran polémica2, y que permitió posicionar, aún más que lo logrado por Punche, en la agenda pública la labor de las editoriales independientes. De acuerdo con información recogida en entrevistas con los actores involucrados, ALPE tuvo un final abrupto causado por riñas internas y por algunas editoriales asociadas que, yendo en contra de acuerdos tomados, optaron por negociar de forma individual con una cadena de librerías, rompiendo así la unidad gremial que promovían.
Tras la ruptura de ALPE, la edición independiente peruana careció de un gremio que las representase. Fue recién en 2014 cuando surgió EIP-Editoriales Independientes del Perú, asociación que se mantiene vigente hasta el día de hoy y que ha ido ganando cada vez mayor representatividad, contando en la actualidad más de cuarenta editoriales de diversas partes del Perú. De todas las asociaciones mencionadas, EIP es la primera que ha sido capaz de integrar a editoriales provenientes de diversas partes del país, y ha ido ganando fortaleza como actor político a la vez que ha participado en diferentes instancias de construcción de normativas y políticas públicas dedicadas al libro y la lectura.
3. El rol del Estado en el desarrollo de la edición independiente
La legislación, así como diversas herramientas de política pública existentes, ha incidido en el campo de la edición independiente. Consecuentemente, destacamos dos leyes, una Política Nacional y una acción específica promovida por el Estado, que han tenido un impacto considerable en el sector. En primer lugar, destaca la Ley N.º 28086, Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura, publicada en 2003. Esta norma permitió avances de importancia para el sector editorial en general. En primer lugar, fomentó la institucionalidad con la creación de Promolibro, el antecedente de la actual Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura3, que, como se mostrará, ha tenido una incidencia sostenida en el desarrollo del sector editorial independiente peruano. En segundo lugar, a través de diversos beneficios tributarios, promovió el desarrollo de la industria editorial peruana. La Ley N.º 28086 significó una explosión de entusiasmo, como algunos editores entrevistados refirieron a propósito del ánimo que se vivía tras la publicación de la ley de 2003, y, sobre todo, tras la publicación de su reglamento el año siguiente, lo que contribuyó con la multiplicación de agentes y profesionales involucrados en el ecosistema del libro peruano, al igual que con la diversidad y cantidad de publicaciones realizadas4.
La Ley N.º 28086 estuvo vigente hasta el año 2020. Esta legislación fue derogada por la Ley N.º 31053, Ley que Reconoce y Fomenta el Derecho a la Lectura y Promueve el Libro. La propuesta de nueva legislación, que fue liderada por la Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura, se trabajó de manera articulada con otras instituciones del Estado como la Biblioteca Nacional del Perú, así como con la Cámara Peruana del Libro y Editores Independientes del Perú, y contó con instancias de validación en diferentes regiones del país, al igual que con la asesoría técnica de diversas instancias, entre ellas el Cerlalc. El diagnóstico que guio el diseño de la nueva legislación fue que, si bien la Ley N.º 28086 había sido capaz de contribuir con el desarrollo de la industria editorial, se requería de una legislación que tuviera una mirada amplia hacia la totalidad del ecosistema, que incidiera en la mayor cantidad de agentes posible, que no solo en las editoriales, y que tuviera como principal misión la formación de lectores. Se buscó que la nueva normativa, al incidir en diferentes elementos del ecosistema, promoviera mejores condiciones para el ejercicio pleno del derecho a la lectura. La ley creó Fondolibro5, y asigna recursos económicos de manera anual para que se ejecuten acciones de fomento lector y de creación artística e intelectual, para el fortalecimiento de la producción y circulación editorial, así como para su internacionalización, pero también para fortalecer capacidades de mediadores de lectura y para la implementación de bibliotecas. Estos fondos son accesibles a través de un mecanismo concursable de estímulos económicos que están contribuyendo a la diversificación de la oferta editorial, así como a que los editores participen con mayor frecuencia en foros nacionales e internacionales.
A su vez, esta norma garantiza por primera vez la compra periódica de libros y recursos de información para la dotación de bibliotecas públicas municipales, lo que está permitiendo la renovación de colecciones después de décadas, en algunos casos, lo que redunda en compras públicas anuales de libros. Otro efecto importante, aunque no relacionado directamente con la edición independiente, pero que sí permite el mejor entendimiento de los públicos lectores en el Perú es que la ley llama a realizar periódicamente encuestas de hábito de lectura. Antes de esta legislación, la última encuesta que el Estado peruano realizó fue en 2004. No fue sino hasta 2022 que se llevó a cabo una nueva encuesta, cuyos resultados permiten que las editoriales peruanas -y las independientes no son la excepción- cuenten con información que pueda contribuir a una mejor toma de decisiones editoriales. Destaca también la aprobación de la Política Nacional de la Lectura, el libro y las bibliotecas, vigente desde 2022 y con una proyección hasta el 2030, que contempla una serie de lineamientos referidos a la industria editorial, entre ellos el desarrollo de capacidades en estrategias de internacionalización, el otorgamiento de estímulos económicos o el servicio de organización de ferias del libro para promover la circulación de libros.
Estas normas y políticas públicas han tenido también una incidencia en el sector privado. Además del ya mencionado fortalecimiento del gremio de editoriales independientes, en 2022 ha surgido también la Asociación Peruana de Librerías Independientes (APLI). La Cámara Peruana del Libro ha creado una comisión de edición independiente, y, como entidad organizadora de la FIL de Lima, promueve desde 2023 un área dedicada a la edición independiente.
Para concluir este recuento por el rol del Estado en el desarrollo del campo editorial independiente, sobresale la feria de editoriales peruanas llamada La Independiente, promovida desde 2017 por el Ministerio de Cultura, y que tuvo como aliado coorganizador de las primeras dos ediciones a Editoriales Independientes del Perú. Desde su primera edición, La Independiente significó un espacio que permitió que editoriales de diversas regiones pudieran congregarse en un mismo espacio no solo para participar de acciones de comercialización, sino también de desarrollo de capacidades y de fortalecimiento de asociatividad. En su edición primigenia, en donde participaron 39 editoriales de nueve regiones diversas, se llevó a cabo el Encuentro Nacional de Editores. Hasta dicho encuentro, el gremio Editoriales Independientes del Perú representaba a editoriales limeñas. Como consecuencia de dicho encuentro, el gremio comenzó la incorporación de editoriales de diversas regiones, convirtiéndolo a la fecha en un gremio representativo de la diversidad nacional, y que recoge también el ímpetu editorial del sur peruano, del que desarrollaremos más en la siguiente sección.
En la actualidad, La Independiente cuenta con dos formatos principales. El original, que permite el desarrollo de la feria de manera presencial en Lima, y organizada por el Ministerio de Cultura. Y el formato itinerante, en el que el Ministerio adquiere estands dentro de ferias del libro organizadas en diversas regiones del país, y luego realiza una convocatoria para que los libros de editoriales independientes puedan circular y ser comercializados de manera descentralizada en diversas partes del Perú. Entre 2017 y 2023 han participado más de 100 editoriales diferentes.
4. Sector editorial independiente en regiones
La industria editorial peruana muestra una fuerte concentración en la ciudad de Lima. Según informes de la Biblioteca Nacional del Perú de libros con registro ISBN para los años 2008 al 2022, se contaron 105 712 libros a escala nacional. De estos, el departamento de Lima aglutina un total de 91 381 libros, es decir, un promedio de 5711 libros anuales. Arequipa, en segundo lugar, registró un total de 2284 libros. Puno, en tercer lugar, con 2171 libros registrados con ISBN. Junín, en cuarto lugar, cuenta con 1770 libros con registro ISBN. Le sigue La Libertad, con un total de 1663 libros. Si agrupamos a los departamentos de Arequipa, Puno y Cusco es posible constatar que existe una interesante concentración editorial en el sur del país, seguida por el centro del país, con el departamento de Junín, y en tercer lugar por el departamento de La Libertad, en el norte peruano. En consecuencia, nos enfocaremos de manera más detallada en el campo de la edición independiente del sur peruano, para después revisar más brevemente otras regiones del país.
Si bien el desarrollo editorial de Arequipa comenzó también en los albores del siglo XXI, algunas experiencias editoriales previas son destacables, como las revistas Ómnibus, Eclosión o Polen de Letras, publicadas en los años setenta y ochenta del pasado siglo, que antecedieron la aparición de editoriales pioneras como Flor de Cactus y Triángulo, que circularon en los años noventa. Finalmente, cabe mencionar a la editorial Grita, que tuvo un trabajo más orgánico en los inicios del presente milenio, y que llegó a publicar un libro de gran importancia como Los inocentes, de Oswaldo Reynoso.
El historiador Mario Rommel Arce (2022), refiriéndose al caso arequipeño, señala que "Las editoriales independientes juegan en el siglo XXI un rol central en la difusión de la obra de los nuevos valores de la literatura arequipeña" (p. 116), y, más adelante, sostiene que "[s]on una nueva generación de editores que han dinamizado el circuito del libro en Arequipa y en otras regiones del país" (p. 117). Si bien es cierto que no aborda una definición de editorial independiente, sí hace un reconocimiento de la existencia de estas, lo cual da cuenta de una tradición alrededor del libro independiente arequipeño y su incidencia en otras regiones del sur peruano.
Mientras en Lima, a comienzos del milenio, se construía una incipiente asociatividad de editoriales independientes, en Arequipa y en el sur andino con Juliaca, Puno, Cusco, Tacna y Moquegua, se generó una lógica de circulación que se centralizó en Arequipa y Juliaca principalmente, donde se vivía una asociatividad de facto entre las editoriales que coexistieron y coexisten hasta nuestros días. Otro antecedente de importancia para el desarrollo de la edición independiente arequipeña ha sido la presencia de la Escuela Profesional de Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional de San Agustín6. Alrededor de la misma se han formado grupos literarios que a la larga gestaron la aparición de diversas editoriales independientes en las últimas dos décadas. A propósito, los investigadores Rosa Núñez y Goyo Torres (2022) señalan:
Los ambientes de la Escuela de Literatura han servido como lugar de encuentro para noveles vates que transitaron por sus aulas y para aquellos que gustaban sólo de escribir, pero que no estudiaban en ella o estaban en otras especialidades. Fue en el pasado y lo es en la actualidad un lugar convocante, aglutinador de aquellos que sienten vocación por la literatura, por la escritura en general. (p. 17)
Los mismos investigadores dan cuenta de otro elemento que contribuyó con el desarrollo del campo de la edición independiente arequipeña: los concursos literarios. Al respecto, dicen:
Otro concurso motivador a inicios de la década del noventa fue "El Concurso del cuento estímulo" del Diario Correo. Este diario, durante casi cinco años, convocó a cientos de escritores de la región y consagró a varios de otras ciudades. Más recientemente merece mencionarse la Bienal de cuento Mario Vargas Llosa promovida por la Universidad Nacional de San Agustín de alcance nacional. Existen otros concursos esporádicos y habituales que aparecen y desaparecen, y que juegan similar rol. (Núñez y Torres, 2022, p. 19)
Además del impacto de los concursos literarios y de la presencia de la escuela profesional de Literatura, en los últimos quince años se sumaron ferias y/o festivales de Libro. "La Colectiva" tuvo su inicio en 2006 y marcó un hito para el trabajo colectivo de editores y futuras editoriales independientes en Arequipa y el sur del país. Posteriormente, se apuntalaron con otros festivales y ferias como el Festival del Libro y la Feria Internacional del Libro Arequipa (FIL AQP) organizada por la asociación ARTEQUIPA, un proyecto ambicioso que inició sus actividades como la segunda feria de libro más importante del Perú y que desde el inicio apostó por un espacio para las editoriales independientes. El estand de editoriales independientes, inicialmente a cargo del Grupo Editorial Dragostea (editorial independiente que lideró gran parte del ecosistema cultural de Arequipa e interconectó el sur andino) significó un gran aliento para quienes venían consolidándose y aun mayor para aquellos que iniciaban su camino editorial. Un caldo de cultivo que además afianzó las bases de un circuito relativamente autónomo para la edición independiente en el sur peruano.
Las condiciones para la producción cultural anteriormente descritas permiten entender las razones por las cuales el sector editorial, y el independiente en particular, tanto en Arequipa como en el sur del país, vio un desarrollo y fortalecimiento que no ocurrió en otras regiones del Perú. En tal sentido hemos elaborado una línea de tiempo que da cuenta de los principales momentos de la edición y de los aspectos que dieron forma a lo que hoy se conoce como editoriales independientes del bloque sur -un grupo de esas editoriales ahora integran el gremio Editoriales Independientes del Perú (EIP), mientras una nueva generación de editores y editoras plantea nuevas miradas respecto del trabajo editorial-, ya que las editoriales independientes de Arequipa solo son un eslabón de lo que se podría llamar un clúster cultural en consolidación.
El año 2004 nace Dragostea, grupo cultural que migró a la labor editorial y que sucedió a otros grupos literarios como Grita -cuyo trabajo editorial fue más orgánico al inicio de los años 2000-. También se vio el nacimiento de Cara de Camión, que publicaba plaquetas o fanzines, principalmente de poesía. Este grupo revolucionó el trabajo cultural al integrar dos elementos principales: la edición, con casi cuarenta publicaciones durante su existencia; y la temática abordada. Su primera publicación, Recopilación de literatura no heterosexual, así como traducciones y una colección dedicada a la poesía escrita por mujeres, Lady Lazarus, marcaban un claro interés por literaturas que no habían logrado posicionarse en los cánones existentes, y que eran producidas principalmente por nuevos escritores.
En 2006 aparece fugazmente el sello Ediciones Bastardía, que luego se disolvería para que uno de sus miembros integrase la primera editorial independiente formalmente constituida, Cascahuesos Editores, que nace en el año 2007 y que ha tenido un trabajo ininterrumpido hasta la fecha. Hizo su primera aparición pública con un pronunciamiento que reza de la siguiente manera:
Y dado que nuestro Estado nunca responderá a una de las necesidades básicas de su pueblo, es decir, el conocimiento, o re-conocimiento - por lo menos básico-, de su propia cultura, y a través de ésta, la sociedad se vea reflejada en su propio espejo y de esta manera pueda reconocerse como "parte" de un todo, ese todo que de forma "parcial, apasionada y política", como diría Baudelaire, sólo los artistas: poetas, escritores, pintores, músicos, etc., hacen de su época; la que sin ser escogida, pero que a uno finalmente lo termina por gustar, nos ha tocado vivir. Y sólo de esta manera, el artista tiene que incentivar a su sociedad, dándole a conocer lo que "los unos y los otros" hacen, lo que uno mismo crea o realiza, o cómo uno plasma sus inquietudes, interpreta su realidad, es decir, cómo concibe el mundo desde una perspectiva menos represiva que los Estados han ido adaptando y transformando para controlar su sociedad: es decir, la escuela y la universidad. De esta manera, e invitándoles a valorar el esfuerzo, no sólo de un grupo de muchachos, sino del libro mismo que aparezca bajo el sello CASCAHUESOS Editores… (Cascahuesos, 2008)
Casi simultáneamente nació Aletheya, que inicialmente trabajó como un grupo cultural con un sello editorial. Conforme fueron pasando los años, el grupo inicial sufrió diferentes cambios, mientras editaban títulos que apostaban por nuevos escritores o realizaban diversas acciones político-culturales, lo que les permitió sentar las bases para su formalización en 2014. Al igual que Cascahuesos, ha mantenido su producción editorial hasta la actualidad, y son las dos editoriales independientes arequipeñas que más se han consolidado en el mercado regional y nacional.
Como otro de los hitos en el avance de la edición en el sur peruano tenemos la librería El Niño Oxidado, promovida por sellos editoriales independientes como Cascahuesos, Pasto records, Dragostea y Caracol de Hojas Secas, y que tuvo una existencia efímera a fines de 2007. Esta sinergia, aunque efímera, demostró que era posible generar un circuito del libro arequipeño sin la necesidad de pasar por la capital y que con el trabajo adecuado podría consolidarse, como lo ha hecho hasta nuestros días.
Otro hito importante fue la realización de "La Colectiva", que inició en 2006 y se realizó hasta 2009. Su cuarta edición se realizó en el marco de las actividades de la FIL AQP. El desarrollo de la "La Colectiva" significó la consolidación del trabajo interconectado de los editores, editoriales y sellos en Arequipa. También representó el punto de partida para muchos otros proyectos que fueron alimentados durante la FIL AQP desde el año 2009 hasta sus últimos días. En este trabajo una práctica recurrente fue compartir estand en ferias de libro de forma proporcional a las ventas, lo cual generó una corriente de confianza entre los editores, ya que el enfoque comercial era más sincero.
En 2012, impulsada por la editorial juliaqueña Hijos de la Lluvia, nació la FIL Juliaca, un hito que marcó la consolidación de la interconexión de las editoriales del sur. El surgimiento de esta feria afianzó la idea de que era posible la circulación editorial en el sur del Perú sin la necesidad de llegar a Lima para apuntalar proyectos editoriales. Los editores podían evitar Lima y consolidarse hacia sus regiones y marcar así sus propias agendas editoriales que además eran autosostenibles gracias a este circuito editorial que desde ese año solo ha sido interrumpido por la pandemia, y que ahora integra otros actores de la cadena productiva del libro y que también se abrió a otras regiones más allá del sur.
También en 2012 nació Ciudad Editorial con el sello La Travesía Editora que publicó varios autores importantes como Oscar Colchado Lucio y Oswaldo Reynoso. Asimismo, su apuesta fue por la literatura nacional, que no solo regional. Un año más tarde, entra en escena Texao Editores, un sello editorial que tuvo una producción abundante comparada con la media de publicaciones de las editoriales arequipeñas a la fecha. Este sello además integró las ciencias sociales a su catálogo, lo cual resultó novedoso. Sin embargo, debido a problemas financieros, el sello fue comprado por Cuervo Editores.
En 2014 surgió la Feria Internacional del Libro de Cusco, en la que, gracias a fondos propios de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco dependiente del Ministerio de Cultura, se otorgaron estands para editoriales y librerías de Cusco, así como de regiones, principalmente del sur, de manera gratuita. El nacimiento de la FIL Cusco coincidió también con el surgimiento y trabajo de otras editoriales como Cuervo Editores, que nació en mayo de ese mismo año entre Arequipa y Puno, y que planteó desde su origen un diálogo constante entre ambas regiones. Ese mismo año se suma el sello 12 Ángulos, que apostó por nuevos autores y algunos escritores que ya tenían un trabajo reconocido, como Domingo de Ramos en poesía.
En 2015, Quimera Editores se integró a la escena editorial arequipeña con publicaciones enfocadas en el ensayo y en los libros académicos, principalmente. Dos años después, en 2017, surge La Chimba Editores, que trabajó inicialmente como una organización cultural para luego formalizar su trabajo editorial con la impresión bajo demanda principalmente de libros de poesía. Ese mismo año se suma el sello Conde de Lemos, un proyecto que solo pudo publicar algunos títulos antes de dejar de producir. También lo hace la revista Zentauro, que más adelante sería el sello editorial Zentauro, editorial que trabaja con producción artesanal y libros en formato fanzine. También surgió la editorial Inevitable, especializada en poesía, que apuesta por la producción artesanal y por los autores noveles en formatos de publicaciones grupales. Estos desarrollos editoriales dan cuenta de la creciente especialización en la producción editorial arequipeña.
En marzo de 2019 se reunieron cinco editores en las instalaciones de la Municipalidad Provincial de Arequipa para establecer un trabajo conjunto, el mismo que consta en un acta publicada el 24 de marzo para "Necesidad de establecer vínculos para formar espacios de representación…", entre otras acciones que se plantearon y que constan en el documento público que consolida todavía más el trabajo interconectado de las editoriales independientes en Arequipa y su relación con las provenientes de otras regiones del sur del país.
En 2023, gracias a los estímulos económicos para el libro y la lectura del Ministerio de Cultura del Perú, nacen dos editoriales más, ambas con un perfil claramente definido. Por un lado, Parque Vacío Ediciones, cuya propuesta es la publicación de libros en formatos no convencionales, híbridos entre los artesanales y de producción masiva, con una fuerte apuesta por la poesía. Por otro lado, tenemos a Memoria Casa Editorial, cuya apuesta editorial está enfocada en temas vinculados a la cultura popular y tradicional, ya sea mediante rescates editoriales, investigación y/o registro de tradiciones populares y costumbristas. También publican ficción en torno a las temáticas antes mencionadas.
Además de la ciudad de Arequipa, hay otras provincias de la región en donde también se aprecia desarrollo editorial. Con origen en la provincia de Camaná, nació en 2018 el sello Trilobites, cuya propuesta apunta a los rescates editoriales. Más recientemente, en 2022 aparece el sello editorial Camarón Lector, que apuesta por la producción exclusiva de escritores de esa provincia, como forma de contribuir con su visibilización.
Como se ha podido apreciar, Arequipa ha sido un importante centro de desarrollo cultural, un motor que ha contribuido a la activación de toda la macrorregión sur del país. En esta línea, Cusco tiene editoriales importantes como Ceques, que apuesta por las ciencias sociales, y Regesa, que se ha consolidado entre Apurímac y Cusco, y que trabaja propuestas de libros bilingües y trilingües. En 2014 nació el sello Inkary Editores. Asimismo, se formaliza la editorial RCQ , que adquiere importancia en la región del Cusco después de publicar una reedición de Aves sin nido, de Clorinda Matto. También surgen 7 Culebras, que se apoya en la emblemática revista del mismo nombre, y la editorial Rey de Bastos, que apuesta por la literatura infantil. El año 2018, desde Espinar, se gesta un proyecto editorial-cultural llamado Lee K’ana, que viene transitando entre las letras y otras artes.
Por su parte, en la región de Puno, además de la ya mencionada Hijos de la Lluvia, que desde Juliaca se ha convertido en la editorial más consolidada y que además organiza la FIL Juliaca, han surgido otros proyectos de valor como el proyecto Rupestre y, desde 2018, Almandino Editores entra en escena con un perfil de servicios editoriales.
En Moquegua, el trabajo editorial no ha sido tan abundante sino hasta el año 2015 cuando nace Editorial Ediciones Baluarte, cuyo lema es "primera editorial de Moquegua", aunque fue precedida por grupos que activaron culturalmente la ciudad como el colectivo Malos Muchachos, de 2010. Más al sur, en Tacna, la editorial más emblemática es Cuadernos del Sur, que mantiene también una mirada transfronteriza con el vecino país de Chile.
5. Edición independiente en otras regiones
Hacia el norte del Perú, el trabajo de las editoriales independientes es relativamente reciente. A pesar de ello, ha dado pasos agigantados respecto de la articulación a nivel formal, ya que agentes del sector se organizaron y en 2021 dieron origen a la Cámara del Libro de La Libertad, que integra no solo a editoriales sino también a librerías. Las editoriales más representativas son Infolectura, editorial con mayor recorrido editorial y Trotamundos, que apuesta por la literatura infantil-juvenil y que ha ganado visibilidad gracias a los estímulos económicos para la cultura del Ministerio de Cultura, así como su apuesta por participar en la FIL Lima. En Piura, a su vez, tenemos las editoriales Sietevientos Editores y Cortarrama, que, además, regenta una librería.
En el centro del país, tenemos diversas editoriales, pero en Huánuco la presencia de Ediciones Condorpasa y Ediciones Rocinante, formadas recientemente, han dinamizado su sector cultural. En Huancayo se presenta Silbaviento Ediciones, cuya propuesta está dirigida sobre todo al desarrollo de planes lectores. También tenemos a Lliu Yawar Editorial, que apuesta además por la difusión de estudios socioculturales a través de sus publicaciones.
Finalmente, en la Amazonía, la editorial que ha profesionalizado su trabajo es Trazos Editores, que viene desarrollando un abundante trabajo editorial sumado a un movimiento cultural que incluye ferias y festivales de libro que alientan la articulación con otros agentes del sector libro en la región de San Martín. Hacia Loreto tenemos Bufeo Colorado Editores y Tierra Nueva, que apuestan por la temática de la zona y que vienen desarrollando su trabajo de forma sostenida. Más recientemente, ha surgido Yara Ediciones, novísima editorial que también marca su presencia con ediciones de bolsillo.
6. A modo de conclusión
El desarrollo editorial independiente en el Perú ha sido diverso y copioso. En sus orígenes, a comienzos del milenio, se vio influenciado por desarrollos similares a escala global y regional, sobre todo en la conceptualización y en el ideario asociado a la edición independiente, y tuvo a la ciudad de Lima como el escenario en donde surgieron propuestas editoriales innovadoras. A su vez, la asociatividad editorial peruana ha tenido diversas etapas, de menor a mayor formalización, hasta consolidarse en Editoriales Independientes del Perú (EIP), gremio de vocación y alcance nacional.
Por su parte, leyes como la Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura, de 2003, y la Ley que Reconoce y Fomenta el Derecho a la Lectura y Promueve el Libro, de 2020, así como la Política Nacional de Cultura al 2030 (Decreto Supremo N.° 009-2020-MC) y la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas al 2030 (Ministerio de Cultura, 2022), han tenido un importante impacto en el sector editorial en general, y en el independiente en particular. A estas normas y políticas públicas se suman acciones específicas del Estado peruano como la realización de la feria La Independiente, que ha contribuido a la circulación descentralizada de libros y a la consolidación y fortalecimiento de redes entre diversas regiones del país.
Finalmente, el desarrollo editorial independiente en ciudades distintas a Lima ha tenido un devenir que ha tendido hacia la creación de redes de circulación y comercialización que no necesariamente han requerido de la capital del país para su consolidación. Para el fortalecimiento de estas redes y para la creación de nuevas editoriales independientes, los recientes estímulos económicos del Ministerio de Cultura vienen jugando un papel de importancia. El sur del país destaca en cuanto a la diversidad y calidad de las propuestas editoriales existentes, principalmente en las ciudades de Arequipa, Puno y Juliaca.
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Notas
1Lamentablemente, no se cuenta con un censo de editoriales independientes sea a escala nacional o local. La Comisión de Editoriales Independientes de la Cámara Peruana del Libro agrupa entre sus miembros a 37 editoriales independientes. Asimismo, al año 2021, la Asociación de Editoriales Independientes del Perú estaba integrada por 48 sellos de 10 regiones del país. Por otro lado, según Resolución directoral N.° 00001-2024-DLL-DGIA-VMPCIC/MC del Ministerio de Cultura del Perú, de fecha 4 de abril de 2024, que dio cuenta de los resultados para la participación en la feria del libro La Independiente, se reconoce como aptas a 81 editoriales con la categoría de independientes./p>
2Según se ha podido recoger en entrevistas, la polémica se debió a la negativa de la Cámara Peruana del Libro a permitir que Peisa, que, además de miembro de ALPE lo era también de la CPL, y cuyo director editorial, Germán Coronado, era también presidente de ALPE, cediera a ALPE el uso del estand que había adquirido a precio de asociado de la CPL. Como consecuencia, varios escritores y líderes de opinión se manifestaron en favor de permitir que ALPE hiciera uso colectivamente del estand.
3Una vez creado el Ministerio de Cultura del Perú en el año 2010, este asume las funciones de Promolibro, que hasta antes dependía del Ministerio de Educación.
4Según Bernardo Jaramillo (2017) en su estudio sobre el sector editorial peruano, el número de agentes editoriales comenzó un notable crecimiento a partir de 2003. Como muestra, en el año 2000 existían 298 agentes, mientras que en 2007 existían 748 y en 2016, 957 agentes (p. 12). A su vez, según Gino Ocrospoma (2021) con cifras de la Biblioteca Nacional en su análisis estadístico 2008-2019, a comienzos del milenio se producían 1474 títulos anualmente. El Sistema de Información de las Industrias Culturales y Artes del Ministerio de Cultura del Perú (2023) nos permite observar el crecimiento hasta el 2023. Para el 2010 ya se producían más de 6000 títulos, y más de 8300 para el 2023 (tabla 8). Se evidencia un crecimiento sostenido del número de libros producidos, así como una multiplicación de agentes editoriales. Además del efecto generado por la Ley N.º 28086, Jaramillo propone como razón alternativa la existencia de menores barreras de entrada al sector editorial, principalmente debido a diversos avances tecnológicos (2017, p. 12).
5Aunque existe desde la Ley N.º 28086 de 2003, este fondo no fue utilizado bajo ese paraguas normativo, sino recién desde la Ley N.º 31053.
Recibido: 28.02.24; Revisado: 10.06.24; Aprobado: 20.06.24